9

12.7K 592 389
                                    


Las 11 de la mañana, bastante temprano para lo que suelo despertarme.

Me quede acostada en mi cama hasta que se hicieron las 12 y baje a comer, después de repetir tres veces la carne con papas (cuando estoy nerviosa suelo comer mucho más de lo normal) subí a bañarme y a prepararme para lo que me esperaba hoy.

Me llene la bañera y me quede un rato ahí con el agua caliente cubriendo todo mi cuerpo y escuchando música. Estaba muy relajada con los ojos cerrados tratando de evitar a toda costa ponerme nerviosa por lo que fuera a pasar dentro de dos horas.

Finalmente salí y me dispuse a cambiarme, me puse un short de jean con un top blanco y unas vans negras, algo tranqui ya que no tenía ni idea como debía vestirme y más teniendo en cuenta que eran las dos de la tarde por lo que era más difícil vestirse de manera provocativa.

Una vez lista me perfumé y baje al sillón a esperar a que Mateo pasara por mi.

—¿Vas a verte con Matu?—pregunto mi vieja desde la cocina.

—si ahora me viene a buscar—respondí gritando para que me escuchara.

—Bueno yo me voy a dormir una siestita déjale un beso de mi parte—dijo mientras subía las escaleras.

Asentí y me quede sentada en el sillón boludeando con el celular a esperar a que se hiciera la hora.

Media hora paso hasta que escuche el timbre.

Llego la hora, no hay marcha atrás.

—hola—dije ni bien abrí la puerta y me encontré con un Mateo sonriente.

—hola Chanchi—dijo y me dio un beso.

—¿a donde vamos?—pregunté con el ceño fruncido al ver que estaba con el auto.

—de compras—okey esto no era lo que esperaba.

—¿de compras?—pregunté aun con el ceño fruncido y sin entender nada.

—si, ahora subí al auto—dijo yendo hasta este y abriéndome la puerta.

Subí sin entender absolutamente nada y una vez que ambos estábamos arriba del coche este arranco.

Durante el trayecto al shopping ninguno de los dos hablo y eso fue bastante incómodo ya que siempre íbamos cantando y contando boludeces.

—¿por que vinimos acá?—pregunté una vez que llegamos y bajamos del auto.

—Antes de hacer cualquier otra cosa tenes que tener confianza en vos, no podes pretender gustarle a otro si vos no te gustas, así que lo que vamos a hacer hoy es comprarte ropa que resalte el hermoso cuerpo que tenes—dijo con una sonrisa.

Definitivamente no me esperaba nada de esto pero Mateo era el que sabía de esto así que debía obedecerlo.

Nos adentramos en la primera tienda que había, estaba llena de gente y Mateo rápidamente se puso la capucha y los anteojos para evitar que muchas personas lo reconozcan.

—¿En que puedo ayudarlos?—apareció una mujer alta de unos treinta y algo.

—Hola, me gustaría ver polleras engomadas—dijo Mateo con una sonrisa y yo me sorprendí al ver que sabía lo que se usaba.

—Parece que su novio tiene muy buen gusto—hablo la chica que nos había atendido y antes de que pueda responderle Teo hablo por mi.

—Ser novio de semejante bombón ayuda bastante—y para cerrar me dio una nalgada.

Mis ojos se abrieron como platos y mis mejillas ya no estaban rojas sino que literalmente eran fuego. No podía creer lo que acababa de decir y encima que me haya nalgueado.

Enséñame //Mateo Palacios//Trueno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora