Amor Frutal (quinta parte)

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Aziraphale dudó un poco al principio, pero finalmente tomó valor y echó a volar lado a lado con Crowley. El viento se sentía maravilloso en su rostro, y con una inmensa sonrisa siguió al murciélago negro cuando éste lo guió hasta su territorio: la montaña.

-Tranquilo, Zira, yo te protegeré de cualquier peligro. Solo mantente cerca mío y llegaremos pronto, te lo prometo.

-Gracias, Crowley... ¡Oh, esto es tan divertido! Nunca había volado más allá del bosque.

-¿Estás asustado?

-Un poquito. Pero, ¡estoy contigo, así que sé que estoy a salvo!

Crowley casi pierde el sentido de la orientación al oír eso, pero se obligó a concentrarse y continuó guiando a Zira. Habían discutido mucho la posibilidad de salir a pasear juntos, puesto que siempre se reunían en el árbol de Aziraphale; el murciélago de la fruta, aunque con evidente temor, propuso que fueran a su hogar. Quería conocer el mundo de Crowley y hacer que su amistad fuera recíproca, y que no solo uno de ellos corriera riesgos noche a noche. Crowley dudó al principio, pues no quería que Zira tuviera problemas, pero éste insistió y finalmente lo arreglaron para esa noche. En realidad, pensó arrebolado, que Zira quisiera visitar su territorio lo hacía inmensamente feliz.

"Los demás se quedarán con la boca abierta al ver que hermoso es" pensó con una risita al acercarse a su cueva y distinguir a Beelzebub y Hastur. Ambos murciélagos no podían creer lo que estaba sucediendo, su amigo Crowley llegando acompañado de un extraño ser que se parecía a ellos, pero no era como ellos. Era de color claro, ojos azules y estaba francamente gordo.

-Crowley... ¿Qué significa esto? ¿Quién es él?- exigió saber Beelzebub, sin dejar de examinar al extraño. Aziraphale tragó saliva pero no tuvo tiempo de preocuparse, puesto que Crowley se apresuró a dar las explicaciones necesarias.

-Es mi amigo Aziraphale. Es un murciélago de la fruta, y vive en el bosque de Tadfield.

-¡Un habitante del bosque!- gruñó Hastur aleteando furioso.- No debería estar aquí. ¡Y tú no deberías ir allí tan seguido! No es correcto.

-Oh, ya cállate, Hastur. ¿Acaso hay alguna ley que prohíba hacernos amigos de los murciélagos de otras colonias? ¿No, verdad? Entonces hazte a un lado. Zira- llamó con dulzura.- Vamos. Quiero mostrarte mi rincón, y mi colección de insectos especiales. ¡Sé que te gustarán!

-Sí... me gustará sin duda conocerte un poco más- asintió volando muy pegado a él para no perderse en los recovecos de la cueva.

Buenos Momentos (GO Drabbles)Where stories live. Discover now