CELEBRACIÓN

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Cada 30 de agosto, en nuestra escuela, era el aniversario y se celebraba a lo grande

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Cada 30 de agosto, en nuestra escuela, era el aniversario y se celebraba a lo grande.

Teníamos clases solo hasta la una de la tarde (normalmente asistíamos hasta las tres) y por la noche había una gran celebración con fuegos artificiales, danzas, teatros y hasta canciones.

En fin, todo un espectáculo. ¡Hasta nuestros maestros bailaban!

Ese día yo tenía que estar en la escuela a las siete de la noche ya que a esa hora empezaba la celebración y, a pesar de que nuestro salón no iba a actuar o a bailar ese día, mis amigos y yo decidimos ir para ver los actos y también pasar un buen rato. Incluso Brenda se unió.

Mis hermanas también irían aunque ellas no estudiaran en la misma escuela que yo. Ambas asistían a un colegio público exclusivamente de mujeres. El mismo al que había estudiado mi mamá. Mi escuela era de paga y mixta.

Mi madre nos llevó al colegio un poco antes de la hora indicada y yo traía conmigo mis cartas de UNO. Ya saben, ese juego de tarjetas de colores. Las llevé para pasar el rato.

Cuando llegué aún ninguno de mis amigos había llegado. Solo algunos compañeros a quienes saludé y hablé con ellos un buen rato. Invité a Frank a que se una a nuestro juego; él aceptó.

Frank se había convertido en el mejor amigo de Paz en los dos meses que se la habían pasado sentados juntos.

Era un buen tipo. Teníamos cosas en común como: ambos usábamos lentes, nos gustaban los videojuegos y cosas así. Era un chico agradable.

Pasaron unos minutos, la celebración aun no empezaba y más compañeros llegaban.

El primero de mis amigos en llegar fue Alonso, junto con Daniel, aquel niño que él trataba como hermano.

—Hola, Alonso. Hola, Dani —los saludé a ambos al verlos llegar.

—Hola, Gian —me saludó Daniel. Ambos chocamos los cinco. Ya nos conocíamos desde hacía un tiempo—. Hola, Gina. Hola, Gianella —saludó a mis hermanas.

—Hola, chino. Hola, Frank —esta vez fue Alonso. Frank solo contestó con un "hola"—. Hola, Gianella y Gina —mis hermanas le respondieron el saludo—. ¿Qué cuentas? —se dirigió a mí. La verdad es que si tengo ojos achinados y pues, desde que tenemos diez años, Mateo, Alonso, y a veces también las chicas, me llaman "chino". Aunque en realidad no lo soy. Es decir, solo tengo un apellido de origen chino y mis ojos me hacen parecer alguien de ahí pero... soy peruano.

—Pues nada, negrito. Esperando a que el resto venga y a que esto empiece —nosotros le decíamos así a Alonso desde los diez años también. Él jamás se ofendió. Daniel fue a jugar con mi hermana Gianella, ambos tenían diez años y también se conocían de hace un tiempo.

—¡Hola! —Mateo nos abrazó por detrás—. ¿No llegan las chicas aún?

—No —respondimos Alonso y yo al unísono.

AVENTURAS #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora