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No pasó mucho tiempo para que la ropa se hiciera innecesaria, en un santiamén tanto la camisa como el pantalón de Wooyoung fueron arrojados a una esquina, el mismo destino fue para los pantalones de San, junto con su ropa interior.

No supo en qué momento exactamente, pero todo pasó muy rápido a los ojos del pelinegro. En un abrir y cerrar de ojos tenía al mayor de rodillas en el suelo frente a él engullendo su miembro como si de una paleta se tratase.

-Ay... ¡Joder, si!- exclamó el menor extasiado.

Si la boca de Wooyoung no hubiera estado tan ocupada de seguro una sonrisa triunfal se hubiera dibujado en sus labios. Continuó con su labor, lamiendo toda la extensión del pelinegro, entrando todo en su boca de lleno, rozando ligeramente con los dientes de vez en cuando. San gemía cada vez que la punta de su miembro rosaba la garganta del rubio.

San llevó sus manos a la grisácea cabellera y tiró de ella, empezó a mover sus caderas, embistiendo la boca del mayor.

-Woo... Mm... ya casi... -un par de estocadas más y el pelinegro llegó al orgasmo, cerrando los ojos con fuerza, liberando los sonoros gemidos que salían sin esfuerzo de su garganta, Wooyoung tragó todo, sin desperdiciar una gota.

San también se dejó caer de rodillas frente al rubio, de todas formas sus piernas se sentían de gelatina, no iba a poder permanecer mucho de pie.

Su boca se encontró con la contraria y dieron lugar a otro beso, San tomó el rostro del rubio entre sus manos subiendo la intensidad del beso, captando aún el sabor de su propia esencia en el paladar del rubio.

Wooyoung le empujó un poco, obligándole a tumbarse sobre la gruesa alfombra que cubría el piso.

Aún encima de él no dejó de besarle en ningún momento por un rato, hasta que la falta de oxígeno se hizo presente.

-Separa las piernas dulzura... -pidió el rubio con voz ronca. San no tardó ni siquiera un segundo en acatar la orden. Casi se atraganta con el aire ante la visión que se presentó ante sus ojos, Wooyoung pasó su lengua por dos de sus dedos, luego los metió en su boca, y los volvió a lamer, todo mientras le miraba directamente a los ojos, con esa mirada gris, que gritaba lujuria en letras mayúsculas.

Ay la Santa mierda... San creyó que no le sería difícil volver a correrse sólo con esa imagen.

El primero de esos dedos fue a parar a su entrada, jugo solitario entrando y saliendo de ella hasta que un segundo se hizo presente, esta ves con movimientos de tijeras, más tarde tres dedos le embestían haciéndole jadear y gemir.

-Fóllame ya Woo... -pidió el pelinegro necesitado. Wooyoung se mordió el labio inferior y sonrió ante las palabras del menor.

-Amo cuando te desesperas... ven aquí... -Wooyoung se separó del pelinegro y se recostó a su lado, al tiempo que se deshacía del molesto boxer que aún traía puesto, liberando su gran y dolorosa erección, que rogaba por un poco de atención. San entendió lo que quería el rubio, rápidamente se posicionó sobre él, dejando las piernas a cada lado de su pelvis- vamos dulzura...

San tomó entre su mano la erección del rubio, y masajeó un poco. Mientras más jadeaba el mayor más confianza tomaban la mano del pelinegro, no se detuvo hasta que notó como el líquido preseminal humedecía su mano.

Dándole fin a aquel roce se acomodó mejor sobre el rubio y con la mano que aún sujetaba la extensión palpitante, la guió hasta su entrada y empezó a descender despacio, hasta que todo estuvo dentro de él. Ambos gimieron en compañía de sus respiraciones agitadas.

Toxic [WooSan] CORRIGIENDO Where stories live. Discover now