dieciséis.

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16.| DESTRIPADOR.

      Todo se sentía como si estuviera saliendo como se suponía que lo hiciera. Después de todo lo que había ocurrido en Nueva York, Azaelia y Stefan fueron rápidos para escapar a Italia. Azaelia quería estar tan lejos de los demás como fuera posible, y fue por eso que ella permitió a Stefan elegir uno de los lugares a los que él quería ir. Ambos hicieron todo lo que pudieron pensar mientras permanecieron en Italia, y Stefan la ayudó a comenzar a comprender la historia italiana de los Salvatore. Azaelia sentía que todo estaba de vuelta a como era antes de su colapso. Sentía que Stefan hablaba en serio cuando estaban en Nueva York, y eso la hizo sentir mejor con todo.

      Excepto por todo lo que había hecho. Azaelia seguía lidiando con toda la muerte que había causado en consecuencia al acuerdo que había hecho con los originales. Sabía que, tarde o temprano, los originales vendrían tras ella para que continuara con su trato con Klaus para que fuera su bolsa de sangre humana inmortal. Y ahora que ella tenía sentimientos, él iba a tener un momento duro para convencerla de que le diera su sangre, y ella lo sabía. Sabía que él iba a venir tras ella, sin importar qué, lo que la hacía contar sus días.

      Cuánto más sus pensamientos se alzaban en su contra, más quería volver a apagar su Humanidad. Quería apagarlo todo para no tener que escuchar su consciencia, pero sabía que no podía hacer eso. Azaelia no podía volver a no tener sentimientos porque su mente estaba en su contra; ella no era Elena. Debía pelear contra cada pequeña idea oscura, y debía arreglar su vida ella misma. Debía enmendar cada una de sus equivocaciones, lo que fue por qué decidió quedarse con Stefan.

      Él siempre era el que la ayudaba a superar todo lo malo en su vida. Siempre estaba allí cuando ella más lo necesitaba, y ella sabía que él no la dejaría volver a ese camino, no le permitiría recaer en el estilo de vida oscuro que había tenido como una vampira sin emociones.

      Mientras ella permanecía de pie en el balcón del hogar en el que ella y Stefan se estaban quedando, ella tenía sus brazos cruzados sobre su pecho. Sus ojos viajaron por sobre todas las estructuras hermosas y antiguas que la rodeaban, y ella no pudo evitar sonreír ante la idea de cómo lucían cuando eran jóvenes. Azaelia deseó poder ver a Italia cuando había sido creada, pero no cambiaría el ver lo que la rodeaba en ese momento por nada.

      Detrás de ella, descansando en la cama de su habitación, Stefan se levantó y sus ojos se desviaron a la gemela Gilbert. Su cabello ondulado era soplado por el viento, cruzándose en su campo de vista, y él no pudo evitar reír cuando ella comenzó a luchar para quitarlo de su camino. Había notado lo que su estadía en Italia había hecho por ella. Estaba agradecido porque él había sido el que la había alejado de toda la negatividad que la había rodeado en Nueva York. Italia había limpiado a Azaelia, y estaba comenzando a ser la persona que solía ser – un poco mejor, incluso.

      Él arrojó las sábanas lejos de encima de su cuerpo antes de acercarse a Azaelia, sin molestarse en ponerse una remera. Stefan no tenía problema con no usar camisas, sabiendo que ambos tenían una relación con mucha historia. Se sentía cómodo con Azaelia, y sabía que ella nunca haría nada para intentar tomar ventaja de él. Y era igual para él. Ella estaba en un estado frágil, a pesar que habían pasado meses desde que habían dejado Nueva York. Azaelia tuvo meses para curar de todo lo que había hecho, pero aún, seguía teniendo problemas para superarlo todo. Le costaba enmendar todo lo que había hecho.

      Stefan posó sus manos sobre sus hombros, y acarició su cuello con sus pulgares, lo que causó que ella colocara sus manos sobre las de él. Miró por sobre su hombro para encontrarse con sus ojos, y ella no quiso nada más que unir sus labios. Azaelia sentía en su corazón que quería hacer algo, pero sabía que todo seguía raro entre ellos.

      No obstante, era Stefan.

      Él era el amor de su vida, y siempre la había ayudado a juntar las piezas del rompecabezas que era su vida. Stefan siempre había sido el hermano Salvatore bueno, y no le importaba lo que había pasado entre ella y Damon. Lo que tenía con Stefan, siempre sería lo que ella más necesitaba. No necesitaba un chico malo en su vida, necesitaba una persona que haría cualquier cosa para asegurarse que ella estuviera bien y que no estaba atentando contra su propia vida.

      —Buenos días—, Stefan la saludó, y ella le dio una pequeña sonrisa mientras lo observaba. Él presionó sus labios antes de volver a mirarla a los ojos —. ¿Cómo te sientes hoy?

      Ella inhaló profundamente antes de asentir —. Me siento bien... todo lo que pasó, pasó por una razón, pero no puedo simplemente sacar todos los pensamientos oscuros de mi cabeza. Solo puedo pensar sobre las vidas que tomé para que Klaus tuviera lo que quería y--.

      —Shhh—, la cayó Stefan mientras posaba ambas manos sobre su cintura y negó —. No pienses en eso. No haz hecho nada como eso por meses, y tienes tiempo para descifrar todo. No debes permanecer en el pasado.

      —Pero es lo que hice—, Azaelia le recordó, pero sabía a qué se refería. Stefan no la quería castigándose con todo lo que había hecho, sino que se enfocara en su futuro. Quería que ella se asegurara de que iba a vivir la vida que ella quería, y que sintiera que podía hacer lo que quisiera. Ella posó una mano sobre la mejilla de Stefan y acarició su pómulo con su pulgar, y ella inhaló profundamente —. ¿Crees que... después de todas las cosas malas que he hecho, que nosotros dos... podríamos volver a tener lo que teníamos?

      Hubo un momento de silencio mientras Stefan la observaba, y él supo que ella quería hacerle preguntas. Que quería asegurarse que todo entre ellos seguía lo suficientemente bien como para que él considerara volver con ella. Él sabía que era una idea que había estado en su mente por meses, y sabía que, si hubiera pasado por lo que ella había pasado, ella siempre querría volver a estar con él. Siempre le daría otra oportunidad porque no era él. Era el asesino que se volvía cuando bebía sangre y tenía su Humanidad apagada.

      Pero entonces, él respondió.

      —Por supuesto, ¿quieres saber por qué?—, inquirió Stefan, y ella asintió —. Porque incluso después de todo lo que hemos hecho, siempre comprenderemos que no éramos nosotros. No era nuestra intención—, Azaelia le sonrió, y Stefan asintió —. Vamos. Hay algo que quiero mostrarte.

Survival Instinct: stefan salvatore.Where stories live. Discover now