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Isabella fue a abrir la puerta y enseguida el Palacios menor apareció ante mis ojos.

—Micaaa—me abrazo colgándose de mi cuello y yo me levante del sillón.

—¿que onda enano?—deje un beso en su frente.

—re bien Mica, no sabes todos los juguetes nuevos que tengo para que juguemos juntos—me dijo con una sonrisa y los ojos le brillaban.

—Eh Sisi, un día podemos jugar—le dije acariciandole la cabeza y yendo a saludar a los demás.

Manu se levantó del sillón junto a mi y me acompañó hasta donde estaban los Palacios.

—Juli—dije con una sonrisa y la abracé.

—Hola mi amor—me dio un beso y nos separamos para que ella saludara a Manu.—Manu tanto tiempo—le dijo con una sonrisa.

—Sii, hacía bastante ya que no nos veíamos—la saludó con un beso.—Pedro—dijo ahora dirigiéndose al Palacios mayor.

—¿como andas Manucho?—lo saludo con una sonrisa.

—todo bien por suerte—le devolvió la sonrisa y mientras yo saludé a Pedro él se puso a hablar con Mateo.

Los mayores pasaron a la cocina para charlar y ponerse al día dejándonos a Emi, Isa, Manu, Mateo y yo en el living.

—que onda cara de verga—le hablo mi hermana a Mateo para cortar un poco el incómodo silencio.

—Veo que nunca vas a dejar de llamarme así—le sonrió el morocho.

—Y no—levantó los hombros—¿todo bien?

—Sisi y ¿vos?—preguntó él—hace mucho no nos vemos.

—Ahre que nos vimos la semana pasada antes de que viajen—dijo mi hermana.

—Es verdad aunque no me diste mucha bola—hizo puchero y me dejo muerta de amor.

—Bue—rodeó los ojos Isabella.

—CHICOS A LA MESA—grito mi vieja desde la cocina y gracias a Dios porque ya se estaba poniendo bastante incómodo.

Fuimos los cinco a sentarnos, nuestros viejos ya estaban acomodados en sus lugares y mi mamá estaba empezando a servir los ravioles. Yo me senté entre medio de Manuel y Emilio y enfrentado a mi tenía a Mateo junto a mi hermana y Pedro.

—¿y chicos como la pasaron? Cuenten algo que acaban de llegar—hablo Juli con una sonrisa.

—re bien—dije sonriendo y Mateo me miraba atento—estuvo buenísimo todo, las actividades estaban re piolas, bueno las que fui porque en dos ocasiones me quedé dormida y me las perdí—dije provocando la risa de los mayores.

—¿boliches cerraste todos no?—pregunto mi hermana emocionada.

—No, a uno no fui porque me sentía mal y en otro...—me quedé en silencio pensando que iba a decir, no podía contarle a mis viejos que me desmaye y perdí la noción y que si no fuera por Mateo y Pedro no se que me hubiera pasado.

—¿en otro que?—pregunto mi vieja ya que me había quedado en silencio.

Inconscientemente mis ojos viajaron hasta Mateo quien me miraba con una sonrisa burlona y después fueron hasta Pedro que me guiñó el ojo indicándome que mi secreto estaba a salvo con él.

—No nada, en otro me volví antes porque estaba cansada—dije un poco nerviosa.

—¿y vos Mateo?—le pregunto mi viejo.

—Si yo también, a uno no pude ir y en los demás me volví antes por el sueño—dijo mientras se llevaba el tenedor a la boca.

—¿por que no pudiste ir?—pregunto Isabella levantando una ceja.

Enséñame //Mateo Palacios//Trueno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora