Epilogo

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Continuo hamacándome, mientras sonrío hacia el sol, con mis anteojos puestos

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Continuo hamacándome, mientras sonrío hacia el sol, con mis anteojos puestos.

Finalmente, algo de paz.

—¡Mami!

O había.

Suspiro, mientras giro mi cabeza.

—Emma, ¿no debieras estar ayudando a papi a armar tu casita? —sonrío

—¡Algo raro esta saliendo del señor Eritos! —frunzo el ceño

—Cielo, si es algo oscuro y redondo. Tranquila, es una bola de pelos —niega con la cabeza

—Pero, ¿las pelotitas de pelo no salen de la boca? —frunzo el ceño

—¿Si?

—Entonces estas salen de su trasero —mira hacia atrás

—¿Qué? —me giro. Me quejo, cuando la hamaca se gira, haciéndome caer

—¡Mami!

—Estoy bien —me levanto, sobando mi espalda—, ¿donde esta?

Toma mi mano, me inclino y empiezo a seguirla. Dobla hacia el camino de cemento, saliendo del jardín.

Llegamos al pórtico, jadeo.

—Oh Dios mío.

—Las bolas de pelo son muchas, mami. Y muy grandes.

—¡Eros! —giro mi cabeza unos segundos—. Esas no son bolas de pelo, cielo. Son gatitos.

No puedo creerlo, ¿Eritos es una niña?

—¿Qué sucede? —lo miro. Mira hacia abajo, mientras limpia sus manos—. ¿Qué carajos?, ese no es nuestro gato.

—Si que lo es —frunzo el ceño

—Estuvo con nosotros cinco años, ¿cómo no sabíamos que era una niña? —suspiro y vuelvo a mirarla, ya va por el tercero

—Debí imaginarlo, recuerdo que ese veterinario no llevaba anteojos —coloco mis manos en mi cintura

—¡Mami, le duele! —miro a Emma, mientras la señala

—Es cierto —acaricio mis manos—. Eros, tu trae los trapos húmedos para limpiarlos.

—Creo que de eso se encarga ella —murmura. Vuelvo a mirarla, los lame, a medida que salen

—Bien —murmuro—. Emma, acaríciala un poco o tómale la pata.

—¡Si!

Se acerca, acariciándole la cabeza, mientras le murmura cosas.

Miro a Eros.

—Los trapos —arqueo las cejas. Me mira unos segundos y luego se gira

Vuelvo a mirarla.

Tendré que colocar más casitas pequeñas.

—Este se llamara Lilo —señala—, esa Margarita

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—Este se llamara Lilo —señala—, esa Margarita...

—No tendremos tener tantos gatos —interrumpe Eros. Lo miro y frunzo el ceño

—¿Por qué no, papi? —Emma se acerca a el, me cruzo de brazos y lo miro

La mira unos segundos. Me mira, frunce el ceño.

—No me miren así. Ese gato me hizo caer al menos una vez por semana, no me quiero imaginar los otros cinco. Y siempre hay pelos. ¿O que tal aquella vez que trajo a una rata?

—El internet dice que son regalos —aplaude levemente. Eros vuelve a fruncir el ceño

—¿Regalos...?

—Bueno ya pasó un minuto y no dijo que no —me miran, sonrío—. Los gatitos se quedan.

—¡Si! —Emma aplaude, dirigiéndose a ellos. Eros me mira mal y me acerco

—Un momento...

Rodeo mis brazos a el, interrumpiéndolo.

—Danos este regalo, y te daré el mío en la noche —susurro, sonríe

—¿Volverás a ponerte tu uniforme de universidad? —sonrío, mientras muerdo mi labio

—Tal vez —ladeo la cabeza y sonríe más—, di que si —tarareo

—Si.

—¿Oíste eso, hija?, papi dijo que si —giro mi cabeza

—¡Si! —me corro a un lado. Salta sobre el y la toma en brazos

Sonrío y me acerco, corriendo su pequeño cabello.

Es tan igual a el. Tiene las mismas expresiones, pero sin la actitud de roca.

Me alejo unos segundos, al escuchar mi teléfono. Lo tomo.

—¿Hola?

Dulce Vi. ¿Sabes que día es hoy? —sonrío

—¿Viernes?

Treinta. Treinta de octubre. Mañana es Halloween —suspiro

—Déjame adivinar. Me invitas a una fiesta —los miro,  mis ojos brillan al verlos jugar

No a una fiesta. A la fiesta, la mía, claro.

—¿Olvidas que no es buen momento para fiestas? —arqueo mis cejas

No seas aguafiestas. Dejas a la niña con tu suegra. Vamos, tienes que venir. ¿Quién va a elogiar mi disfraz de Grace Kelly? —sonrío

Suspiro, aún mirando a Eros.

Supongo que le gustará. Se nota que los almuerzos y las meriendas no son suficientes para Eva.

Además, estoy segura que Eros querrá algo de alcohol en su sistema.

—Esta bien. ¿A qué hora?

Mañana a las diez. Y espero que sigas mi consejo de disfrazarte como Audrey Hepburn —ruedo los ojos

—No puedes decirle eso a cada persona castaña.

Audrey Hepburn —sisea, sonrío

—Te veo mañana.

Cuelgo, luego de unos segundos. 

El Rey y su DuquesaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum