Capítulo 13

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KONGPOB

El ruido de la puerta alertó a sus sentidos, provocando que se abrieran a medias sus adormilados y confusos ojos, siendo el rostro de Arthit lo primero que estos vieron. La mejor parte de la sensación fue lo real que lucía, y la increíble posibilidad de poder extender la mano y toca con suavidad la textura blanda de sus labios semiabiertos.

Los toques en la puerta lo detuvieron después de pasar por primera vez el dedo índice sobre la superficie de su labio inferior, llamando la atención de Kongpob hacia el lugar detonante del ruido.

La chillona voz de su sobrina le hizo abrir en par los ojos, tragando en seco al recomponerse en el colchón.

—¡Tío Kong! —insistió Haim dando otro par de toques ruidosos a la puerta.

Kongpob se giró con temor a la figura pacifica de Arthit descansando a su lado, con brazos y piernas extendidos sobre la cama, cubriendo con la sabana su evidente desnudez.

Kongpob recorrió con la mirada su espalda desnuda hasta detenerse en su cabeza, y reírse sutilmente de su cabello despeinado.

No llegaron al final la noche anterior. Y no estaba decepcionado por ello. Fueron de besos simples a rudos y profundos, desesperados por acortar todos esos kilómetros de distancia imaginaria entre ellos.

Pero la culpa era lo suficientemente agria como para amargar el dulce momento actual, y recordarle que se había sumido a sí mismo en un reloj de arena con tiempo límite. Cada segundo que pasaran separados viviría con el temor de que Arthit averiguara por su cuenta que le había mentido.

Kongpob mantuvo los ojos fijos en la puerta, con su sobrina aun golpeando cada cierto tiempo. Suspiró y salió de la cama con poco ánimo. Tomó una camisa en el suelo, y se puso unos pantalones. Le dio un último vistazo a Arthit aun dormido en la cama, y quitó el seguro de la puerta, asomando sólo la cabeza por una rendija pequeña, donde apenas y lograba verse nada del interior.

El rostro de Haim se iluminó de inmediato, mirándolo hacia arriba con sus enormes ojos.

—El desayuno está listo —sonrió mostrando todos sus dientes mientras ladeaba la cabeza hacia un lado.

Kongpob fingió sorpresa lo que pareció complacer a su pequeña sobrina.

—Iré en unos minutos, antes me daré un baño. ¿Me esperas en el comedor con tu mamá?

Haim asintió animosamente antes de salir corriendo por el pasillo hacia la habitación principal de su departamento.

—¿Kong? —balbuceó una voz ronca a su espalda. Kongpob cerró al instante la puerta, recargándose en esta y asegurándola.

Arthit se sobó los ojos con el dorso de la mano, tratando de enfocar su alrededor. La sabana se deslizó por su torso, quedando rezagada en su pelvis, cubriendo a medias parte de su vello corporal.

Sus pies avanzaron hacia la cama, gateando sobre el colchón, hasta que Kongpob estuvo a centímetros de los labios confundidos de Arthit, los cuales recibieron su beso con sorpresa.

—Buenos, días P'Arthit.

Cuando Kongpob se alejó se tomó el tiempo de observar detenidamente la expresión de Arthit, agradecido de separarse a tiempo para ser capaz de ver el sonrojo exagerado en su rostro.

—¡Kongpob! ¿Qué crees que haces? —exclamó cubriéndose la boca con la mano, viéndolo a los ojos con un ligero temor que pronto se convirtió en una risita divertida.

Arthit salió de la cama dándole a Kongpob una vista completa de cada centímetro de su piel desnuda. No fue intencional, por supuesto, por ello Kongpob fue capaz de disfrutar de la vista unos segundos más hasta que Arthit encontró su mirada en el espejo junto a la cama.

Podría ser para siempreWhere stories live. Discover now