Capítulo 1

1.1K 185 35
                                    

Ese día

~~

KONGPOB

¿Cuánto tiempo transcurrió antes de que su moral diera un giro completo? ¿Por cuanta negación tuvo que pasar para rendirse a sus codiciosos y sucios deseos?

No el suficiente. Kongpob estaba consciente de ello.

Y por supuesto, menos tiempo del que Arthit había necesitado.

Por ello la tentación de ver a Arthit tan confundido fue demasiado fuerte, como si fuera la oportunidad perfecta para Kongpob de asegurarse de que su relación no regresaría a ser como lo era antes. Como se supondría que debía ser.

Kongpob no quería a su hermano huraño y evasivo de vuelta. Además de que no podría rogar por un amor aún más profundo cuando ni siquiera había logrado tener la simple relación hermano a hermano que antes quería.

Necesitaba asegurarse de que el Arthit dulce que no hacia más que demostrarle su amor seguía ahí. En alguna parte debajo de toda esa armadura amarga del hombre al que había conocido primero como su hermano mayor.

Era fácil incluso confundirse cuando Arthit no había cambiado casi en lo absoluto. Por supuesto que Kongpob estaba consciente de que el Arthit del que estaba enamorado, y que el hombre frente a él eran dos versiones de la misma persona, pero en su mente no podía evitar hacer diferencias. Después de todo, su hermano había cambiado tanto de actitud en todos esos años, que fácilmente podría pasar por alguien más.

Y, aun así, Kongpob no pudo evitar perderse en sus ojos que lo miraban con la misma adoración ciega, sus mejillas, y sus mismos labios semiabiertos invitándolo a besarlo.

Fue tonto, imprudente e impulsivo querer averiguar si Arthit correspondería o no el beso. Pero, cuando Kongpob plantó sus labios sobre los de él, y sintió el miedo con el que Arthit los abría, supo que, en realidad, estaba siendo terriblemente egoísta.

Siempre supo que su hermano mayor era mejor persona que él. Más correcto, inteligente, y disciplinado. No por nada, su padre tenía preferencia por él. Por ello Kongpob no pudo resistir aprovecharse de ese leve desliz de su parte, de tenerlo dispuesto y simplemente hacer lo correcto.

Tomó el rostro de Arthit con ambas manos, un agarre más seguro y necesitado, teniendo que su hermano retomara la compostura y se alejara de él, antes de abalanzarse y besarlo con fuerza. Profundo, y sin cuidado. Era un beso desesperado en todas formas. Brusco y lleno de necesidad.

Porque Kongpob quería que Arthit lo amara de nuevo.

Kongpob quería volver atrás. Quería asegurarse de que Arthit no lo odiara como se merecía.

Kongpob no tenía idea de en cuantas situaciones desesperadas estuvo. Ni si había sentido tanto miedo de cada segundo que transcurría como en aquel momento. Pero podría haber asegurado que no. Nunca sintió tanto miedo de que todo terminara de un segundo a otro como en ese instante en el que sus labios chupaban repetidamente el labio inferior de Arthit, mientras que su hermano trataba de corresponderle. No con la misma intensidad. Era como besar a alguien asustado, temeroso de cada movimiento.

Cayeron sobre la arena sin separarse sólo por miedo a volver a la realidad. Kongpob sabía que sería más difícil todo cuando llegara el momento de mirarse a los ojos. Porque, cuando eso ocurriera, solo quedarían dos caminos; Arthit lo odiaría como él tanto temía. O ambos aceptarían su amor prohibido.

Kongpob temía pensar en cuál de las dos opciones era la más probable.

Pero, aunque esos segundos en los que sus labios se encontraron por primera vez en años para Arthit, y horas para Kongpob, parecieron eternos, la realidad estaba esperándolos a ambos. Kongpob fue consciente de un par de voces lejanas, ocultas por el ruido de la marea, y amortiguadas por la ciudad.

Podría ser para siempreWhere stories live. Discover now