4. Helado.

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Miles de situaciones diferentes pasaron por su mente cuando la idea cruzó por su mente, se había sumido en lo más profundo de sí, imaginando mil y un finales donde Hajoon no se encontraba.

Sonrió cuando en el asiento de atrás, se quedó sola, ignorando a los dos jóvenes que cantaban una canción de la radio.

— Bien, entonces debemos comprar lo de la comida y cena, además de lo que ocuparemos para la fiesta.

— Si, ¿sabes? Debimos comprar un coche más grande.

Danhi asintió de acuerdo.

— No, está bien así Jonnie, nos hubiera costado más trabajo un carro y no lo necesitaríamos realmente, solo somos tu y yo.

— Tienes razón. Es mejor tener una casa bien a un carro grande ¿no?

— Uhum.

¡Claro que no!

Era mejor tener una casa y carro caros, donde ella pudiese comprarse toda la ropa de marca que quisiera y tener una gran piscina.

— …para el Kimchi, y algo de pollo.

— Le preguntaré a mamá como hace el pollo.

— Uhum, tu mamá debería haber participado en un concurso de cocina, ¿sabes porque?

Hajoon enarcó una ceja estacionandose en el lugar vacío.

Dojoon se inclinó hacía él y le susurró.
– Porque estás bien sabroso.

Las mejillas del menor rápidamente se tiñeron de un rojo vivo, y el pelinegro rió satisfecho al ver la tierna reacción de su novio.

Danhi abrió los ojos incómoda, ignorando el hecho de que aquel había sido un chiste malísimo de la era del caldo, porque literalmente frente a sus ojos veía como su hermano buscaba la atención del castaño quien le empujaba suavemente nervioso de que los vieran desde afuera y supusieran algo completamente diferente a lo que estaba pasando.

— De-Debemos ir a comprar las cosas Dojoon.

El mencionado le lanzó una mirada pícara antes de hacer un puchero y aferrarse nuevamente a su brazo.

— ¡Hajoonie! Me dijiste por mi nombre, tu nunca me dices por mí nombre, porfavor no te enojes conmigo~

Hajoon suspiró sabiendo que Dojoon quería su atención y asintiendo acarició sus rizos dándole un beso de piquito.

— ¿Quieres un helado? Yo lo invito.

Dojoon sonrió y soltó su cinturón de seguridad abriendo la puerta rápidamente.

— Vamos, vamos, Hajoonie, ¿que tanto demoras? Oh, Danhi, ¿porque no has bajado?

La joven apretó los labios y bajó lentamente algo cohobida ante lo que acababa de presenciar, caminando lentamente entraron al centro comercial.

— ¿Quieres de fresa o piña coco?

Dojoon miró todo el anaquel lleno de nieves y cosas que ponerle, con los ojos brillosos señaló uno.

— Nunca hemos probado el natural, ¿sabes? Hay promoción.

Canturreó moviendo las cejas en forma sugestiva y cómplice.

— Pide una entonces— dijo el menor buscando en su cartera la tarjeta que tenían por ser clientes frecuentes.

— Danhi— le llamó Hajoon— ¿no quieres uno? Anda pídelo.

Los ojos infantiles de la menor de los Park brillaron idénticos a los de su hermano, pero se resistió a hacer un baile de felicidad, porque esa tienda era una de sus favoritas pese a que nunca había comprado nada allí porque eran muy caros y ella no tenía dinero.

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