Parte 39

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Por fin estaba sola, mi cabello estaba arreglado, mi rostro se veía bien, el vestido estaba más que hermoso, mi exterior se veía bien, mejor que muchas veces... pero mi corazón tenía un peso encima y mi pecho cargaba con ello también.

El recuerdo de mi abuela estaba más presente que nunca.

El amor es la fuerza más humilde, la fuerza sin amor es energía gastada en vano.

Hablé demasiadas veces de esto con ella, tenía claro que este día debería ser uno de los más felices, debía de tener el corazón lleno de ilusión por el futuro que me esperaría; y ahora mi futuro me aterra.

Ví mi tiara, pequeña tiara dorada con diamantes, la tome entre mis manos, no había dejado qué alguien más la acomodara pues aunque suene ilógico, nadie puede acomodarla como a mi me agrada.

Debía apresurarme, debía salir y mostrar que hoy soy feliz.

Aún cuando nada de lo que esta afuera es de mi agrado, aún cuando las rosas blancas estarán fuera de mi vista, aún cuando mi prometido es la persona que más lejos tengo, aún cuando a mi familia no le importó lo que realmente quería.

Ya era tarde, y no, no tarde para encontrarme con Charles antes de entrar al salón, ya era tarde para darme cuenta que estuvo en mi manos y no hice nada por mí. Hoy recuerdo a mi abuelo también;

Levanta la cabeza, que se te cae la corona.

Terminé de acomodarla y me puse de pie, me di media vuelta y empece a andar a la puerta, suspiré y salí.

El castillo no tenía almas ahora, todos estaban ya en el gran salón.

Charles estaba al finalizar los escalones, no lo había visto en todo el día, sinceramente no me animaba a verlo ahora, me recogí un poco el vestido para no tropezar, él llegó a mi para ayudarme pero tampoco le ví, sin embargo al llegar al final, tenía que hacerlo, él no era culpable de que yo me hubiese enamorado.

Sólo sentí más dolor, él en su traje con medallas que representa lo que es para Inglaterra, sus ojos azules, su tacto... su pequeña sonrisa.

Él tampoco estaba feliz.

Nos apresuramos en llegar al salón, no le había visto nervioso.

Tomó mi mano y su respiración empezó a ser más notoria.

—Llegó el día—susurró.

—No podemos fallar ahora—dije— no acostumbro a equivocarme en mis deberes más importantes.

Él me vió y sonrió de lado.

Apreté su mano y las puertas se abrieron.

De inmediato sentí como todas las miradas estaban encima de nosotros, como todos sonreían al vernos y no tardaron en acercarse a hacer esta mala noche una de las peores.

Habían personas de todos lados, personas grandes que han estado casados demasiado tiempo, tiempo en el que su amor no ha quebrantado, pero otras también habían sido unidas como nosotros y la diferencia era notoria, odiaba la idea de que pasaría el resto de mi vida no siendo amada.

La reina se acercó a nosotros y como es costumbre presentó a la pareja, solamente le pedía al cielo que mi rostro de felicidad fuese notorio. Su discurso fue poco más largo que los que ya estaba acostumbrada a escuchar, los buenos deseos y decir que estaba segura que seríamos una gran familia me ponía la piel de puntas.

Un brindis y un beso...

Charles tomó mi mejilla y me llevó a él lentamente para darme un pequeño beso mientras todos alrededor aplaudían después que la reina levantó su copa, aunque quería quitarme esta sonrisa no podía. Fueron unos segundos, segundos en los que quería que todo fuese verdad.

The Duties Of Royalty ©Where stories live. Discover now