Capítulo 15

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KONGPOB

Fah siguió con la mirada a su hijo hasta que Kongpob se alejó lo suficiente como para dirigir la vista hasta su pierna sobre la mesa. Se bajó con cuidado y sacudió su vestido de cualquier rastro de comida que se hubiese adherido a la tela.

El horno seguía encendido, y faltaban cerca de quince minutos para que la masa estuviese cocida, además de que en ese momento ni siquiera llegaba a ella el olor característico de las galletas.

Kongpob abrió la puerta de su habitación con desgane, dentro olía ligeramente a polvo, aunque todo estuviese perfectamente limpio. Quizá la sensación de un olor de deshizo había sido interpretada por su cerebro sólo porque se sintió sumamente extrañado de volver a ese lugar Como si entrara a una habitación dentro de una fotografía vieja.

Kongpob aspiró el olor con cierta nostalgia, dándole apenas un vistazo fujas a la habitación en donde pasó la mayor parte de su infancia. Buscó en su mochila, de la que se había olvidado completamente, el cargador de su celular, y después de dejarlo sobre su viejo escritorio, Kongpob se dejó caer sobre la cama perfectamente hecha.

El dolor de cabeza no hizo más que aumentar, agregándole más presión a su cerebro. Se sentía demasiado agotado incluso para seguir dándole vueltas.

Por ello, en sólo minutos, Kongpob cerró los ojos, quedándose dormido. Con el único deseo en mente de que Arthit no se enterase de la verdad demasiado pronto.

O al menos, no antes de que él encontrara una manera de confesárselo sin hacerle tanto daño.

Si es que llegase a existir una.

~~

La delgada mano de Fah se detuvo en aire apenas a unos centímetros de llamar a la puerta de la habitación de su hijo. Llevaba en la mano contraria un pequeño refractario con galletas suficientes para ambos, y le había pedido a la mujer que le ayudaba a cocinar, que les preparara un par de batidos que ella les subiría después.

Había estado esperando hasta la madrugada a que Kongpob regresara a la cocina, o que al menos, su esposo volviera a casa, pero ninguna de sus dos opciones sucedió. Así que ahí estaba ella, en pijama, desvelada e insegura frente a la puerta de Kongpob, siendo demasiado temprano por la mañana con galletas.

Su mano bajó hacia la manija, probando con una vuelta cuidadosa para probar si estaba protegida. Pero no. La oscuridad no tardó en darle la bienvenida.

Fah vio a Kongpob boca abajo sobre la cama, tendido sobre toda la superficie, totalmente exhausto y dormido. Trató de ser silenciosa en lo máximo posible antes de abrir la puerta lo suficiente para entrar.

La única luz en la habitación provenía del escritorio. Específicamente de la pantalla del celular de Kongpob. Sus ojos se dirigieron un segundo antes hacia el cuerpo inerte de su hijo antes de que sus pies avanzaran con curiosidad ciega hacia el teléfono sobre el escritorio.

Fah dejó con cuidado el refractario sobre la superficie, antes de con cautela acercarse lo suficiente para leer los textos entrantes en la pantalla bloqueada.

Su primera reacción fue de plena confusión. Incluso sus cejas se fruncieron en la oscuridad cuando el nombre de Namtarn, la novia de su hijo mayor apareció continuamente mensaje a mensaje. Pero su mente no tuvo necesidad de pensarlo demasiado porque los mensajes siguientes fueron más explicativos.

Fah no pudo despegar los ojos ni por un instante, ni siquiera para vigilar que su hijo no la encontrara husmeando en su privacidad.

Tardó poco para que Fah se alejara voluntariamente del teléfono, y otro tanto para que la luz de la pantalla se apagara por si misma después de dejar de recibir mensajes. Ella levantó la vista hacia Kongpob durmiendo tranquilamente a unos metros suyos. Después, hacia la salida.

Podría ser para siempreWhere stories live. Discover now