Santiago es un hombre cerrado a su vida, dueño de una de las haciendas más importantes de café en Colombia y en el mundo,dedicado desde niño a la tierra que lo vio nacer, su temperamento fuerte hace que todo el mundo le guarde respeto y admiración...
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Estaba Junto a Ignacia en la cocina cuando escuché los pasos de Julia resonar sobre la madera.
- Buenos días nana, ¿Qué hay de desayunar? - dice mientras se acomoda en el comedor. Y dibuja una mueca de desagrado al verme.
Ahí viene de nuevo...
- Hay tostadas con huevos revueltos y chocolate - respondió Ignacia mientras la miraba-. ¿O acaso quieres que te prepare algo en específico?
- Comeré lo mismo que el resto - se encogió de hombros con simpleza.
Ignacia se acercó a la nevera para sacar una jarra y tomó en sus manos el postre que Julián me había traído la noche anterior.
- ¿ Y este pastel? ¿De dónde ha salido?
- Lo ha traído Julián - respondí-. ¿Quieres comer un poco?
- Era de esperarse - escuche la voz de Julia desde donde se encontraba.
- ¿Disculpa? - enarque una ceja mientras mientras mi mirada se centraba en ella.
- Era de esperar que un hombre te trajera algo, con aquello que dicen de las ofrecidas.... - el poderoso veneno salió de sus labios hasta llegar a mí, con la leve diferencia de que está vez no dejaría que nadie volviera a lastimarme.
- Escucha Julia, entre Julián y yo no existe más que una amistad, no trates de crear en tu cabeza o en la cabeza de Santiago historias que no son ciertas, porque no voy a permitir que vuelvan a usar mi nombre como si fuera un trapo sucio sin valor.
- Mi niña - Ignacia tocó mi brazo para que pudiera calmarme pero no fue posible. Estaba furiosa, estaba cansada de la misma situación de siempre.
¿Nadie acaso podía dejar de juzgarme?
- Vamos Luciana, aquí todo el mundo sabe que clase de chica eres, no te hagas una santa, que no te va.
- ¡Julia! - La reprendió Ignacia, no hables se esa forma sin conocer a una persona, no voy a soportar eso en la mesa que todos se sientan a desayunar.
Julia rodó los ojos sin darle importancia a lo que había dicho Ignacia y yo estaba segura de algo, no me quedaría a desayunar con ella en la misma mesa.
- Nos vemos después Ignacia - le di un beso en la mejilla y ella me reprendió por no haber desayunado, sin embargo le explique que ya comería algo por el camino.
La situación en la casa me estaba volviendo loca, no quería que Santiago volviera a creer en cosas que no eran ciertas. Porque la ira hablaba por el mismo antes que la razón.
- ¿Lu? - escuche la voz de Paola a mis espaldas gire mi vista y ahí estaba ella cargaba una olla con leche-. ¿Qué haces tan temprano por aquí?
- No me sentía comoda en la casa,es todo - respondí con una sonrisa.
- Ah, bueno el patrón está con los muchachos mirando unas siembras ¿No quieres ir a verlo?
