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Me quedé junto a Santiago el tiempo que duro consiente porque lo cierto es después de tomar las medicinas suficientes para el dolor en el hombro cayó profundamente dormido a la cama

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Me quedé junto a Santiago el tiempo que duro consiente porque lo cierto es después de tomar las medicinas suficientes para el dolor en el hombro cayó profundamente dormido a la cama.

Baje los escalones y deje a Igancia en la habitacion junto a Santiago, según ella estaría recuperado por la mañana, una vez estuve en la cocina en la mesa del comedor encontré a Julian quien estaba pasando algunos algodones por au frente herida.

- ¿Cómo te sientes? - pregunte mientras acomodaba una de las sillas a su lado.

- Muy bien,no fue grave - esbozo una sonrisa-. ¿Cómo esta Santiago?

- Se pondrá bien - me encoji de hombros-. ¿Quieres que te ayude?

- Yo....  - Julian titubeo unos segundos y finalmente accedió-. Está bien.

Tomé los algodones en mis manos y los impregne de un poco de yodo para después pasarlos por su herida.

- Ya casi esta - sonreí mientras Julian se quedaba mirandome fijamente a los ojos cosa que me incomodo.

- ¿Voy a morirme? - interrogo en tono de burla.

- No es gracioso, sobreviviras - dejé a un lado los algodones sucios y él no me quito si vista de encima.

- ¿Que sucede? - enarque una ceja-. ¿Porque me ves de esa forma?

- Es que tines unos ojos muy bonitos, no se si alguien alguna vez te lo dijo.

- Por supuesto que sí, pero fue ya hace mucho - respondí a su pregunta.

-  Siento curiosidad por saber de quien se trata.

- De mi padre, él siempre lo mencionaba - no quería entrar en detalles, aquel era un tema que no estaba aún dispuesta a compartir con nadie, porque aún dolia.

- Yo.., quizas no debí preguntar.

- No había forma de que lo supieras, ahora debería irme, es algo tarde ya - mire la hora en el reloj de la pared iban a hacer cerca de la una de la madrugada.

Me despedí de Julian y después regresé a mi habitación para dormir.

(...)

El sonido del gallo, la cafetera, el entrar y salir de los empleados. La casa era un desorden desde que Santiago estaba en recuperación, hasta Ignacia estaba agotada. Así que para ayudarle en algunas de las cosas de la casa me ofrecí a cocinar junto a ella. Era nueva en esto, pero los trabajadores no se quejaban de nada.

Santiago tampoco lo haría.

- Ya está - deje los platos encima de la bandeja, le llevaria el desayuno a Santiago a su habitación. Despues hablaría con él acerca de un tema que venia rondando mi cabeza desde hace tiempo.

Suspire e Ignacia se rio.

- No es un ogro - dijo graciosa.

Sólo le dedique una sonrisa y subí hasta su habitación. Toque la puerta tres veces antes de entrar, cuando escuche su voz entre y lo encontré recostado sobre las almohadas, no tenía ninguna camisa puesta y encima de su hombro habia una enorme venda.

Almas SalvajesWhere stories live. Discover now