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Acabo de llegar de Mateo y en este momento me encuentro tocando timbre.

—Hola lindoo—dije ni bien abrió la puerta y me colgué encima suyo.

—Hola wacha—saludó con la mano a mi vieja que seguía en el auto y entramos.

Me dirigí para el living a saludar a Emilio (su hermanito menor) que estaba mirando la película "buscando a nemo".

—Malísima esa peli—el nene al escuchar mi voz se dio vuelta rápido y una enorme sonrisa se le formó en el rostro al verme.

—Micaaaa—gritó parándose del sillón para venir a abrazarme.

—Hola peque—le devolví el abrazo—¿Como andas?—.

—Bienn—dijo seperandose de mis brazos—¿Ves la peli conmigo?—me pregunto haciendo puchero y antes que pueda responderle Mateo hablo por mi.

—No, ella se va conmigo—me agarro del brazo y se empezó a dirigir a las escaleras.

—después vemos una Emi—grite desde el segundo escalón.

Subimos a su cuarto y una vez que ambos entramos cerramos la puerta.

—¿Tu viejo?—le pregunté mientras dejaba mi bolso en el piso.

—Trabaja, en un rato viene—asentí.

Empecé a sacar todas las cosas que había traído para hacer la remera: lentejuelas, colorantes, fibrones, pedazos de tela de colores, brillantina y un montón de boludeces que podrían servir.

—Bueno ¿empezamos?—dije una vez que apoye todo sobre el escritorio que por suerte era bastante grande.

—Si, bancame que voy a buscar mi remera.—asentí y mientras Mateo revolvía todo el placar en busca de su bendita remera yo busque ideas en Pinterest para copiar.

Empezamos tiñendo las remeras, la mía de rosa flúor y la de Matu azul. Una vez que se secaron en la estufa las cortamos, a la mía le corté el cuello dejando un grande escote y la espalda para que esta quede completamente al aire, a la de Mateo simplemente le cortamos las mangas desde la cintura hasta los hombros para que se vean sus "músculos" como dijo él. Una vez que ya las teníamos empecé a coser las lentejuelas plateadas en mi remera formando un 20 y después hice lo mismo en la de Mateo. Ya casi terminando Matu quizo coserle un escudo de Boca porque nunca falta su lado fan así que lo ayude ya que lo único que hacía era pincharse.

Después de tres largas horas terminamos con nuestras remeras que a decir verdad habían quedado re buenas.

—Al fin boluda ya me duele la mano—dijo mientras sacudía su muñeca.

—Que exageradooo, si vos no hiciste nada-dije levantándome de la silla y acostándome al lado de el.

—¿¿te pensas que cortar las remeras no cansa??—dijo haciéndose el ofendido.

—Mateo acabo de coser 400 lentejuelas y vos te quejas de cortar una remera—dije tirándome encima suyo.

—No quisiste mi ayuda—dijo justificándose.

—Y si solo sabes pincharte con la aguja—contraataque riéndome mientras recordaba sus gritos cada vez que se pinchaba.

—Bue bue ya está—sonreí victoriosa porque sabía que cuando Mateo corta la discusión es porque sabe que tengo razón y él se quedo sin argumentos.

Nos quedamos los dos abrazaditos en su cama en silencio mientras él me hacía mimos en el pelo.

—Eheh ponete los anteojos que te hice así te saco una foto para subir—me dijo haciendo puchero.

Enséñame //Mateo Palacios//Trueno Where stories live. Discover now