-11-

24.9K 2.2K 117
                                    

- ¿Cómo fue que llegamos a esto? - Santiago enarca una ceja mientras toma asiento a un lado mío

Oops! Această imagine nu respectă Ghidul de Conținut. Pentru a continua publicarea, te rugăm să înlături imaginea sau să încarci o altă imagine.


- ¿Cómo fue que llegamos a esto? - Santiago enarca una ceja mientras toma asiento a un lado mío. Me hago la desentendida del tema y giro mi vista hacia otro lado.

- No sé de qué hablas - argumento a su respuesta.

- Sabe de lo que hablo Luciana - suspira-. Tú y yo éramos muy buenos amigos de niños, no puedo decir que ahora te considere o te vea como una amiga.

- No sé a qué quieres llegar y es mejor que mire a ver si alguien ha llegado por nosotros - me intento levantar de allí pero él me detiene jaloneándome de uno de mis brazos.

- ¿Qué demonios...

- Te vas a quedar sentada a escuchar lo que tengo que decir - logra sentarme de golpe-. No te considero como amiga porque te veo como mujer - la distancia entre Santiago y yo se ha vuelto muy corta. Tanto así que puedo sentir su respiración cerca a la mía.

Mis manos se han ajustado a su cuello, porque de alguna manera negarme a lo que estaba sintiendo por Santiago no me iba servir en absolutamente nada. Así que mis ojos hacen contacto con los suyos verdes oliva.

- Yo también te veo diferente - respondo y el me dedica una sonrisa-. Pero se me es difícil creerte... ¿cómo sabré que no vas a lastimarme de nuevo? - enarcó una ceja. Aquello era mi gran temor, por primera vez estaba dejando de lado mi orgullo y eso me costaba. Estaba dejando todo en manos de Santiago para que él me pudiera dar un voto de confianza. Estaba escuchando a mi corazón.

- Te lo prometo - toma mis manos en las suyas les da un beso tierno-. Nunca debí dejarme consumir por la ira.

- Ya no importa - retire una lagrima de mi mejilla.

- Te hice mal, si importa.

- Dije que no importa - le sonreí mientras pasaba mi dedo por sus labios carnosos y rosados. El movimiento fue casi inmediato los labios de Santiago estamparon con los míos, era una necesidad sentirlo de nuevo y me estaba dejando llevar por las emociones. Mis manos se enredaron en su cabello húmedo y sus manos se ajustaron a mi cadera mientras e pegaba más a su cuerpo. El beso parecía eterno a no desparecer.

- Patrón... - la voz de José nos hizo despegar y a mi dar un brinco de encima de las piernas de Santiago.

José se aclaró la garganta.

- La camioneta está afuera - sonrió como si supiera o aprobara lo que fuera a pasar.

- En un momento voy - respondió Santiago.

José salió de allí y nos dejó de nuevo solos. Santiago se quedó mirándome fijamente mientras yo apretaba mis labios.

- ¿Entonces....? ¿me darás una oportunidad?

- Te la daré - dije sin rechistar y el sonrió como un niño al que le dan un dulce o un juguete nuevo.

- Gracias - me robo un beso pequeño de los labios.

Almas SalvajesUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum