5.

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—¿Qué?

Fue lo único que salió de los labios del menor, por segunda vez en menos de 5 minutos casi se le cae la quijada por la impresión. ¡¿Es que ese imbécil se había vuelto loco?!

—¡¿Quién te crees que eres, imbécil?! —le replicó el pelinegro.

—Cálmate dulzura, ¿dijiste que tu saldarías la deuda, no? Pues eso es lo que pido— el mayor se reclinó sobre el espaldar de su silla con una sonrisa socarrona y al mismo tiempo malévola, adornando su rostro.

—¡No sabes las ganas que tengo de arrojarte por la ventana ahora mismo! —le gritó el pelinegro acercándose hasta el escritorio y golpeando la madera fuertemente con la palma de sus manos— ¡Deja las bromas y dime cuanto maldito dinero debe mi padre! —volvió a pedir enojado. Wooyoung rió y después de relamerse los labios, dijo.

—Unos 104 millones... —Los ojos de San se abrieron a tal punto que creyó, se saldrían de su cara e irían a parar al piso.

—¿Qué has di-dicho?

—Lo que escuchaste lindura ... sin contar los interés, cabe destacar.

—Estás loco— repentinamente el pelinegro soltó una risa. Se dejó caer en una de las sillas en frente del escritorio, y negando repetidas veces con la cabeza continuó riendo— estás jodiendome... qu-quieres vengarte... por lo del restaurante... pretendes hacerme la vida imposible... - el menor, riendo sin la más mínima pizca de humor se frotó el rostro con ambas manos, suspiró y echó la cabeza hacia atrás, soltando todo el aire de sus pulmones.

Volvió a mirar hacia el rubio, y esta vez sin rastros de risa y con rostro serio y ceño fruncido, le habló.

—¿De dónde crees que obtendré semejante cantidad? ¿Acaso crees que el dinero crece en un jardín?

—El dinero no me interesa, San... ahora todo depende de ti y de que tomes la elección correcta.

—No puedes obligarme a esto...

—Es a mi a quien padre le debe ¿No que te harías responsable? ¡Ahí está San! Se mío y la deuda quedará saldada— el mayor se inclinó hacia delante y miró al de mechas rojas con tal intensidad que, el mencionado se sintió encoger en su lugar— pero... tienes que tener en cuenta algo... ahora que has venido aquí, ten en cuenta que el futuro de tu padre depende de mi... y mis decisiones serán de acuerdo a la elección que tomes.

—¿Es una amenaza?— el mayor no respondió, sólo atravesó al pelinegro con su filosa y penetrante mirada, que contrastaba con la media sonrisa cínica que no abandonaba sus labios— quiero agregar una condición... —habló San luego de unos minutos de incómodo silencio— si hago lo que dices, aparte de saldar la deuda de mi padre... tendrás que desaparecer de mi vida, no quiero tener nada que ver contigo...

—¿Eso quiere decir que aceptas?— preguntó el rubio con una sonrisa triunfal.

—Si.

—Bien, en ese caso yo también pondré condiciones... ya que pides que me aleje, lo menos que puedo hacer es divertirme lo más que pueda... haré un contrato, serás mío por tres meses, a cambio la deuda de tu padre quedará saldada y no me acercaré más a ti... creo que es bastante justo, considerando la cantidad de dinero que debe tu padre y tu condición... aún no te perdono por lo ocurrido.

—¿Tres meses? ¡No me jodas, es mucho tiempo!— El menor estaba al borde de un ataque de nervios, y la sonrisa del mayor más ese aura que resultaba, intimidante en cierta forma, no ayudaban para nada.

—Solo acepta San— el nombrado suspiró frustrado, en ese preciso momento sintió unas ganas de llorar como nunca en su vida, pero se obligó a no hacerlo, no lloraría, no delante de ese mal nacido.

—Bien —asintió el pelinegro— ¿Cuándo debo venir a firmar el contrato?

—Hoy mismo— declaró el mayor, con una gran sonrisa— vuelve a eso de las siete... podemos empezar los tres meses desde esta noche.

Al escuchar aquellas palabras el pelo de la nuca del pelinegro se crispó cual gato arisco y una extraña corriente viajó por su columna vertebral haciéndole estremecer por un par de segundos. Sin poder soportarlo más, salió de la oficina a toda prisa, después de soltar un "volveré esta noche".

Una vez se vió fuera del gran edificio, se dispuso a caminar, luchando porque las lágrimas no mancharan su rostro, limpiándolas con las mangas de su camiseta cada ves que salían de sus ojos, pero le era imposible, simplemente salían como mares de agua salada, sin contenerse.

¿Por qué le pasaba esto precisamente a él? ¿No había sufrido lo suficiente ya?

Aún después de tanto tiempo su padre seguía arruinándole la vida, y se lo merecía, por estúpido.

Por no tener la fuerza para odiar a su progenitor verdaderamente, por no haberle alejado en cuanto lo vió aquella mañana, por no haber ignorado aquella voz que gritó su nombre. ¿Pero y como lo hacía? ¿Cómo ignorar el pesar de su propio padre? No es lo que su madre hubiera querido, lo sabía. Su corazón era demasiado noble, como el suyo, el que había heredado de ella.

¿Cómo había llegado hasta ese punto? Vendería su cuerpo para proteger a su padre. Si hubiera sabido que cruzarse con Jung Wooyoung le traería tanta desgracia... se hubiera negado a la petición de su amiga en el restaurante aquella noche.

Tal vez... Tal vez no estaría en aquella calle, recostado de una pared, sollozando y con la incertidumbre de como sería si vida desde ese día.


 Tal vez no estaría en aquella calle, recostado de una pared, sollozando y con la incertidumbre de como sería si vida desde ese día

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Toxic [WooSan] CORRIGIENDO Where stories live. Discover now