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El hombre de cabellera gris estacionó su auto frente a la mansión que en el pasado fue su hogar.

Entró en aquella casa como solía hacerlo siempre, a pasó rápido, sin prestarle mucha atención a su alrededor. En la mañana había recibido una llamada de su madre exigiéndole que se reuniera con ella alegando que debía decirle algo importante y que ya no podía esperar más.

Y ya sabía perfectamente que era eso tan importante que su madre tenía que decir, y ya se esperaba todo el discurso que su progenitora le iba a lanzar.

Lo que no se esperaba era encontrarse con cierta pelinegra en la sala de estar.

-¿Qué mierda haces tú aquí? -preguntó el rubio parándose en seco en el umbral de la entrada.

-Hola a ti también Wooyoung... ¿Por qué preguntas? Ya te lo dije, cuando quiero algo puedo ser muy persuasiva - la joven que permanecía sentada sobre los muebles, se puso de pie y avanzó un par de pasos en dirección al mayor- Y justo ahora, tú eres ese algo- sonrió sarcástica.

-¿Quién te crees que eres? -preguntó Wooyoung entre dientes, caminó hasta ella y la sujetó bruscamente del brazo- estás persiguiendo el objetivo equivocado Solar, no lo volveré a repetir, búscate a otro imbécil que se haga cargo de tus putos errores... A mi, déjame en paz.

-Eso no va a poder ser... fíjate que estoy esperando a TÚ hijo y no pienso hacerme cargo de él yo sola... ¡Y suéltame que me lastimas! - la pelinegra se liberó del agarre del rubio- ya no podrás librarte de mi.

-¿Acaso estás loca? ¿No has entendido tu lugar? Sólo fuiste una puta más de mi lista, no pretendas ser algo más y créeme que un embarazo no te será de ayuda.

Wooyoung soltó aquellas palabras con frialdad. La sonrisa de la pelinegra poco a poco fue desapareciendo de su rostro para ser reemplazada por una expresión enfadada y un tanto herida.

Levantó su mano, con intenciones de abofetear al rubio pero este le sujetó la muñeca deteniendo el golpe que iba dirigido a su rostro.

-Hablo en serio, Solar, sal de mi camino...

-Yo también hablo en serio, Wooyoung- la chica intentó liberar su muñeca del brusco agarre del mayor, pero este sólo se hizo más fuerte- suéltame duele... -habló ella con voz lastimera.

-No me conoces... no te conviene enfrentarte a mi- habló el rubio con voz profunda y calmada, pero aún así, tintada de ira.

-Tú tampoco... me conoces...

- Que bueno que ya estamos todos- una voz femenina resonó por el lugar. Wooyoung soltó la muñeca de la chica, sin delicadeza alguna y retrocedió un paso.

La madre del rubio caminó con parsimonia hasta los dos restantes, con mirada dura e impasible. Su hijo le miraba de la misma forma. De tal palo tal astilla, dicen.

-Sé perfectamente para que me has llamado, y lo que tienes que decir- Wooyoung fue el primero en hablar, sin dejarle tiempo a la mayor- y la respuesta es no.

-¿No? -soltó la mujer alzando las cejas- No te he pedido respuesta alguna, Wooyoung, te harás responsable de tus actos y no es una opción, no estoy pidiendo tu permiso.

La mujer con la frente en alto le miraba retadora, con aquella aura de autoridad que tanto le caracterizaba, pero el hijo no se quedaba atrás, pues de ella había aprendido. Le miró de la misma forma y con voz calmada dijo:

-Me importa una mierda si pides mi opinión o no, no voy a dejarme enredar por esta zorra- señaló a Solar- Mi... respuesta... es No.

-¡¿Cómo puedes hablar así?! -intervino Solar- ¡Estoy esperando un hijo tuyo! No puedes pretender huir de esta forma.

-Hablo así porque te conozco, ese niño que dices estar esperando no es mío y tu lo sabes perfectamente, no es mi culpa que ni siquiera sepas andar de puta y cometas la estupidez en embarazarte.

Un golpe seco se escuchó fuerte y claro.

Está vez fue la palma de la mayor que impactó fuertemente contra el rostro de su hijo, el gran anillo que llevaba la mujer rozó la piel del rubio, donde segundos después apareció un delgado hilillo de sangre.

-No tienes derecho a hablarme así... - dijo Solar mientras un par de lágrimas bajaban por sus mejillas.

Wooyoung le ignoró y concentró su mirada en su progenitora, tocó su mejilla la cual ardía, rió amargamente, sin humor viendo el pequeño rastro de sangre que manchó su dedo.

-Debería darte vergüenza... -habló la mujer acercándose a la chica y abrazándola por los hombros- No permitiré que mi primer nieto nazca en una situación como esta, tendrás que hacerte responsable Wooyoung.

-Hagan lo que les de su maldita gana...- el rubio se dio la vuelta y se dispuso a caminar hacia el umbral.

-¡Wooyoung, no he terminado de hablar! -le gritó la mayor pero fue ignorada.

-Woo... ¡Wooyoung! -Solar salió detrás de él a paso rápido, le alcanzó en los escalones de la entrada. Intentó sujetarle del brazo pero el rubio no se lo permitió.

-¿Qué maldita parte de déjame en paz no entiendes?- soltó el rubio con brusquedad.

-No te saldrás con la tuya...

-Escucha Solar yo pens... - Wooyoung se vió interrumpido por el sonido de su celular, lo sacó de su bolsillo y en cuanto leyó el nombre del contacto en la pantalla, como por arte de magia su expresión se suavizó, lo cual no pasó desapercibido para la pelinegra.

-¿Qué pasa San?- Respondió el rubio, con un tono de voz totalmente diferente al que tenía sólo segundos atrás- Si... está bien.... entonces te veré esta noche de todas formas... No importa, como quiera iré... ok -colgó.

Solar le arrebató el móvil y observó la pantalla frunciendo el ceño al leer el nombre del contacto, dulzura. Wooyoung le quitó el móvil de vuelta.

-¡¿Quién es?!- preguntó la pelinegra histérica- Debe ser tu nueva puta... ¡¿Es eso verdad?!- Wooyoung rió.

-San jamás ha sido ni será una puta...- su rostro volvió a tornarse serio- que ni se te pase por la mente compararlo contigo... las zorras como tú no tienen tal derecho.

-Te arrepentirás de tus palabras...

-Te lo diré sólo una vez... No pensaba darte ni la más mínima oportunidad, pero lo haré, escúchame bien, cuando el embarazo esté lo suficientemente avanzado quiero una prueba de ADN... pero sólo hasta entonces... mientras tanto deja de joderme la vida.

El rubio terminó de bajar los escalones rápidamente y se metió a su auto, ignorando los gritos de la pelinegra. Lo puso en marcha y salió del terreno de aquella mansión.

Se sentía hervir del enfado y aún debía volver a la empresa para una reunión, la cual sabía se extendería por los menos 2 horas, pero en ese justo momento sólo tenía ganas de mandar todo a la mierda.

Se observó un segundo por el retrovisor. Su mejilla estaba hinchada y roja, los dedos y parte de la palma de su madre habían quedado perfectamente marcados en su piel.

Aquella vista sólo hizo que el sentimiento de ira se hiciera más grande.




I LOVE ATEEZ

Toxic [WooSan] CORRIGIENDO Where stories live. Discover now