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27.| SALIR AL MUNDO.
Habían tantas cosas que Azaelia había aprendido de su tiempo como vampira, y sabía que aún habían más lecciones pendientes. Sabía que habrían períodos en su vida en que iba a encontrar obstáculos, en que se iba a perder a sí misma y descubriría que debía cambiar un par de cosas. Azaelia no creía que ese período de su existencia eterna llegaría pronto. No creía que debería enfrentar la cuestión de quién era y qué iba a hacer para aprenderlo todo. Debía descifrar cómo formaría el rompecabezas que era su vida para poder ayudar a todos los que amaba.
Azaelia se encontraba sentada en el porche de la residencia Salvatore, y creía que estaba sola. No sabía si sus amigos estaban despiertos, o si quiera si habían notado que ella no estaba bien. Nadie sabía qué sucedía con Azaelia, y creían que ella estaba constantemente mejorando. Pero ese no era el caso. La mujer había pasado por muchos cambios, aprendiendo cómo ser alguien quién no estaba segura de si quería serlo.
Detrás de ella, mientras seguía sentada en el porche, estaba la única persona en su vida que seguía siendo humano. Matt Donovan observó a su amiga de la infancia y hermana de su ex-novia, sus labios presionados en una línea. De entre todos sus amigos, él sabía casi todo de Azaelia. Habían cosas que ella le había contado, y otras que él había descubierto. Él quería ser la persona que podría ayudarla sin importar qué, y eso era lo que iba a hacer.
—Luces como si necesitaras hablarle a alguien—, mencionó Matt al sentarse al lado de Azaelia, y ella miró al chico de ojos azules con una pequeña sonrisa en su rostro. Pasaron un rato así, y él posó su mano sobre su pierna —. ¿Cómo está todo? ¿Cómo estás?
—Oh, ya sabes, lidiando con el problema eterno de descifrar qué voy a hacer con el resto de mi existencia—, respondió Azaelia, y él rió. Ella sonrió mientras ambos se miraban, antes de colocar un mechón de cabello detrás de su oreja —. Siento que estoy atrapada en el mismo espiral. Todo lo que hice, todo lo que voy a hacer... es un ciclo sin fin.
—Todos estamos destinados a los mismos ciclos—, aseguró Matt antes de encogerse de hombros —. Hubo momentos en los que me sentí igual, pero eso es lo que pasa. Vamos a repetir los mismos errores una y otra vez.
—Pero parece como si las Gilbert, o Petrova, siempre seremos las mismas—, le recordó Azaelia, torciendo su cabeza a un lado mientras se volvían a mirar. Ella presionó sus labios al volver a mirar hacia delante, sacudiendo su cabeza —. Solo quiero poder cambiar mi destino, en lugar de continuar con lo mismo.
—No será sencillo—, le recordó Matt, y Azaelia asintió.
—Nunca lo es—, Azaelia se encogió de hombros antes de inhalar profundamente —. Siento que debo salir de Mystic Falls, o el ciclo solo seguirá repitiéndose.
—Si eso es lo que quieres, Az, entonces creo que deberías hacerlo—, contestó Matt cuando los dos cruzaron miradas, y él le dedicó una de sus usuales sonrisas amables —. No quiero nada más que lo mejor para ti, y para todos nuestros amigos. Y creo que si quieres romper el ciclo, entonces deberías irte de Mystic Falls. Tú y Stefan.
Azaelia observó a su amigo de la infancia por un par de segundos, recostándose sobre él y pasando su brazo por sobre los hombros de Matt para atraerlo a ella y abrazarlo. Permanecieron allí de esa forma hasta que los dos se separaron y Azaelia pasó sus manos por sobre sus muslos. Inhaló profundamente por unos segundos antes de levantarse, y comenzó a recorrer el camino hacia la residencia Salvatore. Habían algunas cosas que debía decirle a Stefan.
Pero no sabía qué le diría a sus amigos y familia sobre lo que sabía que iba a hacer. No sabía qué decir respecto a lo que Matt le había sugerido hacer. Quería poder recorrer el mundo con Stefan sin nadie intentando seguirlos y devolverlos a su vida anterior.
Porque sabía que iba a tener problemas para explicárselo a su hermana gemela. Conociendo a Elena, ella iba a tener una mayor opinión que los demás.
