CAPÍTULO 14

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"¿La azotea?" escribí en un mensaje para el pequeño ogro raro que caminaba frente a mi y me había hecho escalar, literalmente, por el muro de la casa

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"¿La azotea?" escribí en un mensaje para el pequeño ogro raro que caminaba frente a mi y me había hecho escalar, literalmente, por el muro de la casa.

La rara miró su celular, cuando este vibro notificando mi mensaje.

— Es que aquí nadie sube, sé que no te gusta estar rodeada de desconocidos o de gente en general. — respondió con una sonrisa torcida mientras daba brinquitos por el tejado de la casa en la que nos encontrábamos, estaba segura de que si daba un mal paso iría a caer de cabeza al jardín.

Aunque tal vez los borrachos serviría como un colchón.

— Ven, tampoco es como si planeara tirarte por la azotea. — dijo con una pequeña sonrisa cuando se sentó cerca del borde, con las muletas a un lado de su cuerpo.

Camine con cuidado hasta su lado.

— Tal vez fue mala idea venir aquí. — dijo con la voz temblorosa mientras abrazaba su cuerpo, tal vez su cerebro acababa de hacer la conexión de que un vestido corto azul marino, con tirantes delgados no era la mejor elección en una noche tan fría como las de esta época del año. — Hace mucho frío.

"Hay algo llamado pantalón, sirve para que no te congeles y puedes combinarlo con chamarras." escribí en un mensaje, esperando que mi opinión descortés sumará puntos a su molestia.

— Claro, porque puedo meter mi pierna por un pantalón. — dijo señalando el yeso que rodeaba su pierna antes de mirarme con cara de pocos amigos. — ¿Hoy estás de buen humor? — preguntó, y enseguida negué. —Carajo, me voy a congelar.

» Además, en parte es tu culpa deberías de ser más considerada. — dijo divertida.

Mi mirada confundida se posó sobre ella cuando comenzó a partir de la risa mientras tomaba mi celular.

"¿Por qué mía?" pregunté.

— ¿Quién me sacó del refugio de la escuela en medio de un tornado? — preguntó divertida.

"Tu cerdo." respondí.

— Pancho fue el motivo, pero tu fuiste quien tiró de mi. — señaló riendo, antes de rodar los ojos. — Y no digas que ibas a ir a buscarlo y yo salte de la camioneta por mi propia cuenta, porque ambas sabemos la verdad. — murmuró mientras se volvía más pequeña a causa del frío.

Sabía que mantener callada a la rara era demasiado complicado, pero esta vez estaba siendo aún más y justo el día en que necesitaba que me odiara para hacer las cosas más fáciles.

Bien, si hacerla enojar no era una opción entonces tendría que usar su lástima para que me dejara ir sin demasiadas explicaciones.

Tire de la chaqueta negra que hasta el momento descansaba sobre mis hombros, cubriéndome del frío y sin muchos ánimos se la entregue.

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