10. CUADRILÁTERO

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Fuerza. La palabra perfecta para describir lo que tenía su hermana. Fuerza. Y para Alya, ese era el problema.

No negaba el que su hermana tuviera talento en el ring de boxeo. De hecho, era la estrella de la familia. Un estante, lleno de medallas y trofeos; sólo para ella. Siendo esto una señal para mostrarles, no solo al núcleo familiar, sino también a todo el que visitara su hogar, los frutos de su duro entrenamiento.

Podía derribar en el primer asalto a su oponente, asestándole un certero golpe en la mandíbula, en el pecho, en el estómago, en las costillas, donde fuera. Un golpe, y listo. Nocaut. Eso era todo. Y es que tenía un talento nato para percibir debilidades en sus contrincantes. Ya fuera una posición insegura, un golpe mal ejecutado, manos temblorosas al atacar. Pequeños detalles que, por más insignificantes que fueran, ponían al descubierto puntos débiles. Y que obviamente, al usarlos a su favor, le aseguraba la victoria.

La cuestión era cuando Nora aplicaba todos sus conocimientos y técnicas aprendidas, en casa. Haciendo alardes de su fuerza, presumiéndole a todos lo bien que le iba en el ring, a tal punto de ser molesto.

Y sin mencionar esas pequeñas acciones que dejaban al relieve lo compenetrada que estaba Nora con el deporte que practicaba. Cerrar una puerta de un portazo, no por que estuviera enojada o irritada. Simplemente, porque quería hacerlo. Romper en más de una ocasión un plato, o vasija, alegando que fue un accidente. Gritando, tal como si estuviera en el ring, no porque estuviera reprendiendo a las gemelas o a Alya. Sólo por costumbre.

Claramente, su duro y excesivo entrenamiento estaba influyendo en otras áreas de su vida, afectando, no solo a sus padres y hermanos, sino también a amigos cercanos. Como si quisiera estar al tanto de todo, contralando lo que pasara.

Todos en su familia pasaban por alto todas estas cosas. Pero Alya no. Durante un largo periodo, había observado las acciones de su hermana en casa, y no quería darle más cuerda a la situación. Tenía que enfrentarla. Quería hacerlo.

La cuestión era que no sabía cómo hacerlo. No era que le tuviera miedo a Nora, pero sí le preocupaba que, al intentar exponerle la situación, no estuviera de acuerdo, y reaccionara violentamente.

Para Alya, su hermana era una caja de sorpresas.

— ¿Nora? ¿Estás aquí? —Tocando la puerta, inmiscuyéndose en su habitación al no escuchar respuesta— ¿Hola?

La morena recorrió toda la habitación con la mirada, extrañándose al no ver a su hermana.

«Qué raro... Siempre está en su habitación golpeando su saco de boxeo...»

Decidió preguntarle su madre, imaginando que ésta sabría dónde estaba.

—Oye, mamá, ¿sabes dónde está Nora? No está en su cuarto...

—Oh, sí... —Sonriendo mientras cortaba los vegetales para la cena— Me dijo que iría a pasear cerca del río Sena... —Aquella respuesta asombró a la Césarie—. Dijo que quería... —Intentando recordar las palabras exactas de su hija— estar sola, y disfrutar de un poco de tranquilidad...

— ¿Qué? —Expresó incrédula— ¿Nora y "tranquilidad" en la misma frase? —Negando con la cabeza, haciendo comillas en el aire— No lo creo...

—También me sorprendió un poco, Alya... —Mirando a la joven con sagacidad— Pero así es ella... Una caja...

—...De sorpresas... —Completando la frase de su progenitora— Sí, ya lo sé. Bueno —Tomando las llaves de la puerta, depositando un suave beso en la mejilla de la mayor—, iré a buscarla, tengo que decirle algo...

—Está bien cielo... Hoy haré pudín de vegetales al horno —Recordó—, así que no regresen muy tarde, ¿sí?

—Descuida mamá, estaremos a tiempo para la cena... ¡Adiós!

JULIO MULTISHIPP [Drabbles y oneshots]Where stories live. Discover now