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𝐚𝐫𝐫𝐞𝐩𝐞𝐧𝐭𝐢𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐠𝐮𝐢𝐫 𝐯𝐢𝐯𝐚

A la mañana siguiente, lo primero que vio Clara nada más abrir los ojos fue a Klaus

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A la mañana siguiente, lo primero que vio Clara nada más abrir los ojos fue a Klaus. O, bueno, su pecho. El híbrido la tenía envuelta con sus brazos mientras dormía pacíficamente, con su cabeza apoyada en la de Clara, pero el agarre no era de hierro. Clara no tuvo dificultad en salir de sus brazos, moviéndose lo más lento que pudo para no interrumpir su sueño. Una vez incorporada en su cama, contempló qué cosas podría hacer.

Podía seguir en su cama, observando a Klaus. O podía intentar dibujarle, como él hizo una vez con ella. Clara observó su escritorio con pereza, no tenía ganas de levantarse, pero tampoco de quedarse tumbada. Finalmente, optó por darse una relajante ducha.

Esta vez, sí que podría darle buena cara, pues ya no se estaba muriendo y seguro que seguía oliendo a putrefacción.

Había una gran probabilidad de que aquel pensamiento fuera una inseguridad de Clara. Klaus tenía olfato sobrenatural, si oliese mal no hubiera... No se hubiera acercado tanto. Toda la paranoia se disipó de su mente al recordar los hechos ocurridos el día anterior. Y no solo los que compartió con Klaus.

Clara sabía perfectamente que en cuanto diese un paso fuera de su habitación, tendría que hacer frente a sus sentimientos. Eso la aterraba, en cierta manera. Si hubiera sabido que sobreviviría, no se habría lanzado con Stiles. Porque ser curada significaba que Klaus seguía vivo y ella quería estar con Klaus.

Clara quería estar con Klaus.

La híbrida se permitió olvidarse de sus preocupaciones por el momento. Como había pensado antes, en cuanto diese un paso fuera de su habitación se enfrentaría a sus dilemas; no ahora. Sabiendo que Klaus aún dormía, se quitó la camiseta que llevaba y se metió en su cuarto de baño. Metió su ropa interior en el cesto de la colada y observó su figura desnuda con recelo; la mordida de hombre lobo le había quitado cierta autoestima. Ver su piel blancuzca y sin vida convertirse en lo que era antes le hizo sentirse más segura de sí. La sangre de Klaus la había curado, pero eso no podía arreglar el nido de pájaros peludo que tenía en su cabeza.

Movió la mampara traslúcida de su ducha y se metió en ella. Encendió la alcachofa y esperó a que el agua se volviese caliente bajo la lluvia artificial. El agua fría no le molestaba, pero pretendía darse una larga ducha y prefería el agua caliente, ahora que no sentía que su cuerpo estaba en llamas. Cerró los ojos por unos segundos, hasta que escuchó la puerta abrirse.

-¿Qué quieres, Klaus?

Las palabras no salieron de su boca como un quejido irritado, sino como un sereno susurro. Clara escuchó con atención el silencio del Original, esperando su respuesta. Su silencio fue acompañado con el ruido del agua cayendo contra el plato de la ducha. Klaus no respondió con palabras, sino con actos. Clara miró con una ceja alzada al híbrido cuando la mampara fue abierta y se encontró con su sonrisa.

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