Capítulo 23

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—¿Tiene balcón? —pregunté emocionada desde el asiento trasero— no te lo dije antes pero quería que tuviera un balcón.

—Creo que te leo la mente, entonces —dijo Seulgi, riendo y jugando con Yeji sobre sus piernas, haciéndola gritar y reír— tiene un balcón gigante, supuse que te gustaría. Es incluso más grande que el del apartamento.

—¡Asombroso! Porque me puse a pensar que... bueno, luego te digo —balbucí, pensando en mil cosas a la vez— ¡Estoy emocionada! Seulgi , no puedo creer que esto haya sido tan rápido. ¿Cuando nazcan mis cositas ya vamos a estar viviendo ahí, cierto?

—Si tú quieres podemos vivir allí desde hoy —contestó y se encogió de hombros. La mujer manejando nos miró de una manera tierna y sonrió.

Me gustó esa mujer, era asombrosa. Sólo tardó un mes en encontrarnos, según Seulgi, y con su ayuda "La casa perfecta para nosotras" y decorarla con unas cuantas cosas que yo elegí, seleccioné y todo eso. Y a pesar de que mi doctora me dijo que no podía caminar mucho y que era peligroso y no sé cuantas cosas más, porque ya estaba entrando a mi noveno mes y en cualquier momento podía dar a luz y todo eso, yo no podía esperar para ver nuestra casa. Me estuve muriendo de las ansias todo ese maldito mes.

Seulgi estuvo yendo dos semanas a ver casas y luego un día de la nada llegó diciendo que había encontrado la más perfecta, pero no me dejó ir a verla, quería que fuera una sorpresa y estaba segura de que me iba a encantar. Y después fuimos a buscar los muebles, pinturas y un montón de cosas porque obviamente, Seulgi iba a contratar a alguien para que arreglara la casa, no se me ocurrió ni por un momento que ella fuera a acomodar, pintar y esas cosas.

Lo único malo era que llevábamos casi veinte minutos de viaje, lo que quería decir que no iba a vivir cerca del Big Ben, lo cual me desilusionó un poquito, pero estaba cerca de la casa que Joy y Yeri rentaron, y eso me animó. Después de un rato de llegamos a un portón grandísimo, que sólo se abrió cuando Jisoo metió una tarjeta en algún lugar, y cuando entramos me quedé con la boca abierta, completamente. Las casas no estaban muy juntas, de hecho tenían un montón de espacio entre ellas, pero se veían perfectamente iguales, preciosas y jodidamente grandes. Muy, muy, grandes. Y bonitas, y casi me puse a llorar cuando la mujer metió el auto en la cochera de una en especial. Seulgi salió volando en cuanto llegamos y me abrió la puerta, luego desesperadamente me ayudó a salir y a caminar hacia dentro, pero no quise hacerlo. Me quedé mirando hacia arriba y estudiándola unos segundos.

Era la casa de mis sueños.

Habían más de cinco ventanas del mismo tamaño en el piso de abajo y en el superior. La casa era totalmente blanca, los bordes eran blancos, las protecciones de las ventanas eran blancos y las paredes también, tenía un aspecto colonial que la hacía lucir como un castillo perfecto en una versión más pequeña. Había un balcón grandísimo, la baranda era blanca también, y era hermosa, y la amé. Y no podía esperar para tumbarme ahí con Seulgi.

Justo frente al balcón había un roble precioso, que sólo ayudaba a mi fantasía a sentirse más real.

—¡Es asombrosa! —gritó Yeji emocionada, aunque ella ya la había visto, y salió corriendo por el césped.

—¿Te gusta? —me preguntó la mujer después de un rato, cuando vio que sólo miraba la casa y nada salía de mi boca. Seulgi me miraba expectante, desesperada de mi reacción.

—La amo —susurré, mis ojos brillaban, lo podía sentir— Seulgi, haz algo por mí.

—¿Que cosa?

—Trepa por ese árbol e intenta subir al balcón —casi supliqué, arrancando la vista de la casa por primera vez para ver su cara, transformándose de una linda sonrisa a una mueca— por favor, bebé.

—No puedo, Irene —declaró después de estudiar unos segundos la dimensión del piso al balcón— no hay manera en que pueda subir por ahí, es muy alto.

—Si puedes, campeona —murmuré y me puse de puntitas para besar su mejilla. Me miró no muy convencida de nuevo— bueno, no lo hagas.

—¿No te enojas, cierto? —preguntó aliviada, me encogí de hombros y negué con la cabeza.

