veintiséis.

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26.| APAGÓ SU HUMANIDAD.

      La Gilbert mayor estaba furiosa, y cuando se encontró frente al grupo, ellos lo supieron al instante. Sabían lo que significaba tener a Azaelia Gilbert molesta, y no era algo que apreciaban. No sabían qué le iban a decir, y tampoco sabían qué les iba a decir ella – sin embargo, nunca sabían nada con Azaelia. Ella era un enigma en la forma de una mujer, y habían tantas cosas que podrían haberle hecho y dicho. Pero siempre había algo que la provocaba, y eso era lo último que querían hacer.

      Especialmente porque ella les estaba dedicando su característica mirada asesina.

      —Creí que les dije que no vinieran tras de mí, y fui muy clara—, les habló Azaelia, torciendo su cabeza a un lado, y todos ellos la miraron por un par de segundos antes de que ella negara —. Sé que es difícil para ustedes escuchar las instrucciones más simples, pero no creo que fueran tan densos como para no comprender que no quiero que me salven.

      — ¿Y por qué es eso?—, cuestionó Elena, alzando una ceja antes. Su gemela la miró por un momento, antes de dirigir su mirada hacia el resto de los presentes en la sala de estar —. Queremos ayudarte, ¡fuiste alejada de nosotros y capturada por los Mikaelsons!

      — ¡Lo hice por ti!—, explotó Azaelia, y suspiró pesadamente, pasando sus manos por su rostro. Inhaló profundamente, presionando sus manos juntas, antes de negar —. Les expliqué a ti y a Jeremy que debía hacer algo, ¡y al menos Jeremy me escuchó! Nunca me escuchas, y nunca lo has hecho. Creo que ni siquiera está en tu naturaleza el entender cuando alguien te dice que no hagas algo.

      —Azaelia, cálmate--.

      —Cállate, Caroline—, la interrumpió Azaelia, dándole una mirada, y sacudió su cabeza de un lado al otro —. Les dije que se alejaran porque hice un trato con Klaus que si me daba la sangre para salvar a Elena, me quedaría en Nueva Orleans para que pudiera hacer más híbridos. Fue el acuerdo que hice, y fue uno que se suponía que ustedes aceptarían y me dejarían ir—, ella tomó una pausa para observar a su compañía, y volvió a negar —. Ustedes nunca han hecho eso.

      La vampira les dio una última mirada antes de utilizar su velocidad vampírica para ir a la residencia Salvatore y desaparecer. Ninguno de ellos sabía a dónde había ido, pero Stefan sí. El Salvatore menor siempre sabía a dónde iba la chica cuando estaba furiosa, y fue rápido para seguirla. Sabía que estaba enfadada, y sabía que probablemente no era su mejor idea seguirla, pero no pudo evitarlo. No podía no seguirla, y sabía que si no lo hacía, podría empeorar las cosas.

      Cuando se detuvo, la encontró sentada frente al río debajo del puente Wickery, y ella tenía sus rodillas contra su pecho. Su mirada estaba enfocada en el agua, inhalando profundamente, justo cuando Stefan se sentó a su lado. Él sabía que habían varias cosas que podría haberle dicho para hacerla sentir mejor, pero también habían cosas que la enojarían más. Quería decirle un par de cosas, sin importar que la enojaran, porque él era el único que sabía cómo calmarla. Ella era como una bomba de tiempo, y por eso era tan fácil para ella quebrarse y atacar a todo lo que se moviera en su campo de visión. Tenía su temperamento, y ella lo culpaba en su lado Banshee y su vampirísmo.

      Él la observó de reojo por un par de segundos, intentando descifrar qué le diría. La amaba, y sabía cómo lidiar con ella – pero había alguien más que sabía lidiar con su enojo, y esa persona era Damon. Él sabía cómo provocarla, y Stefan no podía evitar recordar el momento en que ellos salieron, y lo hizo enojar. La forma en que Damon la había tratado, y la persona que la había ayudado a convertirse. Era debido a él que Azaelia era el tipo de vampira que era, y era debido a él que ella podía salir y tomar sus propias decisiones.

      Sin importar el costo.

      —Deja de pensar en mí y Damon—, habló Azaelia de repente, lo que causó que él soltara una pequeña carcajada. Ella lo miró por unos segundos antes de negar —. Sé que siempre vas a ese lugar cuando estoy enojada, y no ayuda—, Stefan apretó sus labios mientras la miraba. Entonces, se acercó y colocó una mano sobre su muslo —. Hay tantas cosas que hago para asegurarme que todos estén a salvo, y no puedo evitar enojarme cuando ustedes hacen algo que va en contra a mis planes.

      —Creímos que estabas tomando una decisión ridícula, Az—, justificó Stefan, y ella se giró para mirarlo severamente —. Nos importas, Azaelia, e incluso si hubieras hecho un trato con él para ayudar a tu hermana, queríamos ayudarte.

      —No todos pueden ser ayudados—, le recordó Azaelia, y él negó —. Y no me digas que sí. Estamos condenados al infierno por lo que somos, y sé que si puedo ayudar a quienes me importan, no me importará mi condena personal—, la gemela Gilbert presionó sus labios, mirando al hombre que amaba, y negó —. Pero no importa realmente. Estoy condenada si lo hago, y condenada si no, ¿cierto?

      —No estás condenada—, aseguró Stefan, pero no importaba lo que dijera. Incluso si estaba intentando ser la mejor persona, él estaba equivocado.

     Azaelia Gilbert estaba condenada, y ella lo había estado desde que había apagado su Humanidad la primera vez. Y fue entonces cuando ella se percató de que, cada vez que apagaba sus sentimientos, ese era su instinto de supervivencia. Evitaba que ella se derrumbara, y la mantenía de pie. Podría parecer algo horrible que pensar, pero era la verdad. Nadie podría comprenderlo, pero ella lo hacía – y eso era todo lo que le importaba.

Survival Instinct: stefan salvatore.Where stories live. Discover now