María Fernanda es una chica de 12 años que descubre algo increíble que cambiará su vida para siempre, pero no se arrepentirá de ello. Junto a sus amigos: Emily, Mateo, Gianmarco y Alonso; descubren nuevas cosas y aventuras interesantes para cualquie...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
—¡¿Qué rayos es esto?! —exclamé.
—Paz... —me miraba mi hermana atónita, con los ojos bien abiertos—. ¡Eres una superheroína! —chilló de emoción—. ¡Oh, por Dios! ¡Mi hermana es una superhéroe!
—Y-Yo no lo sé —miraba mi ropa sin poder dar una respuesta concreta—. Creo que presioné el dibujo del anillo.
—¡Yo también quiero! —exclamó Mateo como si fuese un niño pequeño.
—¡¿Qué?! —me escandalicé—. ¡No, Mateo! ¡Ni siquiera sabes lo que va...! —un destello de luz me interrumpió. Genial... estos tipos ni siquiera sabían lo que iba a pasar y ya se estaban arriesgando como si no hubiese un mañana.
—¡Oh, sí! —Mateo ya tenía otra ropa...—. Ahora yo soy un héroe.
—¡Wow, amigo! Tu traje está genial —dijo su amigo Gianmarco.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Presioné el dibujo de la sortija y una luz muy brillante me hizo cerrar los ojos. Cuando los abrí, tenía un pantalón, un antifaz y una camiseta diferentes. Todo era de color rojo o naranja.
—¡Wow, amigo! Tu traje está genial —mi amigo Gianmarco siempre halagándome.
—Lo sé —no dejaba de mirar mi ropa—. ¡Esto es genial! —abrí mis manos de la emoción, y sobre éstas tenía llamas de fuego... lo cual me hizo gritar del susto cuando me di cuenta. Mis amigos también se comenzaron a alterar.
—¡¿Qué diablos es eso?! —gritó Alonso mirándome como si fuese un bicho raro—. ¡Apágalo, apágalo! —chillaba.
—¡No sé cómo! —yo también gritaba. Todos gritaban. Era una locura.
—¡No seas idiota! ¡Tienes que apagarlo o si no nos vamos a morir! —Gianmarco solo enloquecía.
—¡¿Qué parte de "no sé cómo apagar esta tontería" no entiendes?! —me quedé pensando, mirando las llamas de fuego—. Oigan...