Buenos Momentos (GO Drabbles)

Carta Secreta

Contexto: Zira es un escritor fracasado que está a punto de rendirse con sus sueños. Las repentinas cartas de amor y aliento que empieza a recibir le levantan la moral. (Fanfic de tres partes)

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Si un buen pastel de crema y fresas no le levantaba el ánimo, entonces sabía que estaba realmente mal.

Azira removía apáticamente los pedacitos de pastel de su plato, sin poder apartar la vista de la carta de rechazo de la editorial Edén. "Lamentamos informarle que su novela, Fluffy Angel, no reúne las condiciones que nuestra empresa busca para una publicación. Su trama es simple y carente de dinámica, los personajes se muestran por momentos demasiado sentimentales y el desenlace necesita ser reescrito hacia algo más realista..."

"Trama simple... estuve dos meses haciendo borradores para pensar en una trama agradable" pensó alicaído. "Trabajé sin descanso para crear personajes bonitos, románticos, que mostraran una relación sana y con final feliz".

Se sonó la nariz, dejando definitivamente su pastel. ¿Por qué le dolía tanto ese rechazo? Ya lo habían rechazado de varias editoriales más. Pero quizás, pensó deprimido, se trataba de que el director de Edén, el señor Gabriel, lo había mirado mal desde un principio. Tal vez a su novela le faltaran cosas para hacerla más realista, pero aquel hombre le había dirigido de plano una mirada que decía muy a las claras lo que pensaba de un hombre de mediana edad que escribía novelas de amor.

" Fracasado".

Cómo si un hombre de su edad no tuviera siquiera derecho a pensar en relaciones románticas dulces, sin morbos. ¿De verdad estaba condenado a no poder hacer su sueño realidad? Él solo quería ver publicada una novela suya, aunque sea una, dónde el amor triunfara y la gente se quedara con una sensación cálida en el pecho después de leerla. Con desazón tomó una hoja borrador con la primera parte de Fluffy Angel.

"A lo mejor Gabriel tiene razón. Esto no es más que basura sentimental" pensó llorando unas lágrimas y abandonando el restaurante a las prisas, sin ver como su hoja salía volando y era tomada del suelo por un camarero. Crowley, que siempre lo atendía con esmero, la leyó en silencio en medio del local vacío y se estremeció.

"Es precioso. Esto es tan precioso como lo es él" pensó con el corazón latiendo fuerte por la cantidad de poesía que había en tan solo unos párrafos.