Capítulo 6

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ARTHIT

Arthit temió haber llegado demasiado temprano. Aunque su plan consistía en estar en la cena el tiempo mínimo hasta que un compromiso externo exigiera su presencia y tuviera la coartada perfecta para largarse cuanto antes.

Pero, aunque estuvo casi una semana preparándose para el esfuerzo mental que requeriría presentarse a esa cena familiar, no fue suficiente para lidiar con la situación en la que se encontraba.

El silencio era pesado, las caras una copia de su mismo rostro en todas las cenas anteriores, una mezcla entre incomodidad, y aburrimiento, como si lo menos que quisieran en ese momento era permanecer ahí. Y aunque era evidente que ninguno estaba disfrutando del primer platillo recién servido, Arthit no entendía por qué nadie desistía de seguir bajo esa farsa.

—¿Qué tal van el negocio, Namtarn? —Fah fue quien habló, sus labios quedándose al ras de su copa de vino.

La pregunta llegó inesperada, tanto que Namtarn estuvo a punto de contestar con la boca llena de pasta. Arthit, por su parte, ni siquiera se había atrevido a tocar su plato. Su mente seguía intrigada en la ausencia de Kongpob en esa cena.

—Excelente P'Fah —se apresuró Namtarn en responder, viendo de reojo a Arthit, mientras trataba de imitar lo mejor posible la sonrisa tranquila de Fah—, últimamente nos es más difícil permanecer tanto tiempo en Bangkok —mintió sin mucho esfuerzo a lo que el padre de Arthit simplemente hizo un sonido asertivo.

Arthit se sintió ligeramente culpable de dejarle todo el trabajo a Namtarn, pero al verla manejar bien a su madrastra prefirió no interferir a menos que alguien se dirigiera directamente a él. Algo que no sucedió en un largo tiempo. La cena estaba resultando realmente fácil, aunque, aun aburrida. Sus hermanas contaron lo mínimo sobre su viaje, y el silencio fue cubierto por una conversación vanar entre Fah y Namtarn.

Arthit meneó la copa en su mano, saboreando el vino seco en su boca. Y esperando que volviera a aparecer un silencio entre la mesa para anunciar que tendrían que abandonarlos. Casi pudo sentir la tranquilidad de librarse de su familia un mes más, pero no pudo conseguirlo.

Apenas los labios de Namtarn se abrieron para ingerir un último bocado del plato fuerte, y también el momento en que Arthit a punto de tomar su teléfono y fingir leer un mensaje importante, la puerta se abrió con fuerza golpeando la madera cuando se cerró de vuelta detrás de su hermano.

Kongpob estaba hecho un desastre, su mochila colgada al hombro, su camiseta de Ingeniería en su puño, la respiración agitada, y bastante sudor en su piel como para que la playera negra que traía puesta se pegara a su abdomen.

Arthit no pudo volver en si lo suficientemente rápido como para desviar la vista. En su lugar, sus ojos se quedaron capturados por la sorpresa de ver a Kongpob en la entrada con un aspecto deplorable. Parecía haber corrido más de cincuenta vueltas al campo de fútbol de la facultad. La escena fue rápida, pero en pequeños lapsos de tiempo que fueron infinitos para Arthit. 

Aún más, el momento en el que la mirada de Kongpob encontró a sus ojos curiosos mientras él recorría su cuerpo con total desconcierto. Por ello, Arthit bajó la mirada tan rápido como pudo, aclarándose la garganta para evitar ahogarse con el restante de vino a medio tragar en su boca, y volvió toda su atención a su plato.

—Lamento llegar tan tarde —escuchó a Kongpob excusarse seguido de sus pasos y el sonido de la madera de la silla al otro extremo de la mesa haciendo fricción con el suelo.

~~

KONGPOB

No podía creerlo. Y al principio, no lo hizo.

Podría ser para siempreWhere stories live. Discover now