PRÓLOGO

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AVISO:

¡HOLA BIENVENIDOS/AS A MI NUEVA HISTORIA!

Muchas gracias por tomarte el tiempo de venir aquí a leer este nuevo proyecto que aún esta en proceso de escritura y que estoy muy emocionada por que lo conozcas.

Si has leído mi otra historia "Ramé"— si no lo has hecho te invito a que lo hagas porque esta muy preciosa, la amo mucho — creo que tienes una ligera idea de lo dramático que me gusta poner las cosas y es por eso que me siento con la necesidad de darles esta pequeña introducción.

Buscando a Alem a sido para mi uno de los retos más fuertes a los que me he enfrentado desde que inicie a escribir, es una historia demasiada intensa, con temas delicados y personajes que ven el mundo de una manera muy diferente a lo que estoy acostumbrada a hacer normalmente.

Esta historia contiene temas como: Suicidio, depresión, acoso, escenas de violencia, maltrato psicológico y físico, criticas sociales y religiosas, los cuales podrían causar un poco de conflicto.

Si eres una persona delicada ante estos temas te pido que medites un poco antes de aventurarte conmigo en esto, y también quisiera aclarar que yo respeto las religiones y creencias de las demás personas, de ninguna manera las opiniones que se muestren en esta historia son creadas con el afán de dañar o herir a alguien, es solo parte del personaje.

Espero que puedan comprender esto y amar la historia tanto como yo lo hago.

Les quiero.

COMENZAMOS, ¿LISTOS/AS?


— Y esta es mi taza favorita, — anunció el hombre de edad avanzada que se encontraba sentado frente a mí sobre su viejo sofá verde. Su mirada parecía perdida en el color anaranjado del traste de porcelana que descansaba entre sus largos y huesudos dedos — mira Alem. —

Lucía tan feliz y confundido al mismo tiempo que cualquiera se volvería loco de no saber que sus actitudes y acciones sólo eran los pequeños estragos que había ido dejando la demencia que había llegado con la edad. Así era él, un día parecía normal y al otro estar viviendo en un mundo de fantasía casi tan perfecto que te hacía sentir celos de no poder verlo.

— No, no es cierto Gabriela. — negué enseguida, esperando que se diera cuenta de su error ignorando por completo el ruido de la lluvia torrencial azota contra las ventanas — Tu taza favorita es la roja. —

Gabriel, el anciano entusiasmado como un pequeño niño en la mañana de navidad me miró con el ceño fruncido, cambiando por completo su actitud antes de comenzar a buscar con la mirada el traste sobre la pequeña mesa cafetera que descansaba a su lado.

— ¡La he perdido, Alem! — exclamó antes de soltar una sonora carcajada, tan fuerte que en algún momento tuvo que abrazar su cuerpo intentando parar el dolor de su abdomen.

No pude evitar unirme a él, había algo en su risa que la hacía volverse como un virus letal que ataca mi cuerpo.

Sabía que era doloroso ver como con el paso de los días su cordura se iba perdiendo junto con el viento del agonizante invierno que inundaba la ciudad, pero verlo reír sin control era mejor que encontrarlo en medio pasillo confundido porque no sabe a dónde ir o por qué está ahí.

— A veces cuando las cosas se pierden uno siempre busca lo más parecido para aferrarse,— jadeó después de unos minutos, cuando pareció recobrar la compostura — así es como funcionamos todos. —

BUSCANDO A ALEM ✔️Where stories live. Discover now