El Rey y su Duquesa

Capitulo XXVII

Aprieto mi mandíbula, mientras observo la puerta, empezando a escuchar el sonido de la ducha.

Sera maleducada.

Y encima osa desafiarme de esa manera.

Maldición, me pone demasiado.

Primero le cerrare la boca, y segundo, le hare olvidar ese ridículo enojo que tiene.

Me giro y camino hacia la habitación, me adentro mientras observo a mi madre dormir. También le hare recordar sobre su pequeña acción de meter a mi madre a la cama así no dormía con ella.

Y por asustarme, y por tirarme esa maldita bolita en el ojo.

Me acerco a mi madre, muevo su hombro.

—Madre —balbucea algo—, madre.

Da un respingo y abre los ojos, mira hacia todos lados unos segundos y luego a mi.

—Buen día, hijo —susurra, frunciendo el ceño—. Perdón que este en tu cama, Violette dijo que se sentía sola  —entrecierro los ojos—. ¿Porqué llegaste tarde?

—Cayó una avalancha en la ruta —me mira unos segundos más y luego entrecierra los ojos

Por un demonio, ¿porqué nadie me cree?, puedo entender que suene a película. Pero es verdad, tuve a aguantarme las quejas del chofer de que su esposa lo matara.

Lo compadecí un poco.

—Escucha, necesito la casa sola. Quiero darle una sorpresa a Violette —se incorpora

—Oh. Tenia pensando invitarla a esquiar.

Por eso Violette no cree que podre castigarla, porque mi madre siempre esta. Pero, no sabe cuan simple es convencerla.

—Sabes que a ella no le gusta mucho la nieve. Estuvimos un poco peleados y quiero que armemos el árbol juntos —jadea mientras sonríe

—¡Eso es tan romántico! —susurra—. Por supuesto que los dejare solos —hace un gesto con las manos—, estaba esperando a que me lo dijeras —sale de la cama—. Me iré en la tarde.

—No avises hasta que te vayas —asiente y sale, miro hacia otro lado y sonrío levemente