Capítulo 34

729 108 1
                                    

Gemí, sonando como un animal enjaulado y corrí hacia Eunbin.

—Se supone que tu eres la buena, maldito infierno —me quejé, sacándole las llaves de la boca. Si Irene la hubiera visto hacer eso, estuviera chillando sobre mí: "Le va a dar una infección, oh por Dios, que descuidada eres" pero ella no estaba aquí ¿Cierto? Y era imposible que le diera una infección a alguien por chupar unas llaves, así que sólo lo dejé pasar y no le limpié la boca con jabón o algo por el estilo.

Caminé de nuevo hacia Taeseulrud, quien estaba sentado en el piso jugando con las ruedas sucias de mi silla. Me arremangué las mangas de la camisa de botones que traía puesta y acomodé mi pantalón para que no me lastimara tanto las bolas.

Odiaba ese maldito traje. Sobre todo porque era el único que tenía, desde mis dieciséis años y obviamente ya me estaba quedando pequeño. Mi paquete había crecido con los años, al parecer, porque antes no tenía ninguna molestia.

Me agaché a recogerlo y lo coloqué en la silla.

—Ahora vamos a hacer algo muy, muy divertido ¿De acuerdo? —le dije, y empecé a darle unas vueltas en la silla, lo cual me pareció una buena idea para mantenerlo contento unos segundos, mientras mantenía un ojo en Eunbin para que no se llevara nada a la boca de nuevo, pero después de unos segundos me emocioné con las vueltas y empecé a darle rápido, su risa se apagó y su cara se puso pálida. Y luego hice algo estúpido, porque detuve la silla y me agaché para ver que había de malo con él. Y Taeseulrud vomitó en toda mi camisa.

Mucho vomito color amarillo canario llenó mi camisa.

—Mierda —susurré con los ojos cerrados, pero luego el niño chilló fuertemente como solo él lo hace y de alguna manera Eunbin se contagio su tristeza y empezó a llorar también. Tomé aire profundamente y grité lo más fuerte que pude— ¡Yeeun!

Maniobré con los botones de mi camisa para no tocar el tierno y nada asqueroso vomito de mi adorable hijo y Yeeun abrió la puerta. Ella miró a los niños como si no entendiera lo que eran y luego se me quedó viendo a mí, como si deseara mi cuerpo mientras sacaba mi camisa. Bueno, no la culpo, sé que soy sexy.

—¿Qué necesitas? —preguntó con su voz profunda sin dejar de verme.

—¿Puedes conseguirme una clase de cochecito para dos niños? —le pregunté, caminé al sillón dejando al enfermo Taeseulrud llorando, tomé mi cartera de mi chaqueta y saqué varios billetes de cien— necesito otra camisa también, de cualquier color menos rosa o algo marica como eso. Aquí tienes setecientos dolares, ven cuanto antes.

—Uhmm, está bien —asintió, tomando el dinero de mis manos— ¿Que talla eres?

—No lo sé —Agarré mi camisa tratando de no tocar el vomito y se la lancé a ella— ahí lo dice... y por cierto, está cubierta de... —su jadeo furioso y la manera en la que tomó la camisa como si estuviera radioactiva me dijeron que ya lo había notado— vomito, lo siento.

—Está bien, trataré de tenerlo rápido —aseguró y me dio una mirada sucia antes de salir por completo. Gemí de nuevo y me puse la chaqueta para no tener tanto frío.

—Por favor, por favor, dejen de llorar —rogué, mirando de Eunbin y a Doyoung una y otra vez, sin saber muy bien a quien debía de ir a consolar primero. Me acerqué a Eunbin, la ganadora, y la tomé en mis brazos, lo que hizo que el celoso de Taeseulrud llorara más fuerte— eso te ganas por ser el enfadoso.

{}

Reí estruendosamente de nuevo y acomodé a Taeseulrud en la cámara de mi computadora para que su cara se viera mutante, mientras Eunbin y yo nos veíamos pequeñas y raras detrás de él y tomé la foto. Entonces la vi y me estuve riendo como por dos minutos, lo que los hacía reír a ellos. Amaba esa aplicación.

—¡No, Jae! —gritó Yeeun realmente fuerte desde afuera y luego se escuchó un tipo riendo. Esperé que fuera su amante o algo por el estilo— eres malditamente molesto.

Entonces entró con un cochecito doble que era realmente lindo. Una parte era rosa y la otra era roja.

—Genial —dije, y me levanté con ambos niños en mis brazos para colocarlos ahí. Una vez que estuvieron amarrados, como Dios manda, levanté mi vista a Yeeun y esperé que me diera mi camisa, pero después de un minuto donde ella sólo me veía a los ojos, como preguntándose porque no la dejaba de ver, tuve que preguntar— ¿Y la camisa?

Entonces sus bonitos ojos castaños se ensancharon y ella perdió el habla por unos segundos.

—Se-se me olvido —admitió, luciendo realmente arrepentida. Llevó las manos a la pequeña bolsa en su escote y yo odié cuando mi vista se desvió hacia ahí, entonces sacó unos billetes y me los entregó— de verdad lo siento, simplemente se me olvido... estaba pensando en otras cosas y yo... lo siento, Kang.

—Bueno, ya qué —suspiré y me encogí de hombros— gracias por esto. Iré a dar una vuelta para que se despejen o lo que sea, vuelvo en un rato.

—De acuerdo. Uh... mi hermano está aquí, no importa ¿cierto? Él va a esperar hasta que salga para llevarme a casa.

—¿Ah? Sí, no te preocupes. Puedes invitar a quien quieras cuando sea —aseguré con una sonrisa y ondee una mano hacia ella sin mucha importancia. Era mejor para mí que estuviera perdiendo el tiempo con alguien a que decidiera ir a manosearme sutilmente cuando estuviera aburrida.

Tomé mis llaves y mi cartera, me colgué las dos pañaleras, una de cada lado y salí de mi oficina detrás de Yeeun.

—¿Tú? —preguntó una voz de hombre medio conocida y levanté la mirada para encontrarme a Rosito Fresito, sentando en la silla de Yeeun y mirándome feo, como si yo hubiera tomado a su novia y me la hubiera llevado arrastrando por medio Londres.

—¿Que demonios haces aquí, Rosito? —pregunté, frunciéndole el ceño a Yeeun, quien se asustó un poco por mi pregunta ruda y se acercó al chico.

—Es... es mi hermano —contestó Yeeun mirándome de una manera suplicante— Jaebum, ella es MI JEFA Seulgi. Seulgi, este es mi hermano, pero... ¿Se conocían?

—Sí, Yeeun —contesté enojada antes de que su estúpido hermano lo hiciera— este chico tomó a mi novia como todo un violador y se la llevó en su hombro en contra de su voluntad, llamándola loca y quien sabe que mas cosas. No somos precisamente mejores amigos.

—Amiga, necesitas enserio relajarte —dijo él, parándose y caminando hacia mí— Irene estaba a punto de tirarse al Támesis ¿Qué demonios querías que hiciera? Encontrar gente que necesita ayuda es mi trabajo.

—Jae, por favor —le dijo Yeeun entre dientes.

—No importa —negué con la cabeza, porque de verdad no tenía ganas de pelear con ese pelirrojo estúpido y suspiré— vuelvo en un rato.

Real life, Real Love (Seulrene G!P)Kde žijí příběhy. Začni objevovat