1 | "El regreso de Amelia Shepherd"

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Narra Amelia

Me miro en el espejo y realmente pienso en cómo mi vida puede ser tan aburrida. Los días pasan y cada vez me siento más inútil, esta casa me vuelve inútil.
Observo mi vestido blanco, corto y con un poco de transparencias. Un vestido de verano, lleno de frescura, un vestido común y corriente.
Pienso en que tal vez si la prensa me ve, va a criticarme. La gente se asusta cuando intento ser un "poco atrevida" o exhibo mi cuerpo de más. Luego mamá me advierte que eso no es nada bueno para la familia y que de esa manera no voy a conseguir esposo.
Lo que menos quiero es un esposo. Pero ella sigue sin entenderlo. Parece que a veces vive en la antigüedad y se olvida que realmente puedo valerme sola y sin la ayuda de ningún hombre.
Me gusta mi vestido, me gusta cómo resalta mis piernas, me gustan mis hombros un poco descubiertos.
Estoy un poco bronceada porque, antes de regresar definitivamente a Seattle, estuve la mitad del verano en Hawaii. Estando de viaje y sola es la única manera en la que realmente puedo disfrutarme tal cuál soy y la gente me acepta sin emitir juicio alguno. Es una maravilla estar en un lugar diferente, sin familia y sin que nadie me reconozca.
Pero la burbuja de las vacaciones dura poco, y lo único que sigue intacto son las marcas del bikini.
-Señorita Amelia -resuena una voz dulce fuera de mi cuarto mientras golpea la puerta con suavidad- su madre la espera.
Estuve tanto tiempo insegura de usar ese vestido que el tiempo se me pasó. "Me veo bien, me siento cómoda. Nadie puede decirme nada", digo en mi mente y corro hasta el otro extremo del cuarto para buscar unas sandalias cómodas y un bolso pequeño para llevar mi celular.
-Voy enseguida, Macie -elevo mi voz y con rapidez paso un poco de brillo labial por mis labios.
Me veo al espejo una vez más y sonrío. Por un momento pienso que es demasiado idiota lo que estoy haciendo, estoy yendo al paseo más aburrido del mundo, al cual me negué por semanas y acepté por cansancio. Pero tal vez, es el único paseo relajado y sin la mirada de los paparazzis que voy a tener en mucho tiempo.
Salgo de mi cuarto y bajo las escaleras. La casa está en completo silencio y solo veo a Macie lustrando el modular más grande del living. Ella es la mujer más agradable de la casa aunque mamá siempre me recuerda que ella trabaja y limpia para nosotros, no debo tratarla como si fuera una amiga, aunque obviamente quiero hacerlo:
-Macie -susurro y miro hacia todos lados.
La mujer voltea a verme con cansancio en su rostro pero me sonríe con dulzura. Macie siempre es dulce conmigo y creo que le confiaría cualquier cosa, me genera confianza, me gusta su paz.
-¿Del 1 al 10 cuánto crees que mamá me regañará por ir vestida así? -pregunto dando una vuelta rápida y dejando que mi vestido corto levante un poco de vuelo.
-Le queda precioso, señorita Amelia -sonríe- todo lo queda precioso. Pero no puedo responder eso.
-Tú y yo sabemos bien que va a hacer un escándalo. "¡Amelia, tienes que imponer presencia! ese vestido es muy provocativo" -digo imitando la voz de mi madre.
Macie quiere reírse, lo sé, pero solo muerde su labio y niega con su cabeza. Es muy respetuosa y sé que nuestra complicidad a veces pone en peligro su trabajo, mi madre es demasiado estricta con la gente que trabaja en la casa.
-Si a usted le gusta, eso es lo que importa -responde intentando olvidar mi imitación.
-Estoy cansada de los tacos altos y los trajes de empresaria -respondo encogiéndome de hombros y me acerco a ella- gracias, sé que mi imitación te dio risa. Me alegro saber que no pierdo la gracia, a veces temo que esta casa me la termine quitando.
Macie sonríe con timidez y no me mira a los ojos, pero a mí me basta con ese simple gesto y me alejo de ella. Camino con rapidez hacia los jardines delanteros de la casa, sé que mamá debe estar furiosa mientras me espera.
-¡Al fín! -eleva su voz con ganas pero al verme se queda muda- pero que... ¿qué estás usando?
-Un vestido que compré en Hawaii -respondo- ¿te gusta?
