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El avión aterrizó en la capital cerca de las tres de la tarde, no tenía miedo de enfrentar a Natalia, deseaba hacerlo

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El avión aterrizó en la capital cerca de las tres de la tarde, no tenía miedo de enfrentar a Natalia, deseaba hacerlo. Deseaba ver su expresion en el rostro cuando le dijera que venía a reclamar lo que me correspondía como parte de la herencia de mi padre.

Ignacia se quedó a esperar mi regreso en la habitación del hotel en el que nos hospedariamos, no podía dejarla sola en el pueblo. Para mí ella es la persona mas valiosa que tengo a mi lado.

Aquella tarde antes de marcharme a las empresas contacté con uno de los abogados, el abogado Fernández había sido claro, Como hija legítima y única de mi padre,tenía derecho a parte de las ganancias que había obtenido la empresa en mi ausencia, ganancias que optuvo Natalia a costillas de mi sufrimiento en la hacienda de los Rivas.

- Bienvenida señorita Luciana - susurró el jefe de seguridad de la empresa antes de cruzar las puertas y dirigirme a la oficina de Natalia.

- Gracias Alfonso, quizás me veas más seguido.

Crucé el pasillo y tomé el elevador tecleando el piso correspondiente, este se detuvo y las puertas se abrieron revelando un ambiente diferente al que mi padre manejaba cuando estaba con vida. La tensión se podía respirar por todo el lugar, los empleados parecían atareados con todas las funciones.

Aquello no me sorprendía de ella.

- ¿En que puedo ayudarle señorita? - una chica de cabellos cortos y castaños se cruzó en mi camino antes de seguir hasta la oficina de Natalia.

- He venido hablar con Natalia Almeida.

- ¿Tiene cita agendada? - enarcó una ceja.

- No, la señora sabe que vendría, con permiso.

- Pero señorita... - protestó ella y decidí que no iba a dejar que pasará mas tiempo para mi charla con Natalia.

Atravesé las  puertas de la oficina y la encontré con su vista pegada a unos documentos. Me aclaré la garganta y ella dirigió su mirada hacia la mía. Su rostro se congeló.

- ¿Que pasa? Me miras como si hubieras visto un fantasma.

- Luciana, me sorprende tu llegada- dibujo una mueca en su rostro. Era claro que no me esperaba tan pronto y que tampoco le agradaba mi presencia.

- Voy a ser lo más breve posible contigo querida mamita - tome asiento enfrente de ella-. Tienes la opción de irte por el camino fácil o el difícil. Lo que mas recomiendo es irnos por el mas sencillo y el legal. ¿Comprendes?

Natalia soltó una  carcajada limpia.

- ¿Vienes a ponerme condiciones? ¿Tú a mi?

- Así es - dibuje una sonrisa.

- No voy a darte nada - se levantó de la silla y me rodeo-. Debiste quedarte en medio del estiércol de vaca.

- Quiero la mitad de las ganacias de la empresa, asi como también el dinero que mi padre mi dejó. No me iré de aquí hasta que firmes un papel en el que aceptes las condiciones que te doy.

Almas SalvajesWhere stories live. Discover now