María Fernanda es una chica de 12 años que descubre algo increíble que cambiará su vida para siempre, pero no se arrepentirá de ello. Junto a sus amigos: Emily, Mateo, Gianmarco y Alonso; descubren nuevas cosas y aventuras interesantes para cualquie...
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Volteé a ver el resto de la escuela, era enorme y quería conocerla al menos un poco más sin separarme de mis amigos.
En eso, vi a un chico que iba entrando por la puerta principal, caminando relajado como si nada le perturbara, como si todos los estudiantes que estaban entrando no le molestaran, como si el primer día de clases no fuese molestia para él.
Se le veía bastante seguro, era como si tuviese toda la seguridad que a mí me faltaba.
Tez blanca, pelo negro y rizado, alto (menos que Mateo), ojos grandes, color caramelo y protegidos por sus lentes del mismo color de su cabello; entró sonriendo, de lo más feliz de la vida.
Se veía súper elegante con el uniforme. Creo que ningún otro chico más se sabía lucir en el uniforme escolar como él lo hacía.
Me quedé viéndolo mientras mis amigos hablaban sin parar, diciendo que podía ser el nuevo del salón ya que nadie parecía conocerlo. En serio esperaba que estuviera en nuestra aula. Al principio solo lo pensé, pero luego lo dije en voz alta.
—Oh, vaya —"¿Qué diablos pasa contigo? ¿No puedes disimular un poco?", pensé por un momento; pero no me hice caso—. Ojalá que sí esté en nuestro salón —dije sin siquiera mirar a mis amigos.
—Uy, yo creo que alguien ya cayó —pude escuchar la traviesa voz de mi hermana... reaccioné.
—¿Qué? ¿Quién cayó? —pregunté frunciendo el ceño. Fer y Emily se rieron en mi cara y los chicos solo me miraban.
—¡Tú! —habló Mafer—. Estás babeando por él, hermana.
—Vamos, Mapi. No lo niegues. Te gusta —esta vez fue Emily.
—¿Yo? Oigan, no. Se están confundiendo —negaba con la cabeza. Mi hermana y Emily solo se limitaban a arquear las cejas, como diciendo: "¿En serio nos quieres mentir? A nosotras no nos engañas, querida". Bufé.
—Oigan, chicas... —"Ay, Gian ¡Gracias por librarme de la situación!"— Nos vamos a ver al resto del salón. Las veremos luego.
—¡Adiós! —dijeron las otras dos que me interrogaban.
—Ya, Mapi. Confiesa —Emily toda la vida curiosa.
—Chicas, en serio. No me gusta... es decir, sí —sus ojos se llenaron de esperanza—. Me parece guapo pero no llega a más —eso era verdad—. No soy de esas personas que se enamoran a primera vista, tengo que conocer a la persona antes de enamorarme completamente de ella.
—Oh, bueno... —al parecer al fin entendieron—. Entonces... ¿no hay amor? —preguntó mi hermana tratando de ver si había entendido lo que quise decir o no.
—Nop. Solo atracción, queridas —les sonreí y ellas también. Sonó un timbre, lo cual llamó mi atención.