—No me daré por vencida, sabes eso. Te convenceré algún día —advertí mientras caminaba a su lado por el sendero hacia la puerta. Era la puerta más grande que había visto. La mujer tuvo que abrir tres cerraduras, el llavero tenía más de quince llaves, y yo sabía que iba a tener un infierno cuando tratara de encontrar una en especifico. Contuve la respiración mientras abría la puerta.

Abierta. Mi boca se quedó abierta. Creo que estuve más de quince minutos ahí parada en la entrada, admirando todo.

Cuando Seulgi escogió el tapiz de rayas gruesas, grises obscuras y grises claras, pensé que era horrible y que no quedaba con nada de lo que compramos, pero puesto lucía totalmente diferente. Contrastaba perfecto con el color azul claro de las paredes que yo escogí. Los sillones eran blancos, dos largos y uno pequeño, con cojines grises y negros. La mesita del medio era la misma que estaba en el apartamento de Seulgi, igual que el sillón pequeño frente a la televisión gigante. Por suerte la convencí de quedarse con la televisión que ya tenía y no comprar otra incluso más grande. Yo elegí un espejo gigante en una tienda de antigüedades. El borde era negro, llegaba casi al techo y era dos veces más ancho que un espejo normal. Me pregunté como demonios lo habían metido mientras caminaba lentamente hacia dentro.

—Pasemos a la cocina —murmuró Jisoo, sonriendo abiertamente, contenta de que obviamente me gustó la sala.

La cocina era totalmente rústica, todo era de madera, color azul verdoso, como el de la sala pero más tono pastel, habían dos hornos, un refrigerador blanco grande y seguramente con un montón de cosas deliciosas en él. Una isla en el medio con muchos sartenes y ollas colgando desde una viga en el techo y muchas cosas más. El caso es que la cocina estaba totalmente completa con cualquier cosa que pudiera necesitar porque le había prometido a Seulgi que iba a ser una maestra en la cocina, y ella se lo tomó malditamente en serio.

Cuando subimos por las escaleras no pude evitar voltear al espejo y verme, y tampoco pude evitar reír bajito al notar lo enana que me veía al lado de Seulgi y Jisoo con sus tacones de quince centímetros. Yeji estaba a punto de alcanzarme, pero la altura estaba en sus genes, como Seulgi, y yo aunque no medía 1.30 o 1.35 o 1.40 como Seulgi se la ha pasado diciendo, reduciendo mi estatura cada vez más, obviamente no era alta. La ultima vez que me medí, cuando tenía como quince años, medía 1.48 así que Seulgi estaba equivocada, como siempre.

—¡Es hermosa, oh por Dios! —exclamó Yeji cuando entramos a la habitación de Eunbi, y yo hubiera dicho lo mismo si no estuviera contemplando todo con ojitos soñadores y sintiendo a Seulgi detrás de mí abrazándome.

Yo, como la mamá, escogí todo lo de la habitación de Eunbi, y Seulgi , como la niña pequeña, quejumbrosa y celosa que era, exigió escoger todo lo de Doyoung. Yo por mi cuenta estaba demasiado orgullosa de mi trabajo. Las paredes de la amplia habitación eran blancas, igual que el tocador y los demás muebles como la cuna, que con el tiempo se convertía en cama. Las sabanas eran rosas, habían un montón de juguetes acomodados por todos lados, un armario de madera blanca y una mecedora al lado de la cama, donde yo me sentaría a contarle cuentos y cosas así.

—¡La amo, la amo! —seguía exclamando Yeji, andando por todo el cuarto, sonreí al verla jugando con todo— pero soy muy mayor para estas cosas, mi cuarto es más genial ¿Cierto, Seulgi?

—Supongo —contestó, llegando con ella y levantándola por la cintura. Y no podía esperar para verla jugar así con sus hijos.

—Ahora vayamos a la de mi Doyoung —ordené, suspirando y acomodando unos peluches que moví.

—Alias Taeseulrud —murmuró  a mis espaldas. Jisoo preguntó como demonios le había dicho y luego Seulgi empezó a contar emocionado la historia detrás del feo apodo para mi pobrecito hijo.

Puse los ojos en blanco al entrar a su habitación. Seulgi había echo una replica de su propia habitación en el apartamento. Las paredes eran rojas, las sabanas eran rojas y colgó sus pósters de jugadores de béisbol, incluso le había comprado un montón de gorritos de béisbol y pelotas y cosas así, y la regañé porque ¿Y si a mi pequeño no le gustaba el maldito béisbol? Ugh, en serio a veces Seulgi bloquea su cerebro o algo.

Real life, Real Love (Seulrene G!P)Where stories live. Discover now