Capítulo 30

711 95 8
                                    

Moví mis piernas todo lo que pude para pegarle en las bolas pero era anatómicamente imposible porque mis piernas resultaban demasiado cortas, mordí su hombro dos veces pero luego me dio asco pensar en que quizás era un vagabundo y dejé de hacerlo, mis brazos golpeaban su espalda y nada de eso parecía detenerlo. Lo peor de todo era que el hombre se había metido entre calles solitarias y no había nadie aparente que escuchara mis gritos y viniera a ayudarme.

—Por favor, por favor no me haga nada —rogué llorando cuando me di cuenta de que no iba a poder hacer nada por mí misma. El tipo soltó una risa sin mucha gracia y me acomodó en su hombro.

—No te voy a hacer nada, entiéndelo. Sólo quiero ayudarte —murmuró, de una manera muy creíble, pero yo no era tan ingenua— mi hermano trató de suicidarse también, hace un año, y lo llevé a este lugar justo como te estoy llevando a ti, pero lo ayudaron.

—¡QUE YO NO ME QUERÍA SUICIDAR! —grité cansada y gemí de frustración— y aunque lo hubiera tratado, cayéndome del puente no hubiera podido.

—No por el golpe pero por el agua. Te daría hipotermia en un segundo y te ahogarías. La negación es el primer paso, lindura.

—¡NO ME LLAME LINDURA, VIEJO VIOLADOR! ¡Y NO ESTOY EN LA MALDITA NEGACIÓN!

—No soy un viejo y mucho menos violador, por dios santo —se burló y dio vuelta a la calle— estoy seguro que a los 26 aun no cuento como viejo, niña. Y jamás sería un violador.

—No me interesa cuantos años tienes, me das miedo y no te creo nada. Me estás llevando en tu hombro a no sé donde a hacerme no sé que cosas. Mi novia se va a desesperar y tengo que ir por mis hijos —dije, con la voz completamente cortada al final y luego comencé a llorar, por un montón de cosas.

Se suponía que hoy sería mi día especial. Mi día de descanso de los niños. Mi cita con Seulgi. Mi segunda primera vez. Se supone que este día sería todo bonito y terminaría todo perfecto. Pero empezó siendo un maldito desastre y terminó conmigo siendo llevada en el hombro de un tipo hacia un manicomio o hacia un baldío abandonado.

—Eres muy chica para tener hijos —masculló el tipo— ¿También estás drogada? ¿Te imaginas a tus hijos y a tu novio, por eso te querías matar, porque no tienes nada de lo que quieres?

—¡¿POR QUÉ NO PUEDES ENTENDER?! —le grité entre lagrimas. Mi garganta ardió y el tipo gimió ante mi voz destruyendo su tímpano— NO ME QUERÍA MATAR. TENGO NOVIA Y DOS HIJOS. ESTOY PERFECTA. SOY NORMAL Y FELIZ. NO TENGO NINGÚN MALDITO TRAUMA. Y NO ESTOY JODIDAMENTE DROGADA.

—El odio hacia tu ayudante es una de las fases, pronto pasarás por la resignación, luego negociaremos y finalmente pasaras por la aceptación. Y quizás después de ser curada y estar limpia de drogas, puedas conseguir novia e hijos.

—Por el amor de Dios —murmuré, más allá de lo frustrada. Este hombre no podía ser más estúpido, de verdad. Y sus malditas palabras eran tan suaves y calmadas que en poco tiempo yo misma iba a empezar a creer que me quería matar de verdad y que estaba inventando a Seulgi y a mis hijos.

—Estamos aquí —exhaló el tipo después de unos segundos y para mi sorpresa, era de verdad un lugar que parecía ayudar a locos suicidas, se llamaba "De Vuelta a la Vida" y una frase debajo del nombre decía "todos podemos alcanzar nuestros sueños, sólo necesitamos un poco de ayuda"

—Esto no está pasando —susurré, porque todo era tan malditamente surrealista. El tipo de verdad estaba haciendo la buena acción del día, tratando de salvarme. De pronto me sentí mal por ser alguien normal y no ocupar esto. Si fuera una chica suicida de verdad, nadie aparecería a mi rescate— ya me puedes bajar. Te prometo que no correré ni nada.

