Capítulo 4

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KONGPOB

Kongpob llegó a sentirse culpable por al escuchar la sorpresa de Em al teléfono cuando le llamó desde la recepción del edificio, que no regresaría con ellos, porque, en realidad, él ya estaba en Bangkok.

El hombre en la recepción lo saludó dándole la bienvenida, y preguntándole por su viaje escolar, algo que Kongpob realmente no recordaba haberle contado. Aun así, siendo sincero, Kongpob se sentía extraño en ese lugar. Y la extrañeza no hizo más que ir en aumento con forme se acercaba a su habitación.

Kongpob pasó la llave de repuesto que le dio aquel hombre a cargo de la recepción siendo recibido por una habitación oscura y perfumada. No supo de donde vino la idea en su cabeza de que estaba por entrar a un lugar desolado, y abandonado. Y tampoco supo por qué deseó en parte que así fuera.

Porque, si todo aquello no hubiese estado en orden, tal cual como en sus vagos recuerdos, Kongpob sentiría más real todo el tiempo que estuvo fuera. Todos los meses que pasó con Arthit.

Dio un paso dentro y el aire comenzó a ser difícil de respirar. Ahí, rodeado de un lugar tan conocido, y a la vez nostálgico fue imposible ignorar por más tiempo la realidad.

La fantasía había terminado y su vida regresado a la normalidad.

Y lo que más le asustaba era la rapidez con la que el recuerdo se hacía lejano en sus memorias. Como si hubiesen pasado realmente catorce años y no sólo horas.

Horas desde que besó a Arthit en la central de autobuses...desde qué estuvieron juntos.

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Fueron necesarios cerca de cinco días para que la luz del sol dando directo en sus ojos hinchados le hicieron sentir lo suficientemente patético como para reconocer que tenía que levantarse de su cama.

Arthit, por supuesto, no regresó al departamento. Ni siquiera su madre sabia de su hermano mayor, y Kongpob no quería meter en más problemas a Arthit como para preguntarle a su padre por él.

Earth no sólo lo echó los dos primeros días que fue a buscar a Arthit a su oficina, y tampoco fue una sorpresa que el recepcionista el nuevo departamento de Arthit le dijera que la habitación que antes era de su hermano estaba libre.

Fue frustrante para Kongpob estar de nuevo en esa situación, persiguiendo a Arthit, mientras anhelaba un poco de su atención. Y quizá la razón de que su indiferencia creara una yaga más profunda en el presente que en aquellos días, fue que había estado ya del otro lado de la moneda. Porque hubo un tiempo, aunque fuese mínimo, cuando era Arthit quien le insistía por quedarse a su lado. Y se había sentido realmente bien.

~~

ARTHIT

—Tu madrastra fue realmente insistente —, Namtan tomó un puñado de palomitas del recipiente frente a ella, Arthit apenas y levantó la vista de su computadora para echarle un vistazo. —No creí que P'Fah fuera tan fanática de las cenas familiares, ella se lo toma realmente en serio.

Arthit siguió tecleando su informe en su computadora. Namtan se había puesto cómoda en su sala, deshaciéndose de sus zapatillas y sirviendo un recipiente de palomitas para ver una película. Al parecer, ser amigos de años le había dado la confianza necesaria para que ella usualmente ignorara el hecho de que Arthit seguía siendo su jefe.

—Para mi padre y su mujer es muy importante la apariencia, y deben seguir curiosos por nuestra relación.

Namtan sonrió, ella subió los pies al asiento, su boca ya vacía volvió a llenarse de palomitas.

Podría ser para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora