Enemigas Naturales

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AU basado en el Winx Club. Female Zira x Female Crowley.

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El bosque de Tadfield (primera parte)

A Zira le gustaba pasear en bicicleta por el pueblo de Tadfield, pero más le gustaba alejarse para explorar los campos y el bosque. El pueblo era muy pintoresco y no le disgustaba vivir allí, pero lo cierto era que a veces extrañaba Londres. Una ciudad grande, donde ella podía andar a sus anchas sola y a la vez rodeada de gente, visitar librerías y cafeterías a diario. En Tadfield no había tantas diversiones de ese tipo, pero al menos había un bosque grande y misterioso que exaltaba su curiosidad.

-Hijita, el bosque es grande y debes tener cuidado si vas a andar por allí- la previno su madre.- No te aventures demasiado lejos si estás sola.

-¡Ya lo sé, mamá, es solo que estoy segura que en un sitio así encontraré lo que busco!

-¿Hadas?- preguntó la señora tapando una sonrisa.- Zira, ya tienes dieciséis años. ¿No crees que estás un poco grande para creer en hadas?

Zira se sonrojó y salió un poco alicaída, pues sabía que a su edad las otras chicas ya habían desechado aquellas fantasías sobre seres mágicos. Pero ella no. En el fondo de su mente todavía tenía fe en que tales cuentos escondían un poco de verdad, y que si era paciente encontraría...

-¡¡Ahhh!! ¡Aléjense de mí, bestias inmundas!

"¿Qué fue eso?" se preguntó alelada al oír el grito de una chica venir del corazón del bosque. Sin dudarlo siquiera dejó su bicicleta junto a un árbol y corrió, con su falda de tartán enredándose en algunas ramas y su cabello erizándose solo de miedo. Si alguien estaba en peligro debía ayudar, aunque le temblaran las piernas: si no lo hacía y se marchaba, sería una cobarde y no lograría volver a sentirse bien consigo misma. Por eso avanzó hasta el lugar de donde provenía esa voz y se encontró con una joven pelirroja, delgada y exhausta siendo atacada por unas extrañas bestias similares a perros, pero mucho más monstruosos y fieros que un perro normal. Un grito de horror escapó de sus labios y tanto la chica como las bestias fueron alertados de su presencia.

-¿Qué haces aquí?- gritó la pelirroja.- ¡Vete! ¡Huye de inmediato!

-¡Pero estás herida... no puedo dejar a una persona herida sola!- objetó Zira con la vista fija en los perros. Uno de ellos se le abalanzó y volvió a gritar, por lo que la desconocida sacó fuerzas de donde no tenía y le arrojó a la bestia un chorro de fuego que lo hizo retroceder. Aziraphale parpadeó, incrédula.- ¿Cómo... como hiciste eso?

-Las brujas tenemos nuestros trucos. ¡Ahora huye! No puedes hacer nada contra ellos.

"¿Bruja?" pensó la rubia algo mareada. ¡Una auténtica bruja en el bosque! Sabía que debía hacerle caso y huir, pues una humana sin poderes no sería de ninguna utilidad contra esas fieras. Pero algo en su interior se rebeló. Si tan solo pudiera hacer magia de verdad como las hadas de sus libros, no tendría que huir y abandonar a su suerte a aquella joven. No era justo. De pronto y sin notarlo, una fuerte luz surgió de su pecho y empezó a encandilar a los sabuesos monstruosos.

-¿Cómo es posible?- musitó la pelirroja sin poder creer lo que veía.- ¿Una hada... en el mundo humano? ¿Quién es ella...?

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El bosque de Tadfield (segunda parte)

Zira no se dio cuenta que su cuerpo estaba irradiando luz y ahuyentando a los perros infernales como si fueran insectos; la que si lo vio todo fue Crowley, la bruja pelirroja que por un accidente había caído en ese mundo desprovisto de magia y sido atacada por los sabuesos. Crowley no tenía idea de como la habían seguido esas bestias, pero menos tenía idea de como había llegado un hada allí. Sabía, como todo el mundo, que las hadas estaban extintas en la Tierra; y sin embargo, no había duda de que la rubia que tenía delante era un hada, y una muy poderosa a juzgar por toda la energía que emanaba de su cuerpo. Cuando el último perro desapareció la chica abrió los ojos y parpadeó, observando todo a su alrededor de forma confusa.

-Cielos... ¿se fueron? ¿Qué pasó?

-¿Es en serio? Tú los ahuyentaste, los hiciste esfumarse como si nada...

-¿Yo? Pero... pero...

Crowley intentó levantarse pero trastabilló, y Zira corrió hacia ella para ayudarla solícitamente a pararse. Ambas se miraron con interés, pero fue la pelirroja quien rompió el hielo.

-Jamás creí que le debería la vida a un hada... ¿cómo te llamas, niña?

-¿Hada? ¿Yo?- repitió Zira sonrojándose y haciendo que Crowley se sonrojara, pues la rubia era un primor de chica, del tipo inocente que a ella tanto le atraía.

-¡Solo un hada de la luz sería capaz de expeler energía suficiente para ahuyentar a los perros de mi hermana! Por eso sé que eres un hada.

-¿¿Tu hermana te mandó esas bestias??

-Larga historia. Pero... ¿me vas a decir cómo te llamas, criatura?

-Aziraphale. Aziraphale Fell... ¿Y tú?

-Yo me llamo Antoinette Crowley, y soy una orgullosa bruja del fuego.

Zira tenía un millón de preguntas por hacerle a Crowley, todas y cada una de las cuales se agolpaban en su cabeza como un enjambre de moscas. Pero al final, no le preguntó nada: la pelirroja no emitía queja pero temblaba mucho, y advirtió que de su pierna izquierda manaba un hilillo de sangre. Entonces, dejó las preguntas para después y le dijo:

-Crowley, vamos a mi casa. Te curaré esa herida.

-¿Qué harás qué? No, no, no, gracias, pero ya has hecho mucho y no quiero...

-¡Insisto! No puedes salir del bosque sola y en esas condiciones, ¿qué tal que esos terribles sabuesos vuelvan y tú no puedas hacerles frente?

Crowley se sonrojó otra vez y se dejó guiar por Zira con el corazón palpitante, como nunca antes le había pasado. ¿De dónde había salido esa hadita encantadora y tierna que se ofrecía a curar a una bruja sin siquiera sospechar por un segundo? ¿Acaso tenía sangre de ángel para ser tan buena?

"Es maravillosa" pensó con un suspiro tierno que a Zira le erizó la piel. No podía leer los pensamientos, pero estaba segura que Crowley acaban de suspirar por ella.

Buenos Momentos (GO Drabbles)Where stories live. Discover now