—Incluso si trataras de correr, yo te alcanzaría —aseguró, doblando sus rodillas para que yo pudiera bajar bien. Cuando la grava se incrustó en mis pies desnudos recordé que mis zapatos ahora estaban contaminando el río Támesis.

—Estoy descalza —me quejé, maldiciendo más y más a este buen ciudadano. Se acercó a ayudarme como el ángel buen samaritano que era pero lo alejé con una mano y me fui caminando como pingüino, ignorando el maldito dolor y bajando mi vestido para que nada se me viera hasta la entrada del lugar— una última cosa, amigo: no necesito estar aquí ¿De acuerdo? Sólo usaré el teléfono para llamarle a mi novia.

—Mira —empezó a decir, mirando al cielo un segundo como si no supiera que hacer y pasando su mano por su cabello, que en la obscuridad lucía rubio pero ante la luz se notaba naranja— ya estamos aquí. Sólo déjanos ayudarte.

Por Dios, de verdad que estos británicos hijos de Dios no aceptan un maldito "no" de respuesta. Quiero decir, en mi país definitivamente nadie me hubiera tratado de ayudar, o hubiera insistido tanto en llevarme a este lugar. De hecho, creo que si alguien me hubiera encontrado tratando de suicidarme en mi país, la gente me hubiera aplaudido y animado para que siguiera adelante y lo hiciera de una vez.

Me quedé mirando al tipo un segundo, sosteniendo la puerta del lugar en mi mano derecha, pensando en lo que iba a hacer. Su cabello pelirrojo estaba despeinado hacia todos lados luciendo adorable, sus ojos marrones seguían mirándome con preocupación y su boca llena y roja estaba torcida en una mueca. Era tremendamente guapo. Eran tan guapo que si yo hubiera visto su cara cuando me agarró por primera vez, no hubiera luchado tanto. Era tan guapo, que tomé una decisión apurada y tonta como todas las decisiones que he echo alguna vez en mi vida. Decidí mentir un poquito, sólo para dejarme ayudar por ellos y después decir que ya estaba curada para llamar a Seulgi y pedirle que viniera a recogerme. Con suerte ella estaría sobria para cuando yo llamara, usualmente después de unas horas ella se recupera sola.

—De acuerdo —susurré, dándole una pequeña sonrisa y sintiéndome bien por la expresión de alivio de su cara. Que hombre más tierno, preocupado por mí y todo. Y no estaba siéndole mentalmente infiel a Seulgi, ese tipo tenía 26 años y si lo mío con Seulgi ya era ilegal, definitivamente tener aunque sea la más mínima cosa con este hombre sería muy ilegal. No es que me importara averiguar que tan ilegal podría llegar a ser, no tenía porque interesarme eso. Pero de todos modos, era totalmente guapo. Totalmente viejo, pero totalmente guapo. Y tierno Oh, cielos— voy... voy a aceptar su ayuda y... uhmm, tratar de mejorar y poder ayudarme a mí misma.

—Genial. Genial, en serio, te prometo que aquí podrás ser la versión buena de ti —me dijo, poniendo un segundo su mano en mi hombro y luego quitándola inmediatamente de modo que no podía pensar que era inapropiado— la señorita está ocupada con alguien, pero en un segundo nos atenderá.

Asentí hacia él y entramos, la calefacción casi me hace gemir de gusto y me senté al lado del tipo guapo en el sillón de la sala de espera. Miré hacia todos lados. Las paredes eran como de una clase de hospital para niños. Arco iris pintados por todos lados y colores alegres. A mí no me gustaban y al parecer al chico emo sentado a mi lado siendo amarrado brazo a brazo por su madre tampoco le gustaban.

—¿Cual es tu nombre? —preguntó el tipo guapo para deshacer el nudo de incomodidad.

—Joohyun, pero puedes decirme Irene—respondí, acomodándome en el sillón para mirarlo de frente— ¿Y el tuyo?

—Jaebum, Im Jaebum. 

Real life, Real Love (Seulrene G!P)Where stories live. Discover now