Amor Frutal (tercera parte)

337 86 17
                                    


-¿A dónde vas?- interrogó Hastur, un murciélago adusto y poco simpático, al ver a su colega Crowley prepararse para volar solo. Crowley se atusó un poco la cabeza y dijo, con firmeza:

-A dónde yo quiera. No necesito tu permiso para volar lejos de aquí.

-¿Vas a ir al bosque otra vez, verdad?- acusó.- Ya sabemos que es allí donde te escapas últimamente. Lo que no entiendo es por qué.

-¿Y qué me importa si lo saben o no? No es un secreto. Me gusta ir a otros lugares y como tengo alas para hacerlo, lo hago. Ahora adiós. No tengo tiempo que perder.

Crowley hacía un recorrido más largo ahora, pues tenía dos objetivos: el primero era volar al norte, donde crecían las ricas bananas que tanto le gustaban a Aziraphale, y el segundo era justamente regresar al territorio de los murciélagos de la fruta, para entregar sus regalos a su nuevo amigo. A veces también le llevaba uvas y sandía, cuando podía robarlas de la casa de algún hombre. Aziraphale no cabía en sí de gozo por sus visitas, pero no solo por la comida. El murciélago negro se había convertido rápidamente en su amigo, y a diferencia de su bandada le tenía mucha paciencia y lo escuchaba siempre con cariño. Esa noche, mientras degustaba un exquisito trozo de sandía fresca, le contó sobre la última aventura de su jefe Gabriel.

-Se le ocurrió explorar la casa de una pareja humana que vive en una cabaña en el bosque, más allá de los límites de nuestro territorio.

-¿Ah, sí? ¿Y cómo le fue?

-¡Pésimo!- contestó Zira tratando de no reírse.- La humana María gritó asustada ni bien lo vio, y el humano José lo corrió con una escoba. ¡Regresó rojo de la pena por haber dicho que sería una incursión fácil!

Crowley rió a carcajadas ante la anécdota, y se balanceó contento sobre su rama.- Mala suerte. Para acercarse a una casa humana hay que ser muy listo, y algo me dice que él no lo es. Se requiere de una gran habilidad.

-Tú la tienes. No me explico como te atreves a acercarte tanto a los humanos y robarles frutas tan buenas... ni siquiera te las puedes comer. ¿Cómo es que eres tan valiente?

"Por ti" pensó Crowley sonriendo e invitándole otro trozo de sandía.

Buenos Momentos (GO Drabbles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora