CAPÍTULO 3

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— ¡Tabitha, baja de ahí! — exclamó el profesor García antes de soltar un suspiro cansado, era como si a chica rara tuviera el poder de hacerlo acabar con su paciencia de formas que ni el autista podía.

— Espere, ya casi lo tengo. — gruñó en respuesta antes de mirar a la pierna de palo — ¿Segura que puedes sostener la silla? — preguntó preocupada mientras se incorporaba, ignorando por completo los gritos que ahogaba el autista — No es que no confié en ti... —

— No tengo una pierna pero si dos brazos saludables, ahora mueve tu trasero bicolor porque no es que seas la chica mas delgada de la escuela. — dijo mientras señalaba sus caderas anchas con la mirada haciendo que el autista y el chico pelirrojo de intercambio que estaba aquí porque nadie comprendía su idioma raro se sonrojaran — Listo, casi lo alcanzas Tabitha. —

Apenas el club comenzó todos se volvieron locos al ver una pequeña golondrina atrapada en el salón, habían tratado de abrir las ventanas para sacarla pero el ave era tan tonta. Parecía que se negara a propósito a la libertad; no me parecía lógico que no viera a todas las personas detrás de ella tratando de ayudarla y que no dejará de dar vueltas como loca por todo el aula.

Y como no, la rara se había nombrado voluntaria para atrapar al animal mientras que los demás le mostraban su apoyo incondicional. Menos y yo y el profesor, preferí quedarme sentada en un lugar alejado de ellos observando y pensando en qué momento la chica de ojos de colores distintos iría a caer al suelo y se rompería algo.

El profesor García por su parte se mantenía mirando a todos molesto; era tan patético que anhelaba la atención que le otorgaba ser el mediador del club para sentirse importante.

— ¡Aquí lo tengo! — exclamó la rara mientras bajaba de la silla que habían puesto sobre una mesa vieja de madera que los del club de teatro guardaban en el salón — Adiós amiguita. — dijo antes de sacarla por la venta — Y Patricia se fue. —

— No es cierto, — negó la chica alta que estaba a su lado, deteniendo la ventana sin ayuda de alguna silla o mesa pues podía alcanzar con perfección ésta — yo sigo aquí. —

— Tienes razón, necesitamos otro nombre para nuestra amiga la golondrina. — asintió Tabitha antes de mirarme divertida — ¿Te gusta Aurore? — me preguntó.

Aparte la mirada de ella, había estado toda la semana intentando entablar conversación conmigo saludándome cuando cruzábamos en el pasillo, sonriéndome cuando coincidimos en algún salón porque ella iba a visitar a uno de sus miles de amigos o en la salida cuando esperaba a mi madre y mi hermana — quien iba un año abajo que yo — en la acera y ella se acercaba a preguntarme si necesitaba que me llevara. Comenzaba a darme lástima que siguiera intentando cuando yo la ignoraba cada vez.

— ¿Y por qué un nombre femenino? — preguntó el autista con el ceño fruncido — ¿Y si es macho? —

— En ese caso... ¿Kendall? — respondió la rara, apartando su mirada de mí para ver a los demás — ¿Alguien aquí se llama Kendall? —

Todos negaron enseguida.

— Y Kendall se fue. — dijo antes de baja de la mesa.

— Bien, ahora podremos continuar con nuestra sesión del día de hoy. — asintió el profesor García mientras que todos volvían a su lugar con su pareja que había sido asignada en la clase anterior.

Lo que quería decir que la rara estaba a mi lado mirando por la ventana con una pequeña sonrisa. Al menos hoy no se había esforzado para parecer tan rara, llevaba un vestido gris cuadriculado por líneas blancas que le quedaba como una camisa gigante y unas botas negras para la lluvia que le quedaban un poco grandes.

BUSCANDO A ALEM ✔️Where stories live. Discover now