MARÍA PÍA

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—¡Gianmarco! —me despertó mi querida hermana mayor, Gina, con su melodiosa voz

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—¡Gianmarco! —me despertó mi querida hermana mayor, Gina, con su melodiosa voz. Quiero que noten el sarcasmo por favor—. ¡¿Dónde diablos dejaste mi marcador celeste cielo?! —sí, mi hermana de 14 años era la típica chica de los plumones.

Literalmente tenía un paquete de 50 marcadores que tenía como 5 tonos de celeste, 4 rojos, 7 verdes, 2 negros, como 10 tonos de amarillo y probablemente más colores que no recuerdo.

El punto es que, el día anterior, le pedí alguno de sus tantos plumones celestes y no se lo había devuelto, por lo que al día siguiente me lo pidió desesperada porque ya teníamos que ir a la escuela.

—¿Tu celeste qué? —pregunté todavía medio dormido y levantándome.

—¡Mi celeste cielo! —buscó con su mirada por todo su cuarto, hasta que empezó a buscar en uno de mis cajones y la traté de detener.

—¡Deja eso! —le grité, tratando de empujarla. Pero no se dejaba. Tampoco era que la empujaba muy fuerte ya que no quería lastimarla—. ¡Son mis cosas!

—¡Sé que lo tienes en algún lado de este cochino cajón!

—¡¿Quieren dejarme dormir?! —mi hermana menor, Gianella, entró a mi cuarto hecha una furia.

—Gina está rebuscando en mis cosas, no esperes que me quede tranquilo —respondí aún tratando de sacar a mi hermana mayor de mi cuarto.

—¡Dame mi plumón, enano! —nos empujábamos el uno al otro.

—¡Mamá! —esta vez era Gianella, de 10 años, la menor—. ¡Diles a mis hermanos que se callen y me dejen dormir! —se dirigió a su cuarto, mientras escuchaba como mi mamá subía a mi habitación, muy probablemente, enfadadísima.

—¡Gianella! —llamó a mi hermana—. Ven aquí —llegó corriendo a mi habitación; los tres estábamos en ella, parados frente a mi madre—. ¡¿Se puede saber qué rayos está pasando?! —dejé de empujar a mi hermana y ella a mí. Sabíamos que a mi mamá le desesperaría vernos así, ya que ella odiaba, odia y seguirá odiando la violencia de todo tipo y, sobre todo, en su casa.

—¡Escucho sus gritos hasta abajo! —continuó—. ¿Pueden comportarse por favor? ¡Debo ir a la clínica en media hora y no veo nadie con su uniforme puesto ni tomando su desayuno, que por cierto, olvidaron preparar! —movía sus manos desesperada, mientras que nosotros la mirábamos tristes y arrepentidos—. ¡Así que no me interesa por qué han peleado ahora, porque seguramente es por algo sin mucha importancia! ¿O me equivoco? —arqueó una ceja y nosotros tres solo negábamos con la cabeza— Bien... —suspiró—. ¡Entonces ahora quiero que muevan esos traseros y se alistan ya! —se fue de mi cuarto. Mis hermanas se fueron después de ella.

Me cambié de ropa y me di cuenta que el dichoso marcador estaba tirado en el suelo, probablemente se cayó de mi escritorio en medio de la noche. Rodé los ojos al darme cuenta de que habíamos hecho tanto escándalo por algo tan insignificante.

AVENTURAS #1Where stories live. Discover now