-10-

25.9K 2.1K 172
                                    

Dedicado a: Mi padre, mi ángel guardián algún día nos encontraremos de nuevo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Dedicado a: Mi padre, mi ángel guardián algún día nos encontraremos de nuevo.

Me regresé a casa porque sabía que no podría controlar mis sentimientos. Era débil lo admito, quizás siempre lo he sido y esa ha sido la principal razón por la cual varias personas han pasado por encima de mí pisoteandome y lastimandome con sus accciones.

Natalia lo era, mi propia madre me había arrojado a aquel pozo profundo.

No quería pensar en ella,no quería imaginar que era de su vida mientras la mía se transformaba cada día en una forma distinta de dolor.

Hasta este punto Natalia se había convertido para mí en una completa desconocida en mi vida. En alguien ajeno a mí y de la cual no quería tener conexión.

Porque en este mismo momento de mi vida, había soportado los sufrimientos que ninguna mujer estaría dispuesta a aguantar.

Y lo peor de todo aquello... hasta ahora estaba comenzando.

(...)

Miré el calendario, retiré una pequeña y frágil lágrima mi rostro. Suspire mientras sacaba de la mesita de noche la diminuta fotografía en la que aparecía papá.

Era su cumpleaños. Y dolía, dolía recordar la fecha porque era una de las épocas en que más tiempo pasábamos juntos. Dolía saber que ya no lo tenía junto a mí.

Habían pasado algunos meses pero para mí se sentía tan reciente todo. El lugar tampoco ayudaba en lo absoluto. La hacienda era uno de sus principales lugares favoritos en el mundo. Porque para él yo siempre ocupe el primer lugar.

- Luciana, el desayuno esta servido - escuche la cálida voz de Ignacia del otro lado de la puerta.

Limpié mis lágrimas y devolví la fotografía a su lugar.

- Voy enseguida - apenas logre articular.

- Esta bien mi niña - la escuche alejarse de allí.

Me tomé mi tiempo para verme al espejo y peinar mi cabello rizado, aplique un pintalabios color palo de rosa sobre mis labios y pellizque un poco mis mejillas para darles color.

Debía regresar a mis cinco sentidos, o tendría un sin fin de preguntas en la mesa del comedor acerca de mi estado de animo.

Acomode los pliegues del vestido amarillo  que llevaba puesto, era uno de los pocos que me gustaba desde aquella vez en la que Santiago decidió salir por su propia cuenta a buscarme algo de ropa.

Baje los escalones y aquellas miradas se posaron en mí como si en un buen tiempo no me hubieran visto.

- Buen día Luciana - fue lo primero que dijo Santiago en cuanto me vio sentarme en una de las sillas.

- Buenos días - respondí.

Ignacia casi de enseguida sirvio el desayuno a ambos lados de la mesa. Tome la cuchara en mis manos y empece a moverla de un lado a otro.

Almas SalvajesWhere stories live. Discover now