Capitulo XXXII

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Sigo acariciando al gato, mientras tarareo

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Sigo acariciando al gato, mientras tarareo. Dejo mi celular a un lado y lo tomo en brazos, acerco mi rostro al suyo.

Empiezo a hacer sonidos raros, mientras acaricio mi nariz a el.

Luego de una dura batalla, pude bañarlo y quitarle toda esa suciedad. También lo llevamos al veterinario, por suerte no estaba en tan malas condiciones, pero si le dio una vacuna.

—Violette —alejo al gato y giro mi cabeza

Mi mirada se va unos segundos hacia sus ojos, hasta que bajo mi mirada a su pecho, luego a la toalla en su cintura. Su cabello mojado le da el toque perfecto, este hombre debería ser modelo.

Iba a hacer un comentario obsceno, hasta que veo la caja en sus manos. Entreabro la boca y luego lo miro.

Maldición, debí hacerme el test en el baño de huéspedes.

Se coloca frente mío y alza la caja, moviéndola un poco. Me quedo unos segundos en su mirada, la ultima vez que lo vi así de asustado fue cuando lo asuste en la casa de su madre.

—¿Acaso...? —carraspea, frunce levemente el ceño—, ¿estas...?

Suspiro pesadamente.

Dejo al gato a un lado y me levanto, froto mis manos a mi vestido.

—Esperaba el momento correcto para decirte —murmuro, apartando unos segundos la mirada

Parpadea y toma una bocanada de aire, se traba y me mira, pasmado.

Lo miro unos segundos más, hasta que lentamente la sonrisa se estira por mis labios.

Frunce el ceño y luego bufa, relajando sus hombros.

—Maldición, Violette —empiezo a reír, mientras cierro los ojos

—Oh Dios, debí grabarte —tomo mi abdomen y sigo riendo

En cuanto lo vi con la caja sabia que tenia que hacerlo. Y valió la pena.

El test lo tire por el retrete, pero salió negativo. Aún tengo en mi oído los gritos de Rachel y los míos. Fue un gran alivio.

Sabia que las causas de mis vómitos era algo digestivo.  Ya me pasó antes. Además, se han detenido.

Paro de reír cuando lo veo alejarse

—¡Oh, no te enojes! —lo sigo mientras se gira hacia las escaleras—. ¡Eros!

Se enojó el bebé.

Lo sigo hasta que se adentra a la habitación, suspiro cuando se encierra en el baño.

Ruedo los ojos.

—Era una broma —me siento en la punta de la cama—. Deberías estar aliviado —hago una mueca—, te salvaste.

Bajo la mirada y suspiro, tiro mi espalda hacia atrás, recostándome en la cama.

El Rey y su DuquesaWhere stories live. Discover now