Extra

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Eros

—Ponle otro abrigo —frunzo el ceño

—No podrá moverse —la miro, levanta una ceja

—¿Crees que no se de eso? —levanta sus brazos

Observo la cantidad de ropa que tiene y sonrío levemente.

—Siempre te ves tierna con ese traje —frunce el ceño

—No me digas tierna —se acerca—. Y, más abrigos —toma una chaqueta de la cama y se la coloca—. Que guapo mi hijo —sonríe

Me acerco a ella, me coloco detrás suyo. Rodeo su cintura y la abrazo, beso su cuello.

—No —se aleja, frunzo el ceño—, castigado —lo toma en brazos, mientras comienza a caminar

—¿Hasta cuando? —sale de la habitación, la sigo

—Hasta que aprendas —suspiro

—Me veré a obligado a revertir el castigo —se detiene lentamente y me mira

—Claro, porque eso te funcionó tantas veces —arquea las cejas, entrecierro los ojos

Ahora estoy motivado.

—¿Papi esta castigado? —miro a Enzo, luego a ella

—Muy castigado, hijo —sonríe y me mira—. Ahora vamos, la nieve nos espera.

Se aleja.

Tendré que vaciar la casa para la noche.

Vuelvo a caminar, salgo de la habitación y camino por el pasillo. Me acerco a la puerta y salgo.

—Oh, Violette —mi madre se acerca a ella

Yo continuo mirándola, ansioso por tener un momento a solas.

—¿Prepararon las maletas?, no quiero que sea como el año pasado que las olvidaron y tuvimos que usar mi avión —coloca sus manos en sus caderas, mirándonos a ambos

Recuerdo ese día, mi madre organizó una despedida la noche anterior y ambos bebimos demás. Casi olvidamos a Enzo después, y tuve que consolar a Violette porque no paraba de decir que era una mala madre. Y yo creí que iba a morir del dolor de cabeza.

Posiblemente mi madre organice uno esta noche, dejaremos las maletas en la puerta por las dudas.

—Si, no se preocupe, Ester —suelta a Enzo y toma sus manos, haciéndolo caminar entre la nieve

—Ven mi príncipe, yo te ayudo —mi madre se inclina y lo toma en brazos—. Iré a llevarlo al carrito, le encanta deslizarse —se lo lleva y camina hacia Peter, esperándola a lo lejos

Giro mi cabeza hacia ella y me acerco, me mira.

—¿Qué? —pregunta, al ver que no digo nada

—Se a donde va este castigo. Utilizas cada acción que hago para castigarme —se cruza de brazos y se gira hacia a mi

—Te doy castigos porque te los mereces.

El Rey y su DuquesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora