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San salió del hospital con una pequeña sonrisa de alivio plasmada en el rostro.

Había ido al doctor para retirarse el vendaje y el cabestrillo. Se sentía realmente bien.

Ya había iniciado un nuevo semestre en la universidad, de hecho en la mañana había tomado su última clase de la semana, no tendría que volver al campus hasta el próximo martes.

El almuerzo ya había pasado hace casi tres horas, lo que significaba que perdió su oportunidad de almorzar con Wooyoung, como se había hecho costumbre en las últimas semanas.

Sonrió al pensar el giro tan positivo que había dado su vida en tan sólo un par de semanas, a comparación de como estaba todo hace un mes, definitivamente había sido un giro de 180 grados.

A veces Wooyoung iba a su departamento con una botella de vino, cenaban, conversaban, hasta se quedaban hasta tarde viendo películas, claro, con largos intervalos de besos y caricias que casi siempre terminaban en algo más.

En otras ocasiones era San quien iba a la casa del mayor, en un par de esas ocasiones se les unieron Soyeon y Seonghwa, e incluso Yeosang.

Pero ¿ya era hora, no? Un poquito de tranquilidad, de felicidad. Se lo merecía.

Incluso hasta había hablado con su padre en dos ocasiones más, luego de que el mayor le dijera aquella mañana que estaba arrepentido. Aún no estaba dispuesto a perdonarle ni nada por el estilo, claro que no. En el fondo le quería, aún tenía guardado todos esos recuerdos de cuando su infancia era feliz, pero también estaban los malos momentos, los golpes e insultos, todo eso le había hecho mucho daño, por años... era demasiado para superarlo de la noche a la mañana.

Su progenitor se había aparecido frente a su departamento dos veces más. No habían hablado gran cosa. San había hecho un esfuerzo por no sonar o verse hostil, respondía a las preguntas del mayor con monosílabos o oraciones cortas. No era la gran cosa, pero era un avance.

Siguió caminando por las abarrotadas calles de Seúl. A esas horas de la tarde el tráfico de personas era bastante prominente. Adolescentes que salían de los institutos, madres con sus niños, grupos de amigas por aquí, grupos de amigos por allá, los transeúntes sólo aumentaban cada cinco minutos.

Iba caminado perdido en sus pensamientos, más adelante había una cafetería tailandesa en la cuál hacían un café fantástico, tal vez podría comprar uno y llevárselo a Wooyoung a la oficina.

Apresuró el paso, no sin antes observar a su alrededor y a sus espaldas. Podría jurar que alguien le observaba mientras caminaba, aunque sonara ridículo, podía sentirlo, como una especie de aura pesada a su alrededor, como una mirada pegada a su espalda. Y no era la primera vez en esa semana.

Esos ojos insistentes... los podía sentir sobre su persona. No le había mencionado nada a nadie, ni siquiera a Yeosang y mucho menos a Wooyoung. No quería causar problemas en donde no los había. De todas formas no valía la pena.

Mi a todos lados antes de entrar al café. Mientras esperaba por su pedido, el nombre de Solar cruzó por su mente. No había tenido noticias de la pelinegra desde el día que la había visto en la habitación del hospital en compañía de Wooyoung.

Le había dicho al padre de la joven que no presentaría cargos, no por ella, sino por el hombre, verle tan entristecido en el hospital... No podía agregar un peso más a su carga, ya tenía suficiente con la hija que le había tocado.

Una vez sus cafés fueron pagados, tomó la bolsa del papel y salió del local, en la salida miró hacia el frente, hacia la calle que daba del otro lado y su garganta quedó seca, su corazón cayó a sus pies.

Era Solar, estaba ahí, de pie, mirándole.

Parpadeó varias veces, una camioneta pasó justo en frente y cuando volvió a ver ya no había nadie. Ya no estaba.

Cerró sus ojos y respiró profundo, una, dos, tres, cuatro veces.

Ya más calmado se subió al primer taxi que consiguió, y aún dentro del auto no pudo evitar observar por la ventanilla con recelo.

-Estoy estresado... eso es... el estrés... -habló cerrando los ojos, intentando tranquilizarse a sí mismo.

Aunque no sirvió de mucho. De hecho no sirvió de nada. El sentimiento de angustia en su pecho no desaparecía.


-Pensé que sería buena idea si vienes conmigo... - Wooyoung hablaba mientras sus manos jugaban con los mechones de cabello del chico cómodamente sobre su regazo.

-Ajá... -respondió el mencionado vagamente, con la vista fija en el televisor pero con la mente claramente en otro sitio.

-¿Te gustaría ir conmigo? -preguntó el rubio.

-Ajá... -volvió a responder el menor. Wooyoung frunció el ceño.

-¿Estás escuchándome?

-Ajá... -Wooyoung le miró extrañado, sujetó al pelinegro de la cintura y le obligó a girarse, para poder quedar frente a frente.

-¿Puedes decirme que te pasa? Estás muy distraído desde esta tarde... - San parpadeó varias veces, no se había dado cuenta de que se había metido tanto en sus pensamientos.

-¿Eh? No... No pasa nada...

-Te conozco lo suficiente como para saber que mientes... Así que dime... ¿Algo que deba saber?- la insistente pero firme mirada del rubio, se encontró con los nerviosos ojos del menor.

Oh no pasó gran cosa... sólo que vi a la loca de Solar observándome como muerta de película de terror desde el otro lado de la calle...

-No ha pasado nada Wooyoung... es sólo... mi padre... he hablado un par de veces con él, me ha pedido perdón y estoy confundido... eso es todo... -mintió. Wooyoung le miró poco convencido, pero decidió no abundar más en el tema.

-Te decía... -comentó el rubio- que debo encargarme de unas negociaciones en Francia y me preguntaba si te gustaría venir conmigo, sólo serán tres días.

-¿Francia? - el menor sonrió- Nunca he ido a Francia... de hecho nunca he salido del país... ¡Por supuesto que quiero!

Wooyoung sonrió y acercó más al menor, afianzando su abrazo al rededor de su cintura. Enterró el rostro en su cuello y le besó a voluntad. San suspiró.

Tal vez eso era lo que necesitaba, alejarse de todo por un par de días, despejar su mente.

Si... sólo eso sería suficiente, un poco de distracción y después todo seguiría bien.



La pelinegra bufó con molestia mientras observaba la copa de vino que sostenía entre su mano. Miró el cielo nocturno, acompañado de la tranquilidad del acaudalado vecindario en el cual vivía, se podía ver todo muy bien desde el balcón.

-¿Creen que pueden ser felices? ¿Es en serio? - lanzó aquellas preguntas para sí misma- No va a ser tan fácil... Yo nunca pierdo... siempre obtengo todo lo que quiero, esta vez no será una excepción.

Llevó la copa a sus labios y dejó que todo su contenido se deslizara por su garganta.

-Tú Wooyoung... te vas a arrepentir por haberme tratado así... por haberme cambiado por ese insignificante... -las palabras salieron amargas de sus labios.

Con odio y rabia en partes iguales.

-Tú... Choi San... -escupió el nombre con veneno- me las vas a pagar por meterte en mi camino... juro que borraré tu existencia de la faz de la tierra... maldito bastardo...

Cuanto odio fue reflejado en aquellos ojos oscuros...






I LOVE ATEEZ

Toxic [WooSan] CORRIGIENDO Where stories live. Discover now