María Fernanda es una chica de 12 años que descubre algo increíble que cambiará su vida para siempre, pero no se arrepentirá de ello. Junto a sus amigos: Emily, Mateo, Gianmarco y Alonso; descubren nuevas cosas y aventuras interesantes para cualquie...
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Estaba profundamente dormida, hasta que sentí algo vibrar cerca de mí. Abrí los ojos y me fijé en el celular, pero no era eso...
Era mi anillo.
Fruncí el ceño al saber que había una emergencia a esas horas. Es decir, eran las 12 de la noche.
Toqué el dije de la sortija y de este salió un holograma, como siempre. El lugar de la emergencia no era muy lejano a mi casa y resultó ser Olenka.
Estaba tan cansada y tenía tanto sueño, que me pregunté qué pasaría si no me enfrentaba a Olenka. ¿Se iría?
La respuesta fue que no. No se iría.
Me acomodé en la posición que estaba antes y me dispuse a dormir. Hasta que escuché un estruendo y me hizo abrir los ojos de golpe.
Me paré de un salto de mi cama y asomé mi cabeza por la ventana. Todo estaba totalmente oscuro, la iluminación de las calles estaba completamente apagada y el estruendo que escuché parecía ser una explosión. No de fuego, simplemente algo que destruyó Olenka... probablemente alguna casa abandonada.
—Demonios —dije para mí misma. Me transformé y salí por mi ventana en busca de esa pesada chica con poderes de oscuridad.
Fui al lugar a donde me indicaba la sortija, pero no había nadie... ni mis compañeros, ni Olenka. En ese momento, recordé que no había despertado a mi hermana para que venga conmigo y entendí que no vendría, ya que ella siempre ha tenido el sueño pesado.
No veía nada de nada... Solo a algunas personas grabando con sus teléfonos desde sus ventanas. Parecían estar asustadas por lo que sucedía.
Es decir, toda la iluminación de toda la ciudad se fue de golpe. Eso nunca pasaba.
Miraba a todos lados en busca de Olenka o de alguno de mis amigos, pero nada. Luego de unos minutos, recordé que mi anillo podía proyectar luz si así lo deseaba. Realmente lo deseaba así que hice que funcionara como linterna.
Apuntaba para todos lados en busca de alguna persona, pero no veía a nadie. Debo admitir que me asustaba estar ahí sola en medio de la oscuridad. Digo, ¿a quién no? Mi respiración estaba acelerada y mi corazón palpitaba rápidamente mientras seguía moviendo mi mano para que mi linterna ilumine a todas partes... hasta que, gracias a ella, vi la cara sonriente de Olenka mirándome de forma aterradora.
Lancé un grito al verla y me sorprendí tanto que me caí sentada.
—Hola, Lightgirl —saludó como si nada pasara.
—Olenka... —dije entre dientes antes de levantarme—. ¿Qué haces aquí? —puse la luz de mi linterna en su cara para verla mejor. Aparentemente, a ella no le molestaba.
—Pues estoy aquí en el Caribe, bronceándome —se cruzó de brazos y me miró con una sonrisa ladeada. Estaba siendo sarcástica. Yo solo rodé los ojos.
