1. ¿Qué pretendes?

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¿Otra vez tú?

Capítulo 1.

—Abby Jones—

Miro por el enorme ventanal del apartamento cómo se ha nublado el día mientras froto mi brazo con mis manos por el frío que hace. Los niños corren mientras ríen como si nada les afectara y sonrío imaginando que mi niñez pudo ser así si quizás me hubiera tocado un buen padre, pero no. A mí me tocó el peor que puede haber sobre la faz de la tierra.

Me giro sobre mis pies con mi taza de café en las manos y doy un largo suspiro mirando el apartamento en total silencio y sin los escándalos constantes de mis amigas. Celeste y Dayana se han ido a pasar navidad a Londres junto a los chicos que no veo desde la última vez que vinieron porque nunca he ido a verlos y ellos cuando venían yo no estaba por estar metida de lleno en mis estudios. No es que nuestra amistad se haya terminado porque nos llamamos de vez en cuando, pero cada quien tiene sus cosas y es mejor no molestar tanto.

Quisiera que Ades estuviera a mi lado así sea por unos segundos, pero lo que habíamos empezado lo dio por terminado. Siempre le restregaba en la cara que me había apostado y se llegó el día en que explotó y me mandó al carajo. Recuerdo que ese día lloré como una magdalena porque me dolía tenerlo lejos, pero yo no era la misma chica que conoció y por más que trataba de olvidar lo de la apuesta siempre había alguien que me lo recordaba.

Yo estaba dispuesta a seguir con él, pero dos personas con el mismo carácter chocan y más si uno de los dos lleva tanto dolor clavado en el alma por cosas de la vida que lo marcó tanto que no puede dejarlas ir. No se puede hacer nada cuando el alma se marchita. En unos meses se cumplen dos años que no me veo con Ades, y lo he extrañado tanto que por más que salga con chicos no he podido olvidarlo, Ades me enseñó lo que es el amor y también lo que es sentirse como una miseria.

Seco las cuantas lágrimas que han dejado salir mis ojos cuando escucho el timbre de la puerta sonar. Dejo la taza de café en la mesa y me dirijo a abrir la puerta. Recibo un beso en cada mejilla cuando abro la puerta y mi nuevo amigo británico aparece con su habitual sonrisa. Me jala un mechón de mi larga cabellera que cada día parece más rubio y yo le doy golpecitos en la frente. Víctor es un chico que conocí cuando entré a la universidad y desde entonces nos hicimos amigos. Debo decir que hemos estado un par de veces, pero él al igual que yo sabe que solo es un juego donde nadie le mete corazón porque no saldría nada bueno.

—Tomando café y en pijama son síntomas que estás en tu momento de depresión —musita, mientras baja la mirada por mi pijama de color negro—. Pensé que sí irías a Londres como el par de locas que viven contigo, ni siquiera fuiste al nacimiento de la pequeña Belén.

—Deprimida estaría si no te tuviera a mi lado, y si no fui al nacimiento de mi hermana es porque estaba muy ocupada, me excusé con mi tía —me rio de su cara. Sé que no me cree nada—. Ok, no fui para no ver a Ades, ¿contento?

—Mira que mentir no es lo tuyo —me da una nalgada y reacciono tirando mi brazo hacia atrás para darle un golpe en el abdomen—. ¡Me vas a matar, Abby!

—Entonces no vuelvas a pegarme en la nalga a menos que estemos follando, estúpido. Odio que lo hagas y lo sabes.

—En serio que debí conocer a la chica tierna que me dijeron las chicas que eras antes de llegar —se queja—. Tus alertas se encienden cuando alguien te hace la mínima cosa.

—Esa chica que mencionas se murió hace mucho, y si te molesta que reaccione así te puedes largar.

—No te pongas de mal humor —me toma de la mano y deja un beso en ella—. No quise recordarte el pasado.

¿Otra vez tú? «segunda parte de mi chico malo» ©Where stories live. Discover now