-No. Demasiado provocativo -dice- te recuerdo que estamos yendo a hacer esto por ti, deberías verte con autoridad y no como Blancanieves.
-Me encanta Blancanieves, gracias por compararme con ella -respondo con soberbia y me subo al auto.
El chofer que me abre la puerta de los asientos traseros me mira sorprendido, creo que él se pregunta cómo hago para desafiar a mi madre todo el tiempo, yo solo lo miro y le dedico una sonrisa mientras abrocho mi cinturón.
-Amelia, deja de hacerte la liberal -advierte mamá subiéndose al auto también- no eres una niña.
-Exactamente. Soy una mujer. Tengo veintiocho años -respondo mientras miro por la ventanilla- puedo vestirme como quiera.
-Me sacas de órbita -dice suspirando.
-Eres tú la que no me deja ser -digo y la miro a los ojos- llevo apenas diez días viviendo contigo y jamás haz dejado de darme órdenes. ¿Sabes algo? no necesito un guardaespaldas, necesito mudarme a una casa sola.
-¡De ninguna manera! ¿qué va a decir el público? -pregunta horrorizada- ya demasiado revuelo causaste viviendo tu vida de universitaria en Barcelona.
-A veces me pregunto por qué no me quedé en Barcelona -digo con desesperación- sé perfectamente español, habría tenido éxito. Me valorarían más que en este país.
-No quiero escucharte más -dice y me señala con un dedo acusador- necesito que te concentres en lo que nos concierne.
-Un guardaespaldas -digo y río- por Dios, mamá, estoy cansada de decirte que es dinero invertido sin sentido.
-Me preocupa tu seguridad -dice- solo así estaré tranquila. No puedes cuidarte por ti sola.
-Puedo. No me crees capaz -respondo- no quiero un guardaespaldas, no quiero que me sigan a todos lados, voy a sentirme asfixiada.
-No hables tonterías, lo necesitas, fín de la discusión -eleva su voz- deja de actuar como una adolescente.
-Me tienes harta -digo en voz baja- tú y todo este cuento de la inseguridad... lo que le pasó a papá no va a pasarme a mí.
Al escucharme, veo la angustia en su rostro, pero rápidamente vuelve a su semblante de sargento y toma su teléfono entre sus manos. La veo concentrada en buscar algo. Tarda algunos segundos hasta que me muestra el portal de noticias más famoso del país y hay una noticia mía en el top 10 de las más importantes de la semana.
Revoleo mis ojos y dejo de mirar la pantalla del aparato.
-"El regreso de Amelia Shepherd al país" -lee el titular y sonríe con victoria- ¿ves? todos se enfocan en ti, necesitas seguridad.
-¿Y qué dice esa noticia? ¿que soy una niña tonta que quiere hacer política? ¿que escribí un par de libros por los que ni se esfuerzan en reconocerme? -respondo- la gente no me conoce y me detesta por culpa de los medios y sus especulaciones. Ni siquiera soy conocida por lo que realmente soy.
Al terminar la secundaria decidí desarrollar mi periodo universitario en Barcelona, España. Estudié Literatura y Periodismo para poder ser lo que soñaba desde niña: escritora.
Cuando terminé la universidad, España me había enamorado de tal manera que sabía que no podía volver a Estados Unidos. Fue por eso que mis libros son más conocidos en el continente europeo que en Norteamerica. Sí, escribo libros, me encanta escribir, pero nadie me reconoce por ello y a veces se convierte en una habilidad frustrada.
Nadie me reconoce por ello porque, para todos, importa más el legado que me dejó mi papá en la política. Nadie quiere a una escritora, quieren a un senador, alcalde o presidente.
¿Por qué regresé a Estados Unidos si parecía vivir mejor en España? todavía me sigo preguntando lo mismo, pero solo sé que de repente sentí que debía volver. Algo muy dentro de mí me lo dijo, una corazonada, una sensación o un presentimiento.
Llevo diez días viviendo con mi mamá y mi hermana Kathleen, pero la adaptación nunca llega y cada vez parezco tener menos paciencia. Extraño vivir sola, vivir mi vida.
Pero algo me sigue diciendo que tengo que esperar, que hay algo bueno para mí aquí. Ojalá sea inspiración para escribir un nuevo libro, porque últimamente la he perdido. Ojalá sea reconocimiento por ser escritora, ojalá los libros que escribí se vuelvan un éxito en Estados Unidos.

Her safety ✦| OmeliaWhere stories live. Discover now