CAPÍTULO 9

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— Adele. — chilló la rara contra mi cuello cuando un nuevo estruendo resonó en el cielo.

— ¡Mierda! — exclamó una voz masculina mientras un par de pasos resonaban en las escaleras, haciendo que como por arte de magia la rara se despegara de mí con un brinco — ¿Tabitha? —

Un hombre de mediana edad apareció frente a nosotras, con el rostro pálido y las manos temblorosas.

Estaba segura de que lo había visto un par de veces en el supermercado, jamás podría olvidar lo alto que era y que Rita había dicho que se parecía a una veterana estrella de rock con sus camisas de vestir arrugadas y medio desabrochadas.

Su cabello castaño oscuro con un par de canas reluciendo sobre él estaba completamente despeinado en todas direcciones, sus jeans estaban llenos de lodo dándole un toque despreocupado y juvenil. Todo lo contrario a lo que su mirada quería decir.

— ¡Papi! — chilló Tabitha apartándose de mí al mismo tiempo en que las lágrimas volvían a caer.

— Cariño, ¿estás bien? — preguntó acercándose a nosotras antes de envolver a la rara entre sus brazos — ¿Están bien? — preguntó clavando sus ojos sobre mi.

Negué señalando la pierna que la rara había puesto sobre mi cuando se hundió en el pecho de quien parecía ser uno de sus padres.

— Creo que me rompí la pierna. — chilló, alzando la mirada para encontrarse con la suya — Ella es Adele, venimos hasta acá para rescatar a Pancho porque se había quedado afuera y no quería que el tornado se lo llevara. —

— ¡Aaron! — gritó otro hombre a lo lejos — ¡¿Dónde carajos estás?! —

— ¡Estamos en el refugio, Tabitha está aquí amor! — gritó el en respuesta — Tranquila cariño, papá llegará en cualquier momento y las llevaremos al hospital, Panchito está bien. — aseguró con una sonrisa torcida antes de mirarme de nuevo — ¿Estás herida? —

Negué enseguida, un poco confundida por todo lo que pasaba.

Solo podía pensar en que si ellos estaban aquí significaba que todo afuera había pasado y de ser así mi madre ya se encontraba en camino a la escuela, alterada por las noticias y fingiendo que le importaba mi vida tanto como la de Rita.

Necesitaba irme.

Me puse de pie justo al instante cuando otro hombre entró al refugio, siendo todo lo contrario al otro señor. Lucía limpio y estaba segura de que su corta cabellera castaña con un par de canas apenas se había despeinado por el fuerte viento.

Estaba aterrado, pero al menos no parecía que en cualquier momento iba a colapsar junto a la rara como el otro hombre.

— ¡Carajo, niña! — exclamó el hombre alterado en dirección a la rara — ¿Cómo carajos se te ocurre salir de la escuela para venir hasta acá? —

— Pancho se quedó afuera, te dije que no tenías que ser tan bueno con él porque después haría lo que quería. — respondió la rara, hecha un mar de lágrimas en los brazos de su padre.

— ¡Raphael, deja de decir tantas groserías en frente de las niñas! — exclamó el veterano antes de mirarme — ¿Segura que estas bien? —

— ¿Y ella quién es? — preguntó el que creía que era el doctor, aunque no sonaba como tal.

— Es Adele. — gruñó la rara antes de darle una mirada extraña.

— ¿Esa Adele? — preguntó el doctor grosero mirando a su hija con una ceja encarnada.

Sus preguntas me hacían pensar que de alguna rara manera ellos sabían de mi existencia y solo podía esperar que ninguno de los dos se lanzara contra mí para cobrar venganza contra mi madre.

BUSCANDO A ALEM ✔️Where stories live. Discover now