Violette Anderson es la chica que esperas que te salude a la mañana en la escuela, amable, femenina, inteligente y la mejor en todo. Literalmente. Todos la conocen por el apodo "La Duquesa" ya que su familia era una de la mas ricas, y por su actitud...
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Salgo del auto, mientras siento mi respiración agitarse. Camino hacia la casa de Rachel. Probablemente no haya nadie, pero la llave siempre esta debajo del tapete, para emergencias.
—¿Señorita? —escucho a Pablo
Sigo caminando, coloco una mano en mi pecho, mi corazón late rápido pero siento que esta en mi garganta, mi cuerpo parece estar cubierto por un sudor frio y mis piernas ya quieren sentarse.
Me quejo al sentir un dolor en mi cabeza.
—Vuelve con Eros, Pablo.
Se siente horrible, todas las sensaciones que tengo se siente horrible. Y duele, duele como la mierda.
—Señorita, creo que tiene un ataque de pánico —se acerca a mi
—¡Estoy bien, Pablo! —lo miro de reojo
—¡Señorita! —siento sus brazos en los míos, y ahora noto, que estaba cayéndome
Frunzo el ceño, mientras me incorpora.
—Estoy bien, Fabio —murmuro
—Pablo.
—Eso fue lo que dije —lo empujo y vuelvo a caminar. Frunzo el ceño al sentir mis piernas tomar otro rumbo, haciéndome volver a caer
Vuelve a tomarme, mientras que yo empiezo a asustarme.
—Señorita, algo no anda bien, debo llevarla al hospital —vuelve a levantarme
—Déjalo, Fabio.
—Señorita —me gira y toma mis brazos, lo miro. Me mira preocupado—. Soy Pablo, no Fabio.
—Eso fue lo que dije —murmuro, aún no muy segura. Me mira unos segundos más
—Repítalo, ¿cómo me llamo?
Lo miro sin contestar, trago saliva. Mi mente esta en blanco, no se que pensar, no se que decir.
—Te llamas —me callo
—¿Cómo se llama usted?
—Annette —respondo segura, pero luego me doy cuenta, que no esta bien
Levanta lentamente sus cejas. Mientras yo siento mi respiración volver a agitarse.
—¿Qué está sucediendo? —murmuro, retrocediendo— ¿Por ocurre esto?
—Esta mezclando las palabras, señorita. Déjeme llevarla al hospital —esta vez me ayuda a caminar y no lo detengo
Mantengo mi mirada en el suelo, mientras sigue llevándome.
Nada pasa por mi mente, absolutamente nada. Siento mis nervios cubrir mi pecho, junto a un miedo.
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