Crónicas Z: La Infección

Parte 2 | Plan B

Los pasos se escuchaban en aquella calle, apenas habían logrado salir con vida de aquél edificio infestado por las criaturas, no era fácil digerir el hecho de que sus padres ya estaban muertos. Y todo gracias a un simple error cometido por uno de los habitantes dónde se habían refugiado, había pasado un día apenas desde que todo comenzó sin ninguna explicación. El joven tomó a su hermana evitando el grupo de infectados que venían por los lados, el chico se sentía acorralado y solo vió en ese momento una salida.

— Elena, tenemos que separarnos... — Dice el joven hacia su hermana, habían conseguido un pequeño escondite que no resultaría por mucho tiempo - es la única salida los distraere para que me sigan y corre lo más que pueda.

— ¡No! - exclama Elena llorando — Julio nuestra familia murió, si mueres no sabría que hacer.

— Eres mi hermana menor y no permitiré que te muerdan — Responde el chico seriamente, lanzó un suspiro y luego de eso le dio un fuerte abrazo para alejarse de ella sin mirarla.
— Corre hermanita, se que te volveré a ver pronto — Dice saliendo del lugar para llamar la atención de los infectados. Comenzó a correr en dirección opuesta. Se dió la vuelta para dónde estaba Elena y notó que la chica ya estaba corriendo, donde un grupo de infectados la seguía. Sabía que ella era rápida y podría escapar, lo último que vió de ella fue como doblaba en la esquina perdiéndose de su vista, el chico siguió corriendo tratando de escapar de aquellas criaturas que buscaban de comerlo. Llegó a una calle donde ubicó un taller mecánico y entró para buscar algo que le pudiera servir y defenderse, logró tomar una llave de auto y golpeó a un infectado que tenía casi cerca, salió de nuevo hacia la calle qué para su suerte escuchó un camión aproximándose hasta aquella calle, observó que eran militares y un grupo se bajó disparando hacia los infectados. Se acercó hasta ellos con las manos en alto cuando se percató que le apuntaban.

— No me han mordido — grita caminando lento — soy policía o lo era antes de que iniciara todo este caos — dijo acercándose un poco más hasta donde los militares, el más cercano lo revisó e hizo seña para que le dieran paso y subiera al camión.

— ¿Cómo te llamas? — le pregunta un hombre corpulento, supuso que era quien estaba al mando.

— Me llamo Julio, trabajaba para el lado de investigaciones especiales en el cuerpo policial — Responde el chico secando el sudor de su frente — Por favor necesito que me ayuden a encontrar a mi hermana, nos separamos para desviar a los infectados.

— Está bien, pero necesitamos personas que nos puedan colaborar. La corporación de fármacos que buscan la cura para el virus necesita gente especializada en áreas policiales, militares, marinas y aéreas. — El hombre enciende un cigarrillo mientras el camión comienza a andar — Así que es tu día de suerte muchacho, servirás a la República por una buena causa — termina diciendo mostrando los dientes amarillos con una sonrisa,Julio miró a los hombres al fondo notando que habían unos que otros civiles, no le quedaba de otra si llegasen a encontrar a su hermana de nuevo. Al no tener éxito se desviaron hacia el helicoide de caracas, había una gran barricada ya armada y unos cuantos francotiradores la tanto de todo. Los bajaron del camión para dividirlos en gruposy, a los civiles se los llevaron a una zona diferente, mientras que a él y los demás los guiaron a la zona más alta, entraron al lugar por un amplio pasillo de color blanco. Sus pasos sonaban al unísono mientras caminaban en el corredor. Llegaron a una puerta haciéndolos entrar, donde un grupo de personas estaban reunidas hablando, miró a su alrededor notando que no era el único desorientado. Una mujer escoltada por dos hombres ingresaron a la sala, se veía muy determinada, sus ojos se ocultaban tras unas gafas rectangulares, tenía una cola de caballo y su cabello era de color rojo.