08. MONTAÑA RUSA

155 7 0
                                    

—Alya... —Se quejó con pesadumbre—. Sabes que no me gustan los parques de diversiones...

— ¡Oh, vamos! —Afianzándose de su brazo, suplicante—. ¡Será divertido!

—No lo sé... Me gustan los lugares más tranquilos y...

— ¡Luka Couffaine! —Prorrumpió la fémina con el ceño fruncido— Te he acompañado a todos tus lugares favoritos, las presentaciones de tu banda y tus seminarios de música y acordes... —Inhaló con entereza, cambiando su semblante a uno más sensible—. ¿No podrías, por esta vez, concederme esto? Por fi... —Mirando fijamente a su pareja con fijeza.

—No, no me pongas esos ojos de cachorrito... —Intentando cerrar sus ojos para no sucumbir ante sus encantos—. Sabes que no puedo resistirme... —La de lentes se quitó sus anteojos, intensificando su mirada—. Ya que... —Bufó vencido—. Está bien, iremos...

— ¡Sí! —Celebró victoriosa la de tez morena—. Eres el mejor novio del mundo, Luka... —Depositando un fugaz beso en su mejilla.

—Y tú la novia más insistente y hermosa del mundo... —Tomando sus anteojos y colocándoselos a su contraria con delicadeza—. Pero iré con una condición. —Haciendo un mohín con los labios— No subiré a la montaña rusa, ¿de acuerdo?

—Bien. —Asintió, levantando una mano en son de promesa— Sin montañas rusas.

***

La de mechones anaranjados apenas y podía contener la emoción, abrochándose con rapidez su cinturón. El Couffaine, en cambio, estaba sumamente aterrado. La idea de subirse en una montaña rusa le causaba pavor, y justo ahora, estaba en una.

—A-Alya... —Completamente pálido, sin poder sujetar con mano firme su cinturón para abrocharlo—. Aún e-estamos a t-tiempo de ba-bajarnos... —Mirando afuera del vehículo, buscando una salida—. ¿No prefieres ir a los mini juegos?

— ¿Y perderme la emoción de subir y bajar por la montaña rusa? Ni de chiste... —En eso, ve la dificultad que tiene su novio para abrochar su cinturón—. Ven, te ayudo... —Tomando las correas y ajustándolas con suficiente fuerza contra su cuerpo.

—N-no sé cómo ha-haces para c-convencerme p-para es-estas c-cosas... —Tomándose el cuello de la camisa, completamente nervioso.

—Hey, tranquilo, estoy aquí contigo... —Guiñándole un ojo con simpatía—. Ya sé, sostendré tu mano todo el viaje, así no te sentirás tan asustado, ¿sí? —Entrelazando su mano con la suya.

— ¿A-Asustado? ¿Yo? Pfff p-ara n-nada... —En eso, Alya lo mira con una ceja arqueada—. De acuerdo... —Tragando grueso—. Estoy aterrado.

—Descuida —Depositando un beso en su mejilla para calmarlo—, será divertido...

En eso, el sonido mecánico del juego le indica a ambos que el divertido viaje está a punto de empezar. Bueno, divertido, al menos para Alya.

El vehículo se movió al inicio con una lentitud tediosa, que era insoportable para el bohemio. Una vez iba adquiriendo velocidad, el ojizarco apretaba con más fuerza la mano de su novia para sentirse seguro. Alya sonrió tranquila ante aquella acción, acariciando con el pulgar su mano para fortalecerlo.

El trayecto estuvo lleno de subidas, bajadas, vueltas, lentas subidas, caídas en picadas y más. Inyectados de euforia y adrenalina ante aquellos giros y volteretas. Y claro, como era de esperarse, el músico soltó más de un grito durante todo el viaje, divirtiendo a la morena.

— ¡Eso fue increíble! —Exclamó emocionada luego de bajase del juego—.  ¡Los giros! ¡La velocidad! ¡La adrenalina! ¿No crees? —Preguntó con entusiasmo al guitarrista, creyendo que estaba a su lado.

Pero el ojizarco apenas y se había bajado. Con su rostro completamente blanco y caminando con pequeños y temblorosos andares. La morena revoló los ojos con una sonrisa, para luego acercarse al varón, ayudándolo a apoyarse de su brazo.

—Creo que fue mucha emoción para ti... —Bromeó, mientras el muchacho intentaba articular palabra—. Para la próxima, nos vamos al carrusel...

—N-no... —Con falta de aire—. Fue d-divertido... pero... —Negando con dificultada—. No subamos por el resto del día, ¿sí?

—De acuerdo... —Con una risita brotando de sus labios—. No más montaña rusa por hoy... Ven, vayamos a comprar algodón de azúcar, ¿sí? —El de mechas azuladas asintió complacido.

Después de comprar las delicias dulces, y haberse sentado en una banca para reponerse un poco, la morena comía con el ojizarco, debatiendo a donde ir ahora.

—Ya fuimos a todos los retos de la feria y ya nos subimos a casi todo —Reflexionando para sí—. ¿Qué nos falta?

—Pues... —Mirando todas las distracciones a su alrededor, hasta toparse con el enorme circulo girante—. ¿Qué tal la rueda de la fortuna? Dicen que desde ahí se puede ver el atardecer...

—No me parece mala idea... —Sonriendo consentida, parándose de la banca y extendiendo la mano hacia Luka—. ¿Vamos?

El varón sonrió con ternura, con una romántica idea surcando por su mente y tomando su mano de inmediato.

—Por supuesto, muñeca...

Una vez dentro de la atracción, aguardando que arrancara, Alya se acurrucó en el pecho de su pareja, mientras éste acariciaba con las yemas de sus dedos su hombro, recostando su cabeza en la suya.

Cuando el juego arrancó y alcanzó cierta altura, se podía observar con facilidad el ocaso, con hermosas tonalidades rojizas, naranjas y rosáceas vistiendo el cielo. Ambos quedaban fascinados por esas bellas vistas, transmitiéndoles una tranquilidad y calma indescriptibles.

—Luka, esto es... —Embelesada por el magnífico paisaje—. Muy hermoso... Gracias por traerme aquí... —Acurrucándose un poco más en el pecho del bohemio.

—Sí, es muy lindo... —Restándole importancia al panorama—. Pero creo que más hermosa —Dándole mimos a su cabello—, eres tú...

—Oh, vamos... —Con un carmín coloreando sus pómulos—. No digas tonterías...

—Hey, no he dicho ninguna tontería... —Tomando su mano y besando sus nudillos—. Alya, tú eres realmente hermosa...

— ¿De verdad? —Con su rostro bañado de ilusión y encanto ante las palabras de él.

—Sí... Además de osada, valiente, lista... Ummm ¿qué más? —Tomando su mentón, pensativo—. Ah sí... —Con una sonrisa traviesa—. Terca, gruñona, mandona... —En eso, la fémina revuela los ojos con una risita—. Pero así, con todo eso... —Tocando su nariz con su dedo índice—. Me encantas y me vuelves loco...

—Eres increíble, Luka... —Rozando su rostro con su pulgar—. Nunca había conocido a alguien como tú...

—Somos increíbles —Acechando sus carnosos labios, apenas rozándolos—, cuando estamos los dos juntos...

Se observaban con gran embeleso, no haciendo más que dar sutiles caricias entre carmesíes. Sus respiraciones se mezclaban como una agradable y melodiosa sinfonía, y sus ojos desprendían un hermoso brillo que solo era capaz de verse en esos momentos tan únicos.

Finalmente, sin el permiso del otro, acabaron el espacio que existía entre ellos y se fundieron en un amoroso y cálido beso. Para ambos, cada contacto entre ellos era insuperable, diferente, con un sinfín de sensaciones recorría su ser, comparable a una fuerte corriente eléctrica. Exploraban con ansias la cavidad bucal del opuesto, una cálida unión, con sus lenguas entrelazándose armoniosamente, en un contacto húmedo que sólo ellos podían entender.

Ante aquel beso, el atardecer pasó a un segundo plano. Nada a su alrededor les importaba, solo ellos dos, y esa unión era el sello perfecto para finalizar aquella escena de amor.

JULIO MULTISHIPP [Drabbles y oneshots]Where stories live. Discover now