-20-

25.4K 2.1K 240
                                    

- Santiago, Santiago créeme

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

- Santiago, Santiago créeme.... – susurre moviéndome de un lado a otro, abrí de golpe mis ojos y lo primero que vi fue a Santiago rodeándome con sus brazos.

Lo aleje de un solo movimiento mientras me tapaba con las sábanas.

- No me toques – gruñi molesta y él se hizo a un lado.

- Luciana...

- No creas que te perdono, lo que dije abajo ha sido nada más porque sabia que podias matar a julian, eres una bestia cuando te ciegas por el odio.

- Yo quiero que me escuches..

Ignacia apareció en aquel momento sus ojos arrugados se fijaron en los de él.

- Vete, no es bueno que estes aquí.

- Luciana por favor hablemos – rogó una vez mas.

- Luciana no está en condición de hablar contigo Santiago, hazme caso y vete.

- Esta bien Ignacia, deja que el señor Rivas hable conmigo – respondí tomando aire-. Quizás aún tenga que decirle muchas cosas.

- ¿Estas segura mi niña?

Asentí a su pregunta y ella abandonó la habitación dejándonos solos.

- Se que soy al ultima persona a la que quieres ver en el mundo – susurro mientras intentaba tomar mis manos en la suyas pero no se lo permití-. Te pido que no seas tan cruel conmigo.

Aquello me hizo dibujar una sonrisa lastimera en mi rostro.

- ¿Cruel? – enarqué una ceja-. ¿Te parece cruel que no te hable Santiago? ¡Dime ¿que demonios entonces es cruel para ti?, ¿como crees que me siento?! ¿Como crees que puedo estar despues de todo lo que me has hecho? ¡Dime!

- Perdóname...

- ¿Cuantas veces? ¿Cuantas veces mas tengo que hacerlo? ¿Hasta que ya no quede mas de mí?, me quede contigo para darte una oportunidad, te perdone una vez y rompiste la confianza que yo misma había puesto en ti.

Santiago agachó su mirada, intento buscar palabra alguna para decirme.

- Te amo..

- ¡Callate! ¡No te creo nada!

- Luciana es verdad.

- ¿Me amas? No puedes hacerlo Santiago. Me demostraste lo contrario, dijiste, juraste que me potegerias de que nadie me hiciera daño, y tú mismo lo hiciste. ¿Que ironico no? El hombre al que le entrego toda mi vida, el que promete protegerme, es el mismo que me mata con sus palabras.

- Se que el bebé era mio, tú y yo esperabamos un hijo del amor Luciana, aún te amo.

- Sí – limpié mis lagrimas-. Nuestro hijo era producto de nuestro amor Santiago, ese mismo que no te importo pisotear y acabar con el, si tan sólo me hubieras escuchado ese día, nada de esto hubiera sucedido, tendríamos a nuestro bebé, pero una vez mas tu ira, odio y rabia acumulada explotarón contra mí, me destruiste con tus palabras, me mataste. ¡Acabaste con lo bonito que sentía por ti!

Almas SalvